Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 23 de febrero de 2002
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Cultura
Vilma Fuentes

Júlio Pomar

Fauno sereno en el salón de M. Teste, heterónimo de Pessoa, Snarck y melena leonina de Alicia y Carroll, centelleo del vuelo nocturno de un cuervo soñado por Poe, evasión del tigre de entre los barrotes borgianos, aroma venenoso de una flor prendida al saco de Baudelaire, retrato surgido de los autorretratos de Frida con otros pinceles, Júlio Pomar atrapa, con su pintura y en ella, al mismo tiempo, la ausencia y la presencia, que son las claves secretas de la revelación.

En las más disímbolas obras de este magnífico artista portugués, en sus recortes inspirados en Matisse, en sus abstracciones, en sus figuras, en los retratos de los ''otros'', reconozco de inmediato a Júlio Pomar. ¿Cada pintura de un artista sería siempre un autorretrato? Pero, cuando digo que reconozco a Pomar al ver alguno de sus cuadros, ¿quiero decir que lo veo a él? ¿O que veo a través de él? ¿De su mirada de vidente ciego? ?No olvido que uno de sus libros se titula Elogio de la ceguera.

Y, sin embargo, en el juego de figuras y desfiguras, en la descomposición de trazos y colores llamaradas, identifico de golpe, sin dudas, como evidencias, a Baudelaire, al cuervo, a Poe, a Mallarmé, a Frida, al toro y a Europa... Puedo incluso mirar al tigre en el interior de un cuadro vacío donde faltan algunos barrotes de la reja.

Las ediciones de La Différence, que ya han probado varias veces su profesional maestría en materia de publicación de libros de arte (Bacon, De Kooning, Armand, Saura, Botero, etcétera) acaban de sacar un extraordinario ''catálogo razonado'' de la obra completa de Júlio Pomar. El ''catálogo'' comprenderá tres volúmenes. El primero que acaba de salir es ya, en sí mismo, una especie de museo portátil, donde es posible pasearse en el interior de la obra y del taller del artista. Júlio Pomar, nacido el 11 de enero de 1926 en Lisboa, comparte su existencia entre París y su país natal, Portugal. Numerosas fotografías lo muestran, sea en su taller, a solas cuando pinta, sea en compañía de su mujer, Tereza, cuadro vivo entre un tigre, Edgar Allan Poe y Charles Baudelaire. La presencia de Tereza, a la vez reservada e imborrable, agrega un sortilegio de más a la obra hechicera de Júlio. En un hermoso texto de introducción, Michel Waldberg escribe: ''Retratos secretos, retratos soñados''. Y, en efecto, la obra figurativa de Pomar nos transporta a un espacio donde sería inútil querer mantener la separación entre lo real y el sueño.

Pessoa, citado por Waldberg, atribuye a su heterónimo Caeiro estos versos:

La extraordinaria realidad de las cosases mi descubrimiento de cada día.

Es esa extraordinaria realidad la que pinta Júlio Pomar. Una realidad más real que lo real. Una realidad sin realismo ?¿el realismo no es, sin lugar a dudas, la más pobre expresión de lo real? Pomar, a partir de lo que ve de real, abre las puertas del sueño. ''Mi campo de experiencia ?señala el artista? es como una red de pescador que recoge peces y piedras, algas y botas. Acaso lo que pretendo no es hacer una cosa, sino ver las cosas que pasan por mí''.

Así, la Frida Kahlo de Júlio Pomar es tan Frida como Pomar: gigantesca hoguera de colores flamboyantes, jungla de azules, verdes y burdeos, ojazos negros de donde brota, géiser vivo, la mirada de la pintora mexicana recuperada por los pinceles de Pomar, tal vez durante una visita a la selva amazónica o en un viaje imaginario al más imaginario de los Méxicos: el soñado por ella y por él.

Pintor y hombre de su tiempo, en 1974, año de la revolución de los claveles en Portugal, Júlio Pomar participa en intervenciones públicas de artistas, en especial en el ocultamiento de la estatua de Salazar en el Palacio Foz, sede principal de la política cultural del régimen derrumbado, y en la conmemoración del 10 de junio (fiesta nacional de Portugal), durante la cual 48 artistas realizan una pintura colectiva para celebrar la libertad recuperada. El mismo año en que conoce a Joaquim Vital, fundador de las ediciones de La Différence, cuyo catálogo posee una decena de libros alrededor de Júlio Pomar o escritos por él mismo ?sin contar los que ha ilustrado.

A propósito de sueños, propongo uno: que un gran museo de México, como el de Bellas Artes o el Cuevas, organice próximamente una exposición, o mejor aún, una retrospectiva de la obra del sin duda más grande pintor vivo portugués.

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