Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 15 de enero de 2002
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Política
020a1pol José Blanco

Batiburillo

Vaya paradoja. Cuando por fin el Congreso de la Unión alcanzó un status real de autonomía política respecto del Ejecutivo, los señores diputados y senadores quedan muy por debajo de las expectativas que la sociedad se formó sobre su trabajo. Las condiciones en que fue aprobado el primer presupuesto del gobierno de Fox, al cuarto para las doce, fueron comprensibles. Por la novedad, el primer Congreso libre de la dominación del Presidente logró levantar en aquel momento expectativas importantes sobre sus tareas. Si ha habido un desencanto evidente en una parte creciente de la sociedad sobre el primer Ejecutivo no priísta, no menor ?probablemente mayor? ha sido el desencanto social con el Congreso.

Ha habido puntos buenos que anotarle, es cierto. Ahí está el trabajo, aun no completo, sobre la reforma financiera, en los primeros meses del año pasado, del que prácticamente no fue informada la sociedad. Pero, como siempre, las manzanas malas echan a perder a las buenas. Vino inmediatamente el trabajo que a nadie dejó satisfecho ?que no fuera a sus propios autores?, sobre la legislación indígena.

Ahora, a las doce y cuarto, el Congreso parió un batiburrillo de disposiciones fiscales, no una reforma hacendaria. La mejor ocurrencia de nuestros representantes fue la reforma a la ley del ISR, pero aun ésta carga con contrahechuras como las disposiciones fiscales sobre el ingreso de autores. Y no porque éstos no deban pagar ISR, sino porque de acuerdo con lo aprobado unos pagan y otros no. La ley, así, pierde unas de sus exigencias básicas para ser tal: la generalidad.

Ese "criterio" de retrato hablado del impuesto de autores, guió por supuesto también las decisiones de los legisladores para fabricar el engendrito de los impuestos especiales. Por eso también ahora hay cuatro tasas del IVA, graciosamente diseñadas para que el impuesto sea evadido con más facilidad.

¿De dónde salió la homologación de la tasa del ISR para personas físicas y morales? Del mercado político: te la concedo a cambio de que me concedas tal techo de endeudamiento para el GDF y 20 por ciento a los artículos "suntuarios"; una disposición que, al violar la generalidad y diseñarse sobre las rodillas, hace "suntuario" al salmón, pero no al huachinango, al robalo o a las langostas, productos bastante más costosos que el salmón, como se ha repetido en estos días. Los ejemplos se multiplican ad infinitum.

El mercado político es un problema de fondo del batiburrillo. Un sistema fiscal tiene que surgir de una buena técnica fiscal, de una buena técnica jurídica, del conocimiento macro y microeconómico; no de la "política". "Más vale que nos vayamos acostumbrando a que las decisiones de la Cámara de Diputados resulten de la negociación política", dijo un diputado panista hace unos días. Es decir, la "reforma" que tenemos, es la reforma posible, acorde a los personajes concretos que habitan las curules que les concedió la lotería política. Pues no, algunos ciudadanos no estamos de acuerdo en que nos vendan como política el pestilente producto que suele intercambiarse hoy en San Lázaro y sus alrededores.

Tratándose de una reforma hacendaria -como en muchos otros campos; la educación por ejemplo-, la política sirve para fijar los objetivos nacionales que surjan de los acuerdos posibles entre los actores organizados; no para diseñar la reforma misma. ¡Adónde iríamos a parar si los señores diputados, con su robusta ignorancia, diseñaran el contenido de una reforma educativa como la que urge a este país! Para eso están quienes de veras saben sobre los complejos temas que una reforma así involucra.

Una reforma hacendaria, insistamos, ha de diseñarse sobre la base, al menos, de cuatro criterios básicos: 1) justicia recaudatoria: que pague más quien más ingresos perciba; esto no significa necesariamente tasas diferenciadas a las personas, mucho menos a los productos o servicios; 2) competitividad fiscal: tener presente que no es de ninguna manera lo mismo hacer una reforma hacendaria en una economía cerrada, que en una abierta en el contexto de la globalización, menos aún en el marco de un conjunto de tratados internacionales, entre los que hoy sobresale el TLC; 3) eficacia recaudatoria: agregar entre cinco y ocho puntos porcentuales del PIB a las arcas del fisco, en un periodo razonable (cinco a seis años), lo cual entre otras cosas exige la revisión exhaustiva de los sistemas de recaudación y administración; 4) tener presente que, con mucho, la justicia fiscal (y social) se alcanza principalmente por la vía del gasto público y las políticas sociales, no por la vía impositiva. Un IVA igual a todos los productos, con mecanismos de devolución como los que planteaba Fox ?que nunca fueron discutidos por los diputados?, aun deficientes en un principio, habría sido una solución mucho más racional que el engendrito estéril de los impuestos especiales.

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