Directora General: Carmen Lira Saade

México D.F. Sábado 26 de enero de 2002

Cultura

Ť El escritor recurre al laconismo para ejercer su quehacer narrativo

Idos de la mente marca el rencuentro de Crosthwaite con la música norteña

Ť Dividir el libro en postales o escenas ''me permite manejar historias a modo de un mazo de naipes'', explica Ť ''Un corrido, así narre un homicidio masivo, es bailable''

CESAR GÜEMES

Norteño de clóset hasta hace poco más de cinco años, Luis Humberto Crosthwaite acepta públicamente la influencia del sonido singular del acordeón y el bajo sexto. El rencuentro con la música del norte del país lo llevó a escribir Idos de la mente, historia de dos músicos cuyo talento los conduce a la par por los caminos del éxito casi instantáneo y de la derrota que se vislumbra inevitable.

crosswaithe_luis_j24k9Nacido en Tijuana, Crosthwaite ha construido una de las obras más sólidas de los escritores mexicanos de su generación. Prolífico, se dio a conocer con Mujeres en traje de baño caminan solitarias por las playas de su llanto, volumen al que siguieron El gran pretender, La luna siempre será un amor difícil y Estrella de la calle Sexta. Se define como ''empedernido cinéfilo, inexorable melómano, irreductible mitómano, esporádico dipsómano, guionista de cine, padre de hijos y amante de la comida china del norte".

Idos de la mente está trabajada en una multiplicidad de capítulos que van de las tres páginas a los que ocupan apenas un párrafo de cuatro líneas. Así explica el apastillamiento de su narrativa: ''Es un proceso que se ha ido generando a lo largo de mis libros. Desde el primero comencé a incorporar este tipo de lenguaje un tanto telegráfico. Salió de manera natural al inicio y la diferencia con mi escritura actual es que es del todo consciente. En algún momento trabajé la frase corta incluso llevada al laconismo. Hoy ha cambiado y forma parte de mi planteamiento literario. Llegué a la conclusión, después de varios textos, de que esta es la forma en que quiero escribir: el libro se divide en una especie de postales o escenas. Eso me da una gran oportunidad de manejar la historia a modo de un mazo de naipes que puedo cambiar de puesto."

-¿Es posible que no tuvieras el plan completo desde el comienzo?

-No precisamente. Esta novela tuvo la fortuna de ser un cuento. Ahí narraba prácticamente lo mismo de una manera más sintética. Ese cuento me sirvió como un mapa a fin de hacer la historia larga. Tiendo a ser esquemático por cierta formación en el campo de la informática, y eso me lleva a diagramar mis historias. Conservo todavía el diagrama en que vertí el cuento para ver cuáles eran sus vertientes y por dónde debería crecer.

Pura invención

-Los nombres de los protagonistas son de particular importancia porque es casi automático ponerle apellido. Reyna a Cornelio y Ayala a Ramón. Desde luego estabas consciente de esa relación con personas del mundo real.

-Lo estaba y me interesó que el lector llegara con cierto bagaje al libro. Cuando hago aparecer a un personaje, absolutamente ficticio, que se llama José Alfredo, busco que el lector le coloque el apellido Jiménez. Claro, el libro no es biográfico, así que ninguno de los personajes tiene bases concretas en la realidad. Quise tomar algunos aspectos básicos de cierta persona y a partir de ahí construir la ficción. Debo decir que no me documenté sobre la vida de Cornelio Reyna ni Ramón Ayala para hacer el libro. Decidí partir de la nada, que todo fuera invención. Si acaso, y esto fue para mí un momento importante de la novela, es que también busqué relacionar el texto con el rock. Leí una biografía de los Beatles que anduvo en boga el año pasado y advertí que mucho de lo que vivieron Lennon y McCartney también podían vivirlo mis personajes: la búsqueda de fama, las separaciones, los rencuentros, la relación con las mujeres y la capacidad musical.

-Si bien la novela habla de un mundo creado por ti, lo cierto es que se parece a la realidad cotidiana en el norte del país.

-Tiene sus cimientos en la existencia diaria. Sin embargo, los personajes cuentan con la característica de ser transgresores de ellos mismos. La frase del título implica directamente a la locura. Es por eso que Cornelio y Ramón interpretan la realidad de una forma extraña. Cornelio, cuando escribe sus canciones, dice que las recibe de Dios. Eso se puede leer como locura o producto del abuso de alguna sustancia.

-Lo mismo que le pasa a tu personaje llamado José Alfredo.

-Igual. Dios se manifiesta diciendo que el género norteño es una tradición musical que aprecia tanto como a Mozart. Entonces, conferirle a Dios preferencias musicales es algo ido de la mente.

-La música norteña que habita la novela es celebratoria, vitalista.

-Celebra la vida en sus distintas dimensiones. No es un tango. La tragedia misma en nuestra música del norte se maneja con cierta alegría. Un corrido, así hable de un homicidio masivo como Sólo las mujeres quedan, es bailable. El género norteño me parece trascendente, el registro que hace por ejemplo de la vida de los indocumentados en Estados Unidos no tiene par. Todavía no contamos con estudios sociológicos serios sobre esa realidad y ya la música nos ha dado crónicas magníficas de lo que es la vida de frontera o de la inmigración. Este género es una de las primeras manifestaciones de transculturación.

La obra de Crosthwaite, universalizada a fuerza de ser localista, no pudo escribirse sin las vivencias en Tijuana y alrededores. Concluye: ''Hace poco trataba de que mi trabajo literario se apegara a la frontera y en el caso de libros recientes, el norte del país, que lo mismo representa a grandes ciudades que al desierto o al mar. En Idos de la mente quise abordar mi descubrimiento: el norte es mucho más que la frontera".