Mesa redonda por el centenario del artista en la Casa de la Cultura Reyes Heroles
La búsqueda de Alvarez Bravo, empeño sin faltar a la lealtad, subraya Ortiz Monasterio
''Es el fotógrafo vivo más importante del mundo'', señala su colega Héctor García
En los intentos para comprender a Manuel Alvarez Bravo existen entendidos erróneos, como suponer que ha integrado dos ideologías distintas: la de los muralistas y la de un arte que trasciende la época, cuando en realidad él logró su propia expresión moderna, coincidieron Teresa del Conde y Pablo Ortiz Monasterio, durante la mesa que se efectuó en Coyoacán como parte del homenaje por el centenario del natalicio del decano de la fotografía en México.
El sitio, la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles. Hubo otro participante que comentó con más énfasis anecdótico: el también fotógrafo Héctor García, para quien en el homenajeado se tiene ''al fotógrafo vivo más importante del mundo''. García contó cómo una de las impresiones originales alcanza en la actualidad 94 mil dólares: ''Alvarez Bravo, cuando le comenté esto, me decía que hay fotografías de él que ya vuelan y caminan solas. No me gusta ver cómo van, porque van muy bien, pero no me toca nada a mí''.
Del Conde citó algunos de los que denominó ''entendidos erróneos'' en torno de Alvarez Bravo, derivados de la ambigüedad en las declaraciones del propio fotógrafo, a la que se suma la ingenuidad de algunos de sus entrevistadores, como es el origen de la famosa Parábola óptica o su pertenencia al surrealismo.
En complemento Ortiz Monasterio enriqueció esa visión con el testimonio de cercanía:
''Don Manuel Alvarez Bravo es un hombre del altiplano, donde quizá la falta de oxígeno hace que las cosas no se digan directamente.''
Recordó, por ejemplo, el homenaje en el Palacio de Bellas Artes en el cual ''decidió que lo más adecuado para la ocasión era que escucháramos a Mahler, para que hubiera una voz seria y serena''.
En coincidencia con esos entendidos que mencionó Del Conde, Ortiz Monasterio dijo que si bien hay críticos que lo asocian al muralismo, ''no es esa su expresión, sino lo es más una modernidad, cercana a la objetividad alemana. El es más bien un gran artista que usa la fotografía''.
Espíritu épico e innovador
Ortiz Monasterio hizo caer en la cuenta que el temprano reconocimiento, su asociación con muralistas o surrealistas fue casual. Destacó que Manuel Alvarez Bravo siguió una persistente búsqueda en la que no hubo deslealtad, en la que trabajó lo mismo en dependencias gubernamentales que en fotografía de cine: ''Se debe tener en cuenta que es hasta que se pone de moda la fotografía como expresión popular, en los años sesenta, que él empieza a ser conocido''.
De hecho, destacó Ortiz Monasterio, Manuel Alvarez Bravo alcanza el reconocimiento real en los años setenta, circunstancia que habla ''de un hombre debido a su trabajo, que hablaba en parábolas como cuando decía al alumno 'tiene que ir a escuchar el aplauso de una mano' y podían pasar diez años para que se entendiera a qué se refería''.
Manuel Alvarez Bravo, concluyó Ortiz Monasterio, demostró en el espíritu épico e innovador de sus fotografías, ''pero sobre todo en su sentido ético que se refleja en la integridad de su obra, que para ser mejores artistas tenemos que ser mejores personas''.