Los carteles ofreciendo recompensa fueron retirados
de la garitas de San Ysidro y Mesa de Otay
En los 80, el licenciado Sánchez fincó
en Tijuana el imperio delictivo de los hermanos Arellano Félix
Para la DEA, la detención de Benjamín
es el más duro golpe al narcotráfico en México
JORGE ALBERTO CORNEJO CORRESPONSAL
Tjuana, BC, 9 de marzo. Durante
el sexenio de Xicoténcatl Leyva Mortera no había policía
en Tijuana que no conociera y respetara al licenciado Sánchez,
como se le conocía a Benjamín Arellano Félix; eran
los primeros años de la década de los 80 y los hermanos de
esos apellidos se perfilaban ya como jefes de una de las bandas delictivas
más importantes del país.
Desde entonces, siendo el segundo de los 12 hermanos,
Benjamín Arellano tenía ganado su puesto como cabeza de la
organización, lo que lo llevó al paso de los años
a convertirse en el cerebro operativo del cártel de Tijuana,
uno de los más violentos en el mundo, según la descripción
de la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia federal
antinarcóticos de Estados Unidos.
''Un hombre de notable inteligencia y pragmático'',
lo describe un reporte elaborado por la Procuraduría General de
la República (PGR) en 1997.
Benjamín Arellano tiene pendiente un proceso en
la Corte del Distrito Sur de California, con sede en San Diego, por conspiración
para importar cocaína y mariguana, por lo que hoy autoridades antinarcóticos
de Estados Unidos no dudaron en afirmar que solicitarán su extradición.
''Es un asunto notable, el más duro golpe al narcotráfico
mexicano en muchos años'', dijo Errol Chávez, jefe de la
DEA en el sur de California.
En
el mismo estado, hace un par de años el Departamento de Justicia
anunció que se ofrecían 2 millones de dólares a quien
proporcionara información que llevara a las autoridades a la captura
de Benjamín Arellano y de su hermano menor, Ramón Eduardo,
muerto en una balacera el pasado 10 de febrero en Mazatlán, Sinaloa.
Hoy, los carteles que fueron colocados desde entonces
en las garitas internacionales de San Ysidro y Mesa de Otay, California,
con las fotografías de ambos y un número telefónico
del gobierno estadunidense para delatarlos, comenzaron a ser retirados
una vez que trascendió la noticia de su detención en el estado
de Puebla.
El Min, como también se le conocía
a Benjamín Arellano, comenzó su carrera delictiva en Jalisco,
cuando conoció a uno de los principales lugartenientes de Miguel
Angel Félix Gallardo, Javier Caro Payán, quien era el encargado
de la plaza de Tijuana.
Conocido entonces como El Colores, Benjamín
fue enviado a Tijuana para supervisar los envíos de droga a San
Diego y Los Angeles, California, y fue ahí donde se encontró
con su tío Jesús Labra Avilés, esposo de una hermana
de su madre, Norma Alicia Félix Zazueta, y quien tenía ya
varios años dedicándose a actividades ilícitas.
Benjamín atrajo a sus hermanos de Sinaloa y entre
todos comenzaron a hacer ''negocios'', siempre bajo las órdenes
de Caro Payán. No obstante, la suerte de Benjamín y su tío
?actualmente preso en el penal de La Palma, estado de México? cambió
radicalmente cuando en abril de 1989 fue detenido Miguel Angel Félix
Gallardo, considerado como el capo más importante en la historia
del narcotráfico en México.
Una semana más tarde, en una reunión de
lugartenientes efectuada en Acapulco, Guerrero, Juan Esparragoza, El
Azul, repartió el territorio nacional entre los principales
colaboradores de Félix Gallardo. A Caro Payán le correspondió
la plaza de Tijuana; sin embargo, aprovechando que éste fue detenido
más tarde en Canadá, Benjamín y su tío Labra
Avilés se apoderaron del control total de la ciudad; ya para entonces
Ramón era conocido como un peligroso matón responsable de
acabar con los grupos antagónicos, que fue la base para el nacimiento
del cártel de los hermanos Arellano.
Más tarde, los Arellano Félix ya eran dueños
absolutos de la ruta Tijuana-California y no titubearon en enviar a Fabián
Martínez, El Tiburón, a asesinar a Caro Payán,
cuando éste regresó al país e intentó reclamar
lo que consideraba su herencia. Así comenzó la sangrienta
historia de los Arellano, tratando de emular a Félix Gallardo y
apoderarse del control total del tráfico de drogas en México.
Como consecuencia de ello se registran varias balaceras
dentro y fuera de Baja California, en enfrentamientos con grupos rivales;
la primera de ellas ocurrió el 8 de noviembre de 1992, cuando se
produjo un enfrentamiento armado en el que murieron varias personas dentro
de la discoteca Christine, en Puerto Vallarta, Jalisco.
Ese fue el primer choque entre la banda de los Arellano
Félix y Joaquín Guzmán Loera, El Chapo; pero
seis meses después, el 24 de mayo de 1993, ocurrió el enfrentamiento
más violento entre ambas organizaciones, que marcó el destino
del grupo colocándolo en el escenario internacional, cuando fueron
asesinados el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y cinco personas
más en el aeropuerto de Guadalajara.
El 11 de junio de 1994, los hermanos Arellano Félix
colocaron una bomba en un automóvil frente al hotel Camino Real,
en Guadalajara, donde se celebraban los 15 años de la hija de Enrique
Fernández, festejo al que se suponía acudiría como
invitado Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.
Las autoridades sospechan que el atentado fue idea de Ramón Arellano
Félix.
En junio de 1996, dos militares allegados al general Jesús
Gutiérrez Rebollo fueron acribillados por gatilleros de los Arellano
al ser confundidos con gente de Amado Carrillo en una carretera cercana
a Guadalajara.
Era su mejor época. Benjamín, como jefe
de la organización, contaba con un sofisticado equipo de seguridad
encabezado por Humberto Rodríguez Bañuelos, La Rana.
Este hombre fue identificado apenas el año pasado como uno de los
internos de la penitenciaría del estado en esta frontera, donde
se encontraba procesado por homicidio, pero con nombre falso.
Tras ser plenamente identificado fue trasladado al penal
de máxima seguridad de La Palma; ese fue un duro golpe para la organización
y para la tranquilidad de Benjamín. Sin embargo, antes de la detención
de La Rana, el cártel de los Arellano Félix
sufrió varios golpes por parte de las autoridades. La detención
de Emilio Valdez Mainero y Alfredo Hodoyán Palacios, en septiembre
de 1996, inició la lista de una serie de aprehensiones que comenzaron
a desarticular el cártel.
A ésta le siguió la detención, en
1997, de Everardo Páez Martínez, considerado como su administrador,
quien el año pasado fue extraditado a Estados Unidos. Luego vinieron
los arrestos de Amado Cruz Anguiano, presunto lavadólares de
la organización; Jesús Labra Avilés, en 2000, y más
recientemente de Ismael Higuera Guerrero, El Mayel, todos ellos
integrantes del llamado consejo de jefes del cártel.
Hoy, con la detención de Benjamín Arellano,
sólo Manuel Aguirre Galindo, conocido como El Caballo, permanece
libre. Aguirre es identificado por las autoridades como uno de los principales
encargados de invertir las ganancias del cártel en sociedad
con empresarios de California y Baja California.
Reparto de riquezas
A él se le atribuyó la propiedad del complejo
turístico Oasis, ubicado entre los municipios de Playas de Rosarito
y Tijuana, que fue intervenido por la PGR hace tres años. Incluso,
en el Registro Público de la Propiedad y el Comercio de Baja California
aparece un testimonio de la compraventa de uno de los terrenos en donde
se construyó dicho complejo turístico, con un valor de 20
millones de dólares; el documento ubica a Aguirre Galindo como el
comprador y al panista Eugenio Elorduy Walther, actual gobernador de Baja
California, como uno de los dos vendedores; la operación se registró
en 1985.
Sin embargo, pese a esa evidencia la PGR tuvo que devolver
el complejo a ''sus legítimos propietarios'', toda vez que de acuerdo
con el acta 75790 de la Notaría Pública Número 3,
el complejo turístico no pertenece al narcotraficante, sino a su
madre y demás familiares.
El documento, que data de 1996, señala que Esperanza
Galindo, madre del capo, es la dueña de un millón
384 mil 199 acciones, con un valor de 13 millones 841 mil 990 dólares.
Guadalupe Aguirre, hermana del narco, tiene 165
mil 734 acciones, valoradas en un millón 657 mil 340 dólares;
el hijo de Aguirre Galindo tiene también 307 mil 574 acciones valuadas
en 3 millones 75 mil 740 dólares, y su abogado, Urbano Hernández,
posee 176 mil 309 acciones valoradas en un millón 763 mil 90 dólares.