Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 3 de febrero de 2002
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Contra
MAR DE HISTORIAS

Gente de banco

CRISTINA PACHECO

Sostenida por sus muletas, Paula mira fascinada la lluvia de billetes que caen sobre la mesa.

-Estrella: mejor esconde ese dinero. Si alguien lo ve capaz que entre a matarnos.

-Por Dios, ¿quién va a saber que tengo aquí todo esto?- Estrella se acomoda en una silla y revuelve el dinero como si se tratara de fichas: -Ni se lo imaginan. ¿Y sabes por qué? Porque se supone que una como yo no puede tener nada. Ni dignidad ni aspiraciones. Y además, si junta cuatro centavos, se vuelve sospechosa?. Estrella sonríe con amargura: -Me di cuenta cuando me hicieron un montón de preguntas estúpidas. Y para nada.

-No vale la pena que te amargues por eso?. Paula levanta una de sus muletas: -Hay cosas peores.

-Sí, sí, ya sé que lo de tus piernas es terrible?. Estrella no disimula su impaciencia: -¿Por qué mejor no te sientas?

Con dificultades Paula se desprende de sus muletas y se desploma en un sillón desvencijado:

-No la agarres conmigo, yo no te aconsejé que fueras al banco?. Mira el dinero de reojo: -Es más: ni sabía...

-Perdóname?. Estrella juguetea con un billete. -¿Por qué seré tan pendeja?

-Siempre que algo te falla te da por insultarte.

-Para desahogarme del coraje que siento contra mí misma.

Deveras, no sé qué me dio... -Estrella aleja el billete: -Antes todo estaba perfecto: subía al cuarto para hacer mi chamba, cobraba mi dinero y llegando a la casa ¡córrele a guardarlo debajo del colchón!

-¿Y por qué no le seguiste así?

-Por todo lo que está pasando y, para colmo, el otro día La Leona contó que a su madrina la ahorcaron para robarle doscientos pesos que guardaba en una ollita.

-Ahora te matan por menos. No es por asustarte, pero tener aquí todo ese dinero es peligroso.

-Pues ni tanto. Nunca traigo a ningún viejo y, aparte de ti, nadie entra en mi casa.

-Se me hace que mejor ya no voy a venir, porque si se te pierde algo pensarás que fui yo.

-¿En qué mundo de mierda estamos viviendo?- Estrella grita: -No es justo que por haber ahorrado cuatro centavos me hayan visto como sospechosa en el banco y que ahora tú, por lo mismo del dinero, quieras terminar con nuestra amistad.

-No te pongas así?. Paula consigue levantarse pero en el intento de tomar sus muletas pierde el equilibrio, cae en el sillón y lanza un gemido.

-¿Te lastimaste?

-No. Sólo me duele que me creas tan desgraciada como para dejarte así nomás.

-Piensa en lo que me dijiste?. Estrella se hinca frente a Paula. ?A ver, dime: si pensara mal de ti, ¿crees que te habría dicho lo del dinero? Contéstame.

-No, pues no?. Paula sonríe agradecida: ?¿Qué sucedió en el banco? Ni me lo has dicho.

-Nada: no logré abrir una cuenta?. Estrella enciende un cigarro, apoya el codo en la mesa y mira fascinada el ascenso del humo. ?Tenía tanta ilusión que ni dormí. Me pasé la noche pensando en llamar al pueblo a mi papá y decirle: "Estrella, su hija a la que desconoce, ya es gente de banco". Así habla él cuando se refiere a una persona importante: "Don Fulano es gente de banco". Cree que es lo máximo. Para demostrarle que esta vez no estaba mintiéndole, iba a mandarle un cheque.

-Todavía puedes hacerlo. Hay otros bancos.

-¿Para que me hagan lo mismo? No, gracias.

-¿Qué te hicieron? Dímelo de una vez.

-Para empezar, no sabes lo que fue salir de la casa con el dinero en la bolsa. Cada tipo que veía en la calle se me figuraba que iba a asaltarme. No tomé taxi porque pensé: "Si el chofer ve adónde voy pensará que traigo dinero y qué tal si me mata." Por eso preferí caminar hasta la sucursal de junto al cine.

-No está tan lejos.

-No, pero con los nervios que llevaba el camino se me hizo eterno. Cuando llegué me sentí tan feliz de haber sobrevivido que hasta me alegró hacer cola quince minutos. A la señorita de la ventanilla le dije que necesitaba abrir una cuenta. Me preguntó si de ahorros o de cheques. Le dije que no sabía porque era la primera vez que iba para un trámite así. "Permítame", dijo y corrió a hablar con un relamidito. El me pidió que lo acompañara con la gerente. Pensé: "ya la hice", y hasta me sentí importante.

-¿Qué te pusiste para ir al banco?

-El vestido que me vendió La Leona.

-No habías de comprarle a esa vieja: es muy carera.

-Lo hago por ayudarla. Cada rato va a Tijuana, dizque a comprar ropa gringa. No es cierto: va al penal a ver a su viejo. Se metió con narcos y lo agarraron. Por él, La Leona talonea como loca en La Merced, vende ropa, hace tandas...

-Olvídate de La Leona y sigue contándome lo del banco.

-Total que me llevaron con la gerente y le expliqué lo que quería. Me respondió que para eso necesitaba cubrir ciertos requisitos. Como iba preparada le entregué mi credencial de elector. La dejó a un lado. Le pregunté si no era suficiente. "Desde luego, pero necesitamos cierta información y, en su oportunidad, comprobarla. Es muy sencillo y toma poco tiempo".

-¿Y qué información quería?

-Toda: si pago renta o es mía la casa, si soy casada o soltera, cuántas personas dependen de mí, dónde trabajo, qué antigüedad tengo allí, cuánto gano, qué tarjetas manejo?. Estrella sonríe maliciosa. ?Me dieron ganas de decirle que nada más la de Conasida, pero me aguanté.

-¿Y del trabajo...?

-Pues ni modo de decirle que soy sexoservidora. Le respondí lo que me vino a la cabeza: "Estoy a comisión en una fábrica de colchones. Por eso no puedo decirle de cuánto son mis entradas al mes... pero calculo que son bastantitas".

-Híjole, qué bien te la sacaste.

-¡Qué va! Creo que fue peor porque me salió con que: "De todas formas usted tendrá recibos. Necesito que me traiga los últimos seis. Así verificaré la empresa y podré hacer un cálculo de sus ingresos mensuales". Eso sí me cayó mal y le paré el alto: "Todo eso estaría muy bien si viniera a pedirles un préstamo. Pero yo he venido a dejarles mis ahorros de años y años de trabajo. ¿O cree que me los robé?" Hizo una sonrisa bien falsa: "No, y por lo mismo sé que le resultará muy fácil traerme las constancias que le pido. Créame que se las exigimos a todas las personas para evitar que en nuestra institución se lave dinero. ¿Cuándo podrá traerme sus recibitos?"

-Le hubieras dicho que se los llevabas después. Los de la imprenta de aquí abajo te los hubieran hecho hasta gratis.

-No se me ocurrió. Empecé a temblar y a empaparme de sudor porque todos me veían: la gerente, las personas que estaban esperando su turno, los otros empleados?. Estrella deja caer los hombros: -Hice algo estúpido: salí corriendo.

-Pero si no era nada malo.

-No, sólo cometí un crimen: en diecinueve años de puta, a costa de un montón de sacrificios, logré ahorrar cuarenta y siete mil doscientos trece pesos?. Estrella se desliza las manos por el talle: -Es lo que me cobra el cirujano por borrarme la cicatriz de la cesárea. Cada que me la veo sufro mucho porque me acuerdo de mi niña. Si viviera estaría cumpliendo veinte años.

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