Vilma Fuentes
Júlio Pomar
Fauno sereno en el salón de M. Teste, heterónimo
de Pessoa, Snarck y melena leonina de Alicia y Carroll, centelleo del vuelo
nocturno de un cuervo soñado por Poe, evasión del tigre de
entre los barrotes borgianos, aroma venenoso de una flor prendida al saco
de Baudelaire, retrato surgido de los autorretratos de Frida con otros
pinceles, Júlio Pomar atrapa, con su pintura y en ella, al mismo
tiempo, la ausencia y la presencia, que son las claves secretas de la revelación.
En las más disímbolas obras de este magnífico
artista portugués, en sus recortes inspirados en Matisse, en sus
abstracciones, en sus figuras, en los retratos de los ''otros'', reconozco
de inmediato a Júlio Pomar. ¿Cada pintura de un artista sería
siempre un autorretrato? Pero, cuando digo que reconozco a Pomar al ver
alguno de sus cuadros, ¿quiero decir que lo veo a él? ¿O
que veo a través de él? ¿De su mirada de vidente ciego?
?No olvido que uno de sus libros se titula Elogio de la ceguera.
Y, sin embargo, en el juego de figuras y desfiguras, en
la descomposición de trazos y colores llamaradas, identifico de
golpe, sin dudas, como evidencias, a Baudelaire, al cuervo, a Poe, a Mallarmé,
a Frida, al toro y a Europa... Puedo incluso mirar al tigre en el interior
de un cuadro vacío donde faltan algunos barrotes de la reja.
Las ediciones de La Différence, que ya han probado
varias veces su profesional maestría en materia de publicación
de libros de arte (Bacon, De Kooning, Armand, Saura, Botero, etcétera)
acaban de sacar un extraordinario ''catálogo razonado'' de la obra
completa de Júlio Pomar. El ''catálogo'' comprenderá
tres volúmenes. El primero que acaba de salir es ya, en sí
mismo, una especie de museo portátil, donde es posible pasearse
en el interior de la obra y del taller del artista. Júlio Pomar,
nacido el 11 de enero de 1926 en Lisboa, comparte su existencia entre París
y su país natal, Portugal. Numerosas fotografías lo muestran,
sea en su taller, a solas cuando pinta, sea en compañía de
su mujer, Tereza, cuadro vivo entre un tigre, Edgar Allan Poe y Charles
Baudelaire. La presencia de Tereza, a la vez reservada e imborrable, agrega
un sortilegio de más a la obra hechicera de Júlio. En un
hermoso texto de introducción, Michel Waldberg escribe: ''Retratos
secretos, retratos soñados''. Y, en efecto, la obra figurativa de
Pomar nos transporta a un espacio donde sería inútil querer
mantener la separación entre lo real y el sueño.
Pessoa, citado por Waldberg, atribuye a su heterónimo
Caeiro estos versos:
La extraordinaria realidad de las cosases mi descubrimiento
de cada día.
Es esa extraordinaria realidad la que pinta Júlio
Pomar. Una realidad más real que lo real. Una realidad sin realismo
?¿el realismo no es, sin lugar a dudas, la más pobre expresión
de lo real? Pomar, a partir de lo que ve de real, abre las puertas del
sueño. ''Mi campo de experiencia ?señala el artista? es como
una red de pescador que recoge peces y piedras, algas y botas. Acaso lo
que pretendo no es hacer una cosa, sino ver las cosas que pasan por mí''.
Así, la Frida Kahlo de Júlio Pomar es tan
Frida como Pomar: gigantesca hoguera de colores flamboyantes, jungla de
azules, verdes y burdeos, ojazos negros de donde brota, géiser vivo,
la mirada de la pintora mexicana recuperada por los pinceles de Pomar,
tal vez durante una visita a la selva amazónica o en un viaje imaginario
al más imaginario de los Méxicos: el soñado por ella
y por él.
Pintor y hombre de su tiempo, en 1974, año de la
revolución de los claveles en Portugal, Júlio Pomar participa
en intervenciones públicas de artistas, en especial en el ocultamiento
de la estatua de Salazar en el Palacio Foz, sede principal de la política
cultural del régimen derrumbado, y en la conmemoración del
10 de junio (fiesta nacional de Portugal), durante la cual 48 artistas
realizan una pintura colectiva para celebrar la libertad recuperada. El
mismo año en que conoce a Joaquim Vital, fundador de las ediciones
de La Différence, cuyo catálogo posee una decena de libros
alrededor de Júlio Pomar o escritos por él mismo ?sin contar
los que ha ilustrado.
A propósito de sueños, propongo uno: que
un gran museo de México, como el de Bellas Artes o el Cuevas, organice
próximamente una exposición, o mejor aún, una retrospectiva
de la obra del sin duda más grande pintor vivo portugués.