Las 12 canciones del disco hablan de la historia, la sociedad, el amor, la economía y la vida
Los trovadores-animales presentan Tres compositores mexicanos
Los trovadores-animales Silverio Jiménez, Francisco Palacios y Armando Rizo presentaron su disco Tres compositores mexicanos. En el acto, además de entonar sus composiciones, interpretaron canciones de Chava Flores, en homenaje al primer trovador urbano.
Esta tercia fue miembro del efímero Comité de Músicos Mexicanos AC, que en 1990 intentaron generar los derroteros organizativos de un movimiento musical cuyo ideario consistió en encontrar estilos propicios en uno solo, tras haber resistido con el comité poco menos de seis años y con trayectorias como solistas que los llevaron a escenarios como el Palacio de Bellas Artes y el Zócalo; a presentarse en foros culturales de Guatemala, Cuba y Japón y a ganar concursos como el Nacional de la Canción Universitaria y La Lira Cachonda.
Con jazz, blues, rock, sones huastecos y montuno, huapangos, zapateados y canción lamento, este trío de músicos de la cotidianeidad se interpreta y reinventa a sí mismo combinando indistintamente en un dúo de voces, una tercia de guitarras o explorando las posibilidades sonoras de un trovador solista.
Las doce canciones que contiene este proyecto discográfico, surgido de una gira por Guatemala, hablan de la historia, la sociedad, la economía, el amor y la vida en las grandes urbes, con un discurso renovado gracias a la interpretación en conjunto.
Temas como 1992, de Alejandro Rizo, compositor de 28 años que se caracteriza por su predilección por "crónicas musicales de realismo mágico", le llevarán por una travesía de sucesos históricos donde la preocupación sobre el futuro de la humanidad no está exenta de humor y cierta poesía. Virginia, de Francisco Palacios, que entre obras de teatro y documentales también ha musicalizado algunos poemas de Carlos Pellicer, habla de las madres solteras, la circunstancia social que enfrentan y el aborto. Romance de Tilantongo es uno de los poemas del tabasqueño, que en manos de Silverio Jiménez sitúa al amor entre coladeras y callejones.
JORGE CABALLERO