El cineasta prepara una biografía y un
documental sobre Julio Cortázar
La crisis en Argentina propiciará una nueva
diáspora de artistas, vaticina Montes-Bradley
Contrakultura fue ''un proyecto dentro de un
país que va a dejar de ser país'', explica
Recrea en sus filmes las vidas de Jorge Luis Borges,
Osvaldo Soriano y Osvaldo Bayer
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La crisis económica argentina provocará
una nueva diáspora de artistas e integrantes de la comunidad cultural
hacia países de Europa y América, entre ellos México,
advierte el cineasta Eduardo Montes-Bradley quien ha realizado documentales
sobre los escritores más famosos de su país: Osvaldo Soriano,
Jorge Luis Borges y Osvaldo Bayer. En los recientes años se ha dedicado
a Julio Cortázar, de quien prepara una biografía y un documental:
el primero lleva el título Cortázar sin barba, con
decenas de fotografías inéditas y va de 1914 a 1952, mientras
que la cinta Cortázar en Dr. Jeckyll y Mr. Hyde parte del
año en que termina el libro.
Estos cuatro documentales se enmarcan en el proyecto Contrakultura,
que Montes-Bradley comenzó en 1996 con la intención de filmar
la vida de varios autores latinoamericanos, empezando por los argentinos
y que ahora, por la situación que prevalece en la nación
sudamericana, llega a su fin con un reto: terminar el filme sobre Cortázar.
Partir de un desacuerdo
Al
respecto, el director de El sekuestro (1996) señala que Contrakultura
''estaba dentro de un país que tenía un proyecto, pero el
proyecto de ese país dejó de ser proyecto y creo que va a
dejar de ser país'' y ahora el documental sobre Cortázar
''depende pura y exclusivamente de mi voluntad. El señor de las
barbas está en mis manos y de quienes me ayuden a terminarlo, porque
en realidad la situación en Argentina es catastrófica. Ahora
tendré que buscar otros caminos, otras salidas''.
La crisis, agrega, terminó con el proyecto, pero
a final de cuentas ''quién me dijo que podía confiar en un
país donde los peronistas tenían la oportunidad de tomar
la manija que, como diría Borges, no son ni buenos ni malos, son
incorregibles. No fuman, pero ven un cenicero sobre la mesa y se lo llevan''.
Pese a la crisis, el documental del autor de Rayuela
no está suspendido; sí faltan 30 mil dólares para
terminarlo, pero ''mi cerebro sigue funcionando''.
Hasta ahora, Montes-Bradley ha reunido unos cien testimonios
para la cinta, como los de Horacio González, Viviana Hecker, Carlos
Montemayor, Hugo Gutiérrez Vega, Manuel Antín, Sergio Ramírez
y Claribel Alegría.
Asimismo, continúa su trabajo de investigación
para concluir el libro, que incluye fotografías inéditas
reveladoras de un Cortázar niño, estudiante, viajero, en
su cuarto de pensión o en su estudio de traductor, además
de documentos, como su libreta cuando se recibe de traductor y su pasaporte
infantil.
Con Cortázar, explica, ''me unen las diferencias,
porque entonces tengo un espacio en la reflexión. Es mejor partir
de un desacuerdo para hablar de algo''.
Se decidió a hacer un documental sobre el autor
de Historias de cronopios y de famas cuando se topó con él,
por accidente, en la camiseta de un negro en Londres quien creía
que Cortázar era Ernesto Che Guevara.
Fue en Picadilly Circus, durante una manifestación
pacifista, cuando el negro se le acercó para pedirle fuego. El cineasta
reparó de inmediato en el tipo que adornaba la prenda: ''Encendí
su cigarrillo sin ocultar mi curiosidad. 'Linda camiseta', le dije, mientras
volvía a guardar el encendedor. El africano le dio una pitada profunda
al pucho, exhaló y me dijo como quien no quiere la cosa:
'tengo tres camisetas del Che. Esta es la que más me gusta',
tras lo cual desapareció entre la multitud que empezaba a entonar
los primeros versos de Imagine. Tomé el subterráneo
y me dije: esto es un documental''.
El papel del azar
Cortázar llegó por azar, también
así se convirtió en filme Osvaldo Soriano, autor de Triste,
solitario final. Antes de ellos, Montes-Bradley se transformó
de director de filmes de ficción hollywoodenses en documentalista,
cuando lo tradicional es a la inversa: de documentalista a realizador de
largometrajes.
Con los documentales, agrega, ''trato de entender quién
soy. No quién es Cortázar, Borges, Bayer o Soriano''. En
mis filmes ''evito obviedades, juego con las ironías y me río
de todo, incluso de mí mismo, lo cual significa que reírse
de los planteamientos que uno hace, individualmente o en grupo, es tener
una mirada menos anquilosada, menos severa de la propia historia''.
El realizador no piensa si el filme gustará o no
al público y a la crítica: ''No hago películas para
que la gente se emocione, se ría o aprenda. Hago documentales para
hablar de mí y de mi generación. Porque hablar de los escritores
es hablar de nosotros, de cómo los vemos a ellos''.
Tal vez el siguiente en la lista de sus documentales sea
un escritor mexicano. De seguro Octavio Paz