En México, unos 50 sobreviven en cautiverio;
Animal Planet presenta documental hoy
El lobo gris, ni tan feroz ni salvaje, especie en peligro
de extinción
Para la bióloga María Pía, estos
mamíferos son claro ejemplo de cómo debe ser el liderazgo
social Un logro, el creciente interés en su preservación,
dice Jorge Servín, investigador del INE-Durango
MARIANA NORANDI
Desde tiempos muy lejanos el lobo siempre ha sido visto
por el hombre como uno de sus mayores enemigos. A pesar de que existe gran
parentesco entre el perro y el lobo -ambos pertenecen a la misma familia
de cánidos- el primero siempre ha sido considerado el mejor compañero
del hombre, mientras que el segundo, su mayor antagonista. La literatura
infantil ha reforzado esta enemistad mostrando al lobo como la bestia más
feroz y criminal del reino animal. ¿Y qué decir del mítico
Hombre Lobo de la literatura fantástica que tanto representó
el cine? un hombre que, en noches de luna llena, se transforma en un terrorífico
lobo que asesina indiscriminadamente y de la manera más sanguinaria.
Actualmente, cuando el hombre ya ha acabado con casi todos
los lobos de la tierra, nos damos cuenta de que aquel animal con el que
nos asustaban en la niñez no era ni tan feroz ni tan salvaje y que,
debido a la guerra que le declaró el hombre hace siglos, hoy representa
una especie en peligro de extinción. El lobo mexicano tampoco ha
sobrevivido a tan despiadado exterminio y en estos momentos se encuentra
en riesgo de desaparecer.
La
distribución histórica en América del lobo gris (Canis
lupus) abarca desde Alaska hasta el centro de México y tiene
24 subespecies; el lobo gris mexicano (Canis lupus bailey) es una
de ellas. Históricamente habitó en el sur de Estados Unidos
-Arizona, Nuevo México y Texas- y en los territorios mexicanos de
Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Aguascalientes,
San Luis Potosí, el Bajío y la meseta central, llegando incluso
hasta Oaxaca; es decir, entre la Sierra Madre Oriental y la Occidental.
El lobo mexicano es la más pequeña de las
subespecies americanas. Del hocico a la punta de la cola mide alrededor
de metro y medio, tamaño similar al de un perro pastor alemán.
Los lobos machos tienen un peso promedio de 33 kilogramos y las hembras
de 27 kilos. Su altura oscila entre 60 y 80 centímetros y el color
de su pelaje varía entre diversos tonos de amarillo y gris. En estado
de cautiverio un lobo puede llegar a vivir 15 años, mientras que
en libertad vive alrededor de nueve años.
La conducta social de los lobos es sumamente compleja
y constituye una de las más estructuradas entre los mamíferos.
La manada puede estar compuesta de cuatro a ocho miembros pero, años
atrás, cuando todavía había muchos lobos, podían
incluso encontrarse grupos de más de 30. Esta organización
social está formada con base en una jerarquía muy compleja
y difícilmente alterable. El alineamiento jerárquico es de
forma piramidal y está compuesto por una pareja adulta que dirige
la manada, un grupo de subordinados que secunda su liderazgo y por los
llamados parias, que siguen al grupo sin tener una actividad determinada
dentro de él. La pareja dominante es la única que se puede
aparear y su relación es monógama. En el momento de parir,
la loba es asistida por todos sus subordinados, tanto en el parto como
en el cuidado y alimento de los cachorros.
El doctor Jorge Servín, investigador del Instituto
Nacional de Ecología AC de Durango, explica: "la jerarquía
es el lugar que cada lobo tiene dentro de su grupo social y que da acceso
a utilizar ciertos recursos como alimentación, espacio o pareja.
Si hay alimento disponible para todo el grupo, la pareja de lobos dominantes
tiene acceso prioritario a consumirlo. Cuando satisfacen sus necesidades,
entonces acceden los lobos subordinados hasta que todos los miembros del
grupo logran alimentarse".
Para llegar a ser líder de la manada un lobo ha
de reunir una serie de características determinadas. María
Pía Soto, bióloga e investigadora de la Universidad Autónoma
Metropolitana, cuenta: "el líder no adquiere ese rango por ser agresivo
con sus compañeros, porque si fuera así, no lo aceptarían.
El líder debe ser amable, el que arriesga la vida por la manada,
el que se relaciona con todos y el encargado de que exista una cohesión
social. La organización de los lobos constituye un ejemplo de cómo
debe ser el liderazgo social".
Pero si el lobo está en peligro de extinción,
más lo está la manada. Actualmente es muy difícil
encontrar grupos numerosos de lobos, porque son muy pocos los que viven
en libertad y muy escasa su presa. Los lobos son carnívoros que
cazan en grupo, pero esta cacería colectiva se da cuando la presa
es lo suficientemente grande como para ser compartida. Si la presa es pequeña
(ardillas, ratones, ratas...) entonces la caza es individual o a lo sumo
en pareja. En Estados Unidos todavía encontramos registros que demuestran
la existencia de manadas, pero en México no existen datos de supervivencia
de manadas y tampoco existe la certeza que quede algún lobo en estado
silvestre. Pero, ¿cuándo comienza la guerra del hombre contra
el lobo?
La guerra contra el mamífero
Hay
hipótesis que afirman que este conflicto se remonta a la prehistoria,
cuando el cavernícola veía en el lobo un rival en la caza.
Sin embargo, no es hasta la época de la Conquista cuando aparecen
las primeras pruebas de un evidente ataque contra el lobo. Los españoles
traen ganado a tierras americanas y crean granjas, talan bosques y ahuyentan
a las presas autóctonas del lobo como eran el venado y el berrendo,
entre otras. Al ir desapareciendo su presa tradicional, el lobo se ve en
la necesidad de invadir el territorio de los granjeros en busca de animales
domésticos, es entonces cuando el hombre declara abiertamente la
guerra al lobo.
Los métodos de combate fueron agujeros-trampa,
venenos, trampas de acero y armas de fuego, pero llegó un momento
que estas prácticas no fueron eficientes.
A finales de la década de los 40, los granjeros
estadounidenses y mexicanos pidieron apoyo gubernamental para acabar con
el depredador, alegando que no sólo acababa con su ganado sino que
además era transmisor de la rabia silvestre. A partir de entonces
se desarrolla una campaña de exterminio que usa un veneno llamado
1080 (monofluroacetato de sodio), altamente peligroso, espolvoreado en
carne utilizada como cebo.
Las consecuencias de esta acción fueron: la aniquilación
casi total del lobo, la muerte de otros depredadores como el puma, oso
negro, gato montés, coyote, zorra gris o zorra norteña, y
finalmente la muerte de muchas aves carroñeras que se envenenaron
al comer animales intoxicados. En México esta campaña se
inició en 1956 y los resultados no se hicieron esperar.
En el área de Nacozari de García, Sonora,
se encontraron 4 mil 600 coyotes y lobos envenenados, en Nuevo Casas Grandes,
Chihuahaua esa cifra se elevó a 7 mil 800. El doctor Servín,
quien estudia la conducta de los lobos en la reserva La Michelía,
comenta: "esta campaña redujo drásticamente la escasa población
de lobos en el norte de México. Nunca se supo con certeza cuántos
lobos se mataron con ese veneno, ni se generaron datos cuantitativos de
la mejora que proporcionó a la ganadería.
Para finales de los 60 los lobos eran muy raros y se les
consideró exterminados en 1970, aunque desde entonces se tienen
registros de ataques esporádicos de estos cánidos en algunas
regiones de la Sierra Madre Occidental".
A partir de 1970 la actitud gubernamental y social respecto
al animal dio un giro de 180 grados, pasó de enemigo a ser una especie
en peligro de extinción al que es necesario salvar. En 1975, el
Comité Conjunto para la Conservación de la Vida Silvestre,
constituido por México y Estados Unidos, coincidió en la
necesidad de preservar la subespecie de lobo mexicano y propuso un programa
para su reproducción en cautiverio. Así se creó el
Comité Internacional para la Recuperación del Lobo Mexicano.
Reproducción en cautiverio
Para lograr la reproducción en cautiverio, a finales
de la década de los 70 se capturaron seis lobos mexicanos (una hembra
preñada y cinco machos) y se llevaron al zoológico Desert
Museum de Arizona. Ese pie de cría se reprodujo con éxito
y en 1993 ya había 139 lobos, los cuales viven en diferentes zoológicos
y reservas de México y Estados Unidos. Según Servín,
"la población cautiva que existe actualmente sobrepasa los 270 ejemplares.
En México hay unos 50 y el resto en Estados Unidos". María
Pía, quien investiga la reproducción de los lobos dentro
de un proyecto del laboratorio de Ecología y Comportamiento animal
de la UAM explica: "Estados Unidos ha tenido más éxito con
la reproducción que México y todavía no sabemos bien
por qué. En la UAM ya estamos investigando las causas desde un punto
de vista hormonal".
En México podemos encontrar lobos en los
zoológicos de Guadalajara, León, Tamatán (Tamaulipas),
Zacango (estado de México), Chapultepec, San Juan de Aragón,
en el Africam Safari de Puebla, en el centro natural de San Cayetano (estado
de México), en el parque de los Coyotes del Distrito Federal, en
la Reserva La Michelía (Durango), en el Centro Ecológico
de Sonora y en el rancho Los Encinos (Chihuahua).
El objetivo de los biólogos es empezar a liberar
los lobos que han crecido en cautiverio en áreas seleccionadas y
protegidas. Estas zonas abarcarán territorios que tradicionalmente
pertenecieron al lobo y que no están habitadas por el hombre.
Las esperanzas de que esta especie no desaparezca son
relativamente bajas y entre los conservacionistas existen diversas opiniones.
María Pía Soto opina: "con el convenio de intercambio de
lobos que existe entre Estados Unidos y México tal vez se reduzcan
los problemas de consanguinidad que se van a empezar a producir, pero con
el número de lobos que hay en México veo difícil su
salvación". Jorge Servín se muestra más optimista:
"el lobo ha sobrevivido en etapas más críticas. En estos
momentos la imagen y percepción del lobo por el hombre está
cambiando y es un logro que exista gente interesada en conservar una especie
que durante siglos ha sido considerada dañina y perjudicial para
los intereses del hombre".
El tiempo y los resultados de los programas de reinserción
del lobo a su hábitat natural van a definir el futuro incierto del
lobo. Pero como dice Servín: "de nada sirve luchar por la conservación
del lobo si no se logra por medio de una estrategia integral de conservación
del bosque como unidad, pues el lobo es parte de una cadena natural que
está rota".
Ahora sólo queda esperar que los esfuerzos de los
científicos sean secundados por un verdadero cambio de mentalidad
social respecto a la conservación del lobo mexicano, pues su extinción
significaría mucho más que perder una especie, representaría
perder parte de nuestra identidad cultural e histórica.
Oportunidad de repoblamiento
Durante tiempo, aproximadamente cuatro mil lobos grises
mexicanos habitaban el sur de Estados Unidos y el norte de México.
Actualmente los únicos ejemplares que han sobrevivido se crían
en cautiverio. Gracias a los esfuerzos de conservacionistas y biólogos,
el decreciente número de lobos grises tendrá una nueva oportunidad.
Hoy, la cadena televisiva Animal Planet presenta esa esperanza, llevándonos
al santuario que encabeza el programa de repoblamiento de lobos mexicanos
en libertad. El documental se llama México: el regreso del lobo
gris y será emitido a las 17, a las 20 y a las 24 horas.