Carlos Bonfil
Vivir mata
ƑQué sucede con la "versatilidad" de nuestros cineastas? En los últimos años hemos asistido a bruscos cambios de registro en las filmografías de algunos directores mexicanos, con resultados a menudo opuestos. Dos casos elocuentes, las cineastas Maricarmen de Lara y Marisa Sistach. Del trabajo muy meritorio de documentalista sobre cuestiones de sexualidad y género, la primera directora dio un aventurado salto a la comedia light con En el país de no pasa nada, y el resultado fue muy poco alentador. Sistach dio en cambio el salto inverso y pasó del humorismo fallido de Anoche soñé contigo a una realización verdaderamente notable, Perfume de violetas. Revisando los éxitos de la comedia romántica mexicana, desde Cilantro y perejil hasta Sexo, poder y lágrimas, pasando por Todo el poder; y considerando también descalabros como El segundo aire o El anzuelo, cabría aventurar, como primera conclusión, que el género fílmico más exitoso en México es en realidad un arma de dos filos: por un lado, recompensa en taquilla a directores que no parecen tener otra cosa que ofrecer que productos conformistas, de humorismo previsible y digestión sencilla, y por el otro, penaliza inclementemente a aquellos realizadores que han demostrado poseer un punto de vista original, un estilo sólido, y realizaciones memorables, y que por alguna razón se aventuran en las empresas más ingratas. Si a esto añadimos el desgaste de las fórmulas humorísticas de este cine, su infatigable recurso al tema de la pareja romántica de clase media enfrentada al caos circundante (violencia urbana, inseguridad, crisis económica), y la explotación hasta el cansancio del habla popular como sello de realismo y garantía de comicidad inmediata, habrá que constatar que el público bien puede ya exigir del cine nacional nuevas opciones expresivas, y que comienza a hacerlo.
Frente a esta situación, Ƒcómo no manifestar sorpresa ante Vivir mata, la nueva aventura del hoy muy versátil realizador Nicolás Echevarría? ƑTendrá caso recordar que se trata del autor de la única cinta maestra de los noventa en México, Cabeza de Vaca? ƑO de estupendos documentales/ensayos, María Sabina, mujer espíritu, El niño Fidencio, Poetas campesinos? Echevarría regresa hoy a la pantalla, luego de una década de silencio, con una película estridente, Vivir mata, declaración de odio, a lo Efraín Huerta, a la ciudad de México, declaración de amor también a su galería de Vitelloni chilangos, en vísperas de la andropausia, que fatigan sus calles a bordo de una camioneta, macerando enconos, agravios y frustraciones. Uno de ellos, Diego (Daniel Giménez Cacho), vive penosamente el dilema de la sinceridad imposible y la simulación redentora en su relación con Silvia (Susana Zavaleta), habiendo adoptado ambos identidades falsas en aras de una seducción exitosa. Paralelamente, la ciudad de México es el vertedero mayor de simulaciones y mentiras, de transas y corrupciones, y de una miseria presentada --presagio apocalíptico-- como un incesante desfile de vendedores ambulantes. El viaje alucinante de los cuarentones post-68, post-coitum tristeza de la carne, conoce asaltos visuales de toque surrealista con avestruces que cruzan la calle entre los autos, una vaca frente a un refrigerador, un choque de ambulancias, turistas rusos apenas distinguibles de los turistas japoneses de Sólo con tu pareja, y la infumable recurrencia de una glamorosa e inútil ex novia del protagonista, una Lucrecia envuelta en llamas. Los embotellamientos en el purgatorio urbano tienen como complemento el congestionamiento de gags visuales y de ocurrencias pretendidamente humorísticas que se auto anulan en la obviedad y la reiteración ("La nalga es la nalga es la nalga..."). Aunque lo que verdaderamente disminuye la estatura de la cinta es su candor irredimible, su convicción de estar sugiriendo un tema novedoso al hablar de la mentira. ("Si de algo trata la película es de que la mentira nos mantiene vivos. La verdad sería una revelación tan fuerte y terrible que tenemos que recurrir siempre a la mentira., es nuestro único antídoto contra la verdad". Echevarría, para Cine Premiere). A lo que habría que añadir la revelación aún más terrible del auto engaño que permite en el cine nacional abordar sin fuerza dramática, con insipidez humorística, y a destiempo, las relaciones de poder en la pareja, los conflictos pasionales que no se resuelven en chistosadas, los infiernos del desencuentro sentimental, o ignorar la ironía, ambigüedad y fina malicia de una comedia como Gotas de agua sobre piedras ardientes, del joven galo Francois Ozon, o, en terrenos menos intimistas, la perturbadora farsa social que es Felicidad, de Todd Solondz. ƑNicolás Echevarría seducido por la comedia rosa? ƑPor las paranoias colectivas convertidas ya en lugar común de nuestro cine? ƑPor lo pintoresco verbal, almanaque del turismo interclasista? ƑPor el realismo mágico de Alfonso Arau, por las fantasías adolescentes de Alfonso Cuarón? La simulación bien puede ser, después de todo, la mayor de todas las perversidades.