Directora General: Carmen Lira Saade

México D.F. Sábado 26 de enero de 2002

Economía

Ť Polémica sobre si se trata de un escándalo político o sólo de un problema financiero

La quiebra de Enron puso en evidencia las fallas de todo el sistema estadunidense

Ť Según The New Republic, el asunto va más allá de las acciones ilegales del gobierno

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 25 de enero. La quiebra de Enron ha provocado más de una docena de investigaciones oficiales y desatado una gran polémica sobre si se trata de un escándalo político que implica al gobierno de George Bush o si es sólo un problema financiero. Pero, según varios observadores, es más que todo esto: el escándalo no es que Enron haya actuado fuera del sistema, sino que más bien es el sistema.

Varias de las investigaciones que se realizan tratan, entre otras cosas, de identificar si hubo algún tipo de ayuda o comportamiento ilegal por parte del gobierno del presidente George W. Bush en torno a Enron y sus ejecutivos, algunos de los cuales tienen vínculos íntimos con los ocupantes de la Casa Blanca.

Al inicio, los medios, la clase política y otros se enfocaron sobre si Bush y su gente prestó ayuda a Enron, y definieron así el potencial escándalo que resultaría si se demostraba un quid pro quo entre gobernantes y sus amigos ricos que habían invertido millones en la cúpula política nacional. Sin embargo, hasta la fecha no hay pruebas de una maniobra ilegal.

Aunque los ejecutivos de Enron se comunicaron en varias ocasiones con altos funcionarios gubernamentales para buscar su asistencia, no hay prueba de que alguien en el Poder Ejecutivo haya respondido de manera inapropiada.

enron_suicidio_kjwAsí, la propia Casa Blanca y varios comentaristas han insistido en que el asunto Enron es exclusivamente un escándalo financiero y que no hay un lío político. Pero otros señalan que el epicentro del escándalo no se ubica en qué hizo la Casa Blanca después de la implosión de Enron, sino que el asunto revela un escándalo del mismo sistema.

El escándalo político no tiene que ver con acciones ilegales del gobierno ni con alguna conducta poco ética, explicó la revista The New Republic, sino con la forma en que funciona el propio sistema político entero, con toda legalidad. O sea, el sistema es el escándalo.

La historia de Enron es bastante simple: en 1985 un grupo de empresarios ricos construyó una compañía y después se dedicaron a un intenso cabildeo en el Congreso y otras ramas del gobierno estadunidense para asegurar que la firma se pudiera enriquecer sin obstáculos de las iniciativas de desregulación eléctrica mientras escondía sus ganancias y luego sus crecientes pérdidas financieras en cientos, tal vez miles, de subsidiarias extranjeras o compañías fantasmas.

Al ocultar estas finanzas, la empresa logró inventar una imagen pública y financiera de una corporación gigantesca y próspera que llegó a ser evaluada como la séptima empresa más grande del país. Con ello se logró que inversionistas, asesorados por los grandes bancos y firmas financieras de Wall Street, continuaran comprando acciones o ofreciendo crédito.

Cuando funcionarios de nivel medio del gobierno estadunidense intentaron limitar las maniobras de empresas como Enron, para esconder sus actividades financieras mediante subsidiarias, altos funcionarios e influyentes legisladores rechazaron estas propuestas. Enron, en efecto, utilizó ?legalmente? al sistema para generar ganancias, siempre expresando su gratitud con generosas donaciones políticas y un esfuerzo de cabildeo de alta intensidad para evitar el escrutinio de sus operaciones reales.

"El escándalo es que conservadores en Washington de forma sistemática rechazaron una serie de salvaguardias que hubieran amortiguado el daño del colapso de Enron, y hasta haberlo prevenido", consideró The New Republic esta semana.

Pero, no sólo fueron los conservadores quienes ayudaron a Enron, sino una amplia gama de la clase política en Washington, incluyendo conocidos demócratas liberales como el senador Robert G. Torricelli hasta republicanos conservadores como el senador Phil Gramm.

En solo uno de los diversos mecanismos empleados por Enron para sus maniobras financieras, la empresa estableció una serie de asociaciones financieras con un número limitado de socios controlados por el presidente de Enron, y éstas fueron utilizadas para ocultar pérdidas financieras y permitieron que se registraran cuentas positivas inventadas.

Estas transacciones, reveló ABC, se realizaban de la siguiente manera: Enron otorgaba un préstamo de 100 millones de dólares a una de estas asociaciones limitadas con el acuerdo de que este monto se usaría como inversión que resultaría en un ingreso a Enron de 800 millones. La transacción se registraba en la contabilidad de Enron como un préstamo de un crédito de 100 millones y en efecto una nota promisoria de pago en el futuro de 800 millones; así la empresa reportaba una ganancia de 700 millones ?cifra sin ninguna base real más que un supuesto compromiso de una de sus asociaciones limitadas de entregar esa suma. De hecho, en muchos de los casos estas asociaciones no tenían capacidad para cumplir con ese compromiso.

Rechazó el Congreso la iniciativa para hacer transparentes transacciones

No existen leyes que obliguen a Enron a divulgar los detalles de este tipo de transacciones, y cuando un funcionario de nivel medio del gobierno de Bill Clinton sugirió que deberían de establecerse nuevos y más rigurosos requisitos para obligar a las empresas a revelar este tipo de negocios, el Congreso rechazó la iniciativa.

Cuando el presidente de la Comisión de Valores e Intercambios propuso, en el año 2000, una iniciativa que hubiera prohibido que firmas de contabilidad ofrecieran servicios de asesoría y auditoría a un mismo cliente para evitar conflictos de interés ?como se sospecha ocurrió con el caso de Enron y su empresa de contabilidad Arthur Andersen?, una vez más los legisladores rechazaron la iniciativa.

"Nos equivocamos", reconoció el senador Torricelli esta semana en una audiencia donde recordó que él fue uno de los legisladores que bloqueó esa legislación, que hubiera prevenido algunas de las prácticas de Enron. Billy Tauzin, presidente de una de las comisiones de la Cámara que investiga el asunto de Enron, también fue uno de los legisladores que descarriló los intentos para fortalecer las reglas de contabilidad, pero no expresó ningún mea culpa esta semana. Ambos legisladores, como cientos más de sus colegas, recibieron contribuciones electorales de Enron durante los recientes años. De los 248 senadores y representantes miembros de los 11 comités legislativos que investigan el caso Enron, 212 recibieron contribuciones de la empresa para sus campañas en el pasado, reportó hoy The New York Times.

Por ahora, representantes del gobierno de Bush insisten en que el sistema está funcionando bien, que la quiebra de Enron comprueba que, bajo las reglas del libre mercado de un sistema capitalista, las decisiones erróneas de una empresa tienen consecuencias.

Pero como han señalado otros analistas, los responsables de las decisiones erróneas no son los que están sufriendo las consecuencias de esta bancarrota, ni son los que están perdiendo sus casas, sus ahorros y sus ingresos. Los altos ejecutivos mantienen sus autos BMW y sus casas de lujo mientras miles de sus empleados han perdido sus empleos y sus fondos de jubilación en medio de una recesión nacional.

En Houston, una mujer se paseó por las calles portando un gran anuncio: "Ex empleada de Enron... busco empleo con una empresa con integridad". Todo esto preocupa a la cúpula política y económica porque el caso de Enron ?su realidad? pone en tela de juicio ante la opinión pública un aspecto fundamental de la ideología del capitalismo.

"Enron no es considerado un escándalo político porque no ha impugnado el carácter de Bush", opinó The New Republic. "Pero es aún más condenatorio, ha impugnado su ideología".