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Ť Se buscarán relaciones con funcionarios
de Bush
Llegará hasta la Casa Blanca la investigación
sobre quiebra de Enron
Los investigadores del Congreso estadunidense ampliarán
sus pesquisas sobre la quiebra de Enron para determinar si la administración
del presidente George W. Bush intervino ilícitamente a favor del
gigante de la industria energética, informó ayer el diario
Financial Times.
El matutino agregó que el senador John Lieberman,
quien dirige las pesquisas legislativas sobre el desempeño de las
autoridades federales ante el fracaso de la empresa energética,
dijo que el comité que preside investigará si funcionarios
de la administración Bush favorecieron a Enron.
Adicionalmente, Henry Waxman, demócrata integrante
de la Comisión de Energía y Comercio, que ha iniciado sus
propias averiguaciones, envió una carta al secretario del Tesoro,
Paul O'Neill, y a Donald Evans, secretario de Comercio, para pedirles detalles
acerca de las relaciones entre Enron y funcionarios del gobierno.
A finales de octubre y principios de noviembre O'Neill
y Evans hablaron por teléfono con Kenneth Lay, director ejecutivo
de Enron, quien apoyó durante largo tiempo a George W. Bush. Ambos
reiteraron ayer que Lay no solicitó ayuda al gobierno estadunidense.
''Es un hecho obvio que los ejecutivos de Enron hicieron
grandes contribuciones a la campaña de Bush ?declaró Lieberman
al programa Face the Nation, de la cadena CBS?. Sabemos que el señor
Lay y otros ejecutivos de Enron participaron en el diseño de la
política energética de la administración Bush''.
Lieberman y Waxman dijeron que no se ha encontrado evidencia
de conductas ilícitas, pero la ampliación de las investigaciones
ha obligado a la Casa Blanca a reunir información acerca de todos
sus contactos con Enron.
Lieberman agregó que los directivos de Andersen,
la empresa de contabilidad encargada de las auditorías a Enron,
podría enfrentar un proceso luego de que se reveló que sus
ejecutivos ordenaron la destrucción de documentos de la compañía.
Según la revista Time, investigadores revelaron un memorándum
con fecha 12 de octubre, en el cual se ordenaba a los empleados del área
administrativa destruir todos los registros de la auditoría, con
excepción de ''documentos básicos''.
Andersen ha rechazado la posibilidad de que la destrucción
de documentos continuara después del 8 de noviembre, cuando recibió
el citatorio de la Comisión de Seguridad y Cambios del mercado de
valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés). Andersen
declaró la noche del domingo: ''Reconocemos que hubo comunicados
internos que despertaron dudas. Nosotros procederemos cuando sea apropiado.
Esperamos anunciar pronto avances al respecto''.
Además de las conversaciones de Lay con funcionarios
del gabinete de Bush -y de seis a ocho llamadas entre Greg Whalley, presidente
de Enron, y Peter Fisher, subsecretario del Tesoro- se ha descubierto que
Robert Rubin, secretario del Tesoro durante el gobierno de Bill Clinton
y alto ejecutivo de Citigroup, también estuvo en contacto con Fisher,
con quien habló sobre la participación de entidades de crédito.
Fisher y Rubin coincidieron en que el gobierno nunca ofreció intervenir,
pero O'Neill aseguró que le sorprendió enterarse de esa llamada.
Evans reveló que antes de la llamada que le hizo
a Lay el 29 de octubre, hubo una conversación previa el 15, un día
antes de que Enron diera a conocer las enormes pérdidas que precipitaron
su colapso.
El domingo en la noche los abogados de Enron seguían
negociando los términos en que vendería su división
de comercialización de energía a UBS Warburg.
Por su parte, Multinational Monitor señaló
que al parecer la consultora Arthur Andersen siguió los consejos
de abogados especializados en delitos de cuello blanco, entre ellos
Harvey Pitt, defensor estrella de las firmas contables, quien se convirtió
en presidente de la SEC.
En 1994 apareció un artículo del que Pitt
fue coautor (''Cuando a las buenas empresas les ocurren cosas malas: un
manual para el manejo de crisis'') donde apunta que: ''En numerosas crisis
corporativas generalmente hay documentos clave. Los asesores de la compañía
deben aprovechar cualquier oportunidad para hacer entender a los ejecutivos
que esos documentos seguirán su propio camino una vez que empiece
el litigio (...) Pida a los ejecutivos y a los empleados que se imaginen
todos sus documentos en manos de algún minucioso inspector o en
la primera plana de The New York Times (...) Cada compañía
debe tener un sistema para determinar la retención o destrucción
de documentos (...) Obviamente, una vez que se ha recibido un emplazamiento
a juicio o está por emitirse, la destrucción de documentos
debe suspenderse inmediatamente''.
La situación no tiene visos de mejorar, pues son
precisamente los guardianes de las firmas contables quienes están
al frente de la SEC.
Además, el presidente George W. Bush nombró
recientemente a dos nuevos comisionados de la SEC y ambos han sido socios
de poderosos despachos: uno es Paul Atkins, de PriceWaterhouseCoopers,
y la otra es Cynthia Glassman, de Ernst and Young. Estos nombramientos
le dan a la industria de la contabilidad control absoluto sobre lo que
alguna vez fue la máxima autoridad encargada de perseguir el crimen
corporativo. Ante esta perspectiva, concluye Multinational Monitor,
habrá más casos como el de Enron en el futuro de Estados
Unidos.