Ya hasta parece un
ritual en cada informe: Manuel Barlett llega partiendo
plaza, con porras, vítores y aplausos de sus seguidores
y ex colaboradores. En contraste, a su antecesor en la
primera magistratura del estado, Mariano Piña Olaya,
simpre hay alguien que le grita: "¡Ratero!" En
esta ocasión, el adjetivo provino de un grupo de
priistas que formaban una valla en el Centro de
Convenciones.
Esta vez la organización del informe superó a las
anteriores, aunque hubo dos hechos que estuvieron a punto
de empañar el acto protocolario, a causa de los excesos
que acostumbran a cometer los cuerpos de seguridad.
Cuando Gilberto Rincón Gallardo, ex candidato a la
presidencia de la República por el extinto Partido
Democracia Social, estaba dando una entrevista, sufrió
un empujón y se libró de ir a dar al suelo porque el
reportero lo auxilió. El autor del atropello fue un
guarura que pasó corriendo y ni siquiera se percató de
su arbitrariedad.
El otro incidente sucedió dentro del Centro de
Convenciones: cuando recién había iniciado la primera
sesión del Congreso de la LV Legislatura local, los
guardias quisieron sacar a empujones a varios reporteros
y fotógrafos con el argumento: "¡Ustedes váyanse
a su sala de prensa, para eso se las pusieron!". La pasarela de los aspirantes
La sesión del Congreso comenzó sin
contratiempos, unos minutos más tarde de lo programado.
Como parte del protocolo, rindieron protesta los
diputados que por un fallo del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación obtuvieron una curul.
Uno de ellos, el perredista Jesús Alonso Cañete, cuando
debía contestar el juramento no sabía qué hacer y, de
lejos el oficial mayor del Poder Legislativo levantó el
brazo, enseñándole al nuevo representante popular lo
que debía hacer con su extremidad derecha.
Poco antes de las 10 de la mañana arribó al recinto el
gobernador Melquiades Morales Flores. Como es tradicional
en él, el jefe del Ejecutivo intentó saludar a todos
los presentes. En ese momento había pocos invitados, y
la mayoría de quienes ocupaban los lugares de las
primeras filas eran burócratas que estaban sentados
allí, apartando el lugar para que no se fueran a ocupar
las sillas destinadas a las "figuras" de la
política estatal y nacional.
Uno de los políticos más puntuales fue el candidato
perdedor de las elecciones en el municipio de Puebla,
Carlos Alberto Julián y Nacer. Un grupo de reporteros se
le acercó y el priista le reclamó a uno de ellos:
"¡Yo con usted estoy muy enojado!", a lo que
el comunicador, desconcertado, preguntó: "¿¡Pero
por qué!?" El otrora aspirante a alcalde le
explicó: "¡Por su culpa óscar se tuvo que
rapar!" El ex secretario de Gobernación se refería
a un caso muy conocido en el medio periodístico y
político, acerca del reportero óscar de la Vega Torres,
quien apostó su cabellera a que Nacer ganaba las
elecciones.
Al poco tiempo llegó el panista Luis Paredes Moctezuma,
alcalde electo de Puebla, quien primero se detuvo a
hablar con varios periodistas y después fue directo a su
asiento, evitando voltear hacia donde estaban varios
priistas, entre ellos su rival en los pasados comicios,
Carlos Alberto Julián y Nacer.
El próximo edil optó por conversar con el líder
nacional del Partido Convergencia por la Democracia,
Dante Delgado Ranauro, y con el subsecretario de
Gobernación, Víctor Gabriel Chedraui.
Sin embargo, quien sí pasó totalmente desapercibido fue
José Luis Flores Hernández, el ex aspirante a candidato
a gobernador. El priista estuvo sentado varios minutos en
la primera fila del extremo del salón, sin conversar con
nadie, muy lejos de aquellos tiempos en que muchos
miembros de su partido querían estrecharlo y
acercársele, porque pensaban que él, y no Melquiades
Morales, iba a ser el mandatario estatal.
Todos los invitados entraban en orden al salón. El
verdadero tumulto se dio cuando llegó Beatriz Paredes
Rangel, pues atrás de ella venía una nube de reporteros
que querían arrancarle una declaración incendiaria
contra su rival, Roberto Madrazo Pintado, pero la
tlaxcalteca no cedió y usó respuestas diplomáticas y/o
rebuscadas para salir bien librada.
Una pregunta que se le hizo con insistencia a Paredes
Rangel es si Melquiades Morales la está apoyando para
ser dirigente del Partido Revolucionario Institucional,
pues ambos son militantes de la Confederación Nacional
Campesina. Ella se sostuvo en que no, sin embargo, la
cercanía que siempre hubo del hermano del mandatario,
Jesús Morales Flores, y del líder de los diputados
federales poblanos, Jaime Alcántara Silva, para muchos
fue una señal de que en Puebla la ex gobernadora de
Tlaxcala posiblemente va a ganar la contienda interna del
Revolucionario Institucional.
En los corredores del Centro de Convenciones también
nació y falleció una candidatura del Partido Acción
Nacional. Resulta que el flamante director de Gobierno
federal, Humberto Aguilar Coronado, tras admitir por
enésima vez que va a buscar la postulación de su
partido a gobernador de Puebla, dijo que su principal
contendiente no es ni Ana Teresa Aranda ni Francisco
Fraile García, sino la secretaria de Desarrollo Social,
Josefina Vázquez Mota -aquella que escribió el libro
"Dios hazme viuda"-; la funcionaria federal
desmintió casi de inmediato a su compañero de gabinete:
"Mis papás sí son de Puebla, pero yo no, y no
tengo intenciones de competir".
Tampoco faltaron a la cita las huestes duras del PRI.
Pobladores de Santa Catarina los Reyes -donde nació el
gobernador-, San Martín Texmelucan y San Miguel Canoa.
Llevaban todos ellos precarios estandartes de cartón con
el logo de su partido, y leyendas como ésta: "Con
Melquiades y el Partido Revolucionario Institucional
hasta la muerte".
Estos priistas campesinos no entraron al recinto donde
Melquiades Morales rendía su informe, ante invitados
ataviados de trajes lujosos y perfumes caros. Los
labriegos fueron conducidos a un salón en la planta baja
del Centro de Convenciones, desde donde observaron, a
través de una pantalla gigante, cómo el mandatario que
se jacta de su origen campesino hablaba sobre los logros
de su gobierno a la mitad del camino.
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