¤ Cualquier lugar es bueno para la venta de cidís apócrifos

La piratería, un monstruo que se puede encontrar a la vuelta de la esquina

Calles, callejones, plazas, mercados, tianguis, estaciones del Metro, parques, salidas de los cines, estacionamientos, vecindades, paraderos de autobuses y microbuses y todo espacio que sea punto de convergencia y tránsito de las personas se han convertido en lugar por excelencia para la venta de discos compactos de audio y video apócrifos.

El Centro Histórico de la ciudad de México tampoco está exento de esa práctica, identificada por una actividad subterránea en la economía que representa pérdidas anuales de 300 millones de pesos a la industria de la música y el video, según datos de la Asociación Protectora de Derechos Intelectuales Fonográficos (APDIF).

Este impacto no considera el daño adicional causado a los negocios relacionados con la industria del ramo como son los estudios de grabación, artistas, autores, arreglistas, artistas gráficos, impresores y músicos, y desde luego la evasión de impuestos, pero también afecta a proyectos de gran aliento como lo es el rescate del Centro Histórico en su área perimetral B.

No hay operativo que valga

En una área de 9.1 kilómetros en la parte antigua de la ciudad de México, delimitada al norte por el Eje 1 o López Rayón; al oriente por avenida Eduardo Molina, al oriente por San Antonio Abad y al poniente por Abraham González y Donato Guerra, cientos de calles y manzanas se ven invadidas por mercancías ilegales.

Una de las expectativas en el rescate del Centro en su gran dimensión es hacerlo habitable, pero por desgracia hacia el norte tal propuesta está lejana de cumplirse ante la imposibilidad de construir viviendas y complejos habitacionales por la proliferación del comercio en los territorios de Tepito y La Lagunilla.

En un recorrido por el barrio tepiteño pudo constatarse que tan sólo en una de las calles de ese gran tendedero de mercancías y en un día de venta baja -lunes, miércoles o jueves- se encuentran al paso del transeúnte en promedio diez puestos de discos de los llamados piratas con por lo menos mil unidades de cd cada uno.

Pese a los grandes operativos ejecutados en fechas recientes por la Policía Federal Preventiva, la calle de Matamoros, desde Peralvillo hasta Toltecas, en tres cuadras repletas de comerciantes ambulantes se encuentran 35 puestos de discos piratas.

La inspección cotidiana por las zonas identificadas como de mayor comercio y ambulantaje arroja saldos negativos, sobre todo cuando pareciera que no hay operativo que valga, ya que, según la propia APDIF, cuyo representante para América Latina es Marino Radillo, cuando procede la captura de los infractores la sanción es menor.

En efecto, acota Radillo, "se le da sentencia a los infractores y algo que te lleva a futuro a no cometer un delito o repetir un acto ilícito es el castigo; sin embargo estas acciones se siguen cometiendo porque no hay una penalidad".

No obstante, el representante de la APDIF -instancia encargada de realizar investigaciones sobre la existencia de posibles centros o puntos de piratería para formular las querellas en contra de quien resulte responsable- reconoció que las autoridades mexicanas ponen todo el interés para combatir el problema.

Empero, por la aplicación de penas débiles, la falta de una parte acusadora, el propio desconocimiento de las leyes y el escaso número de agencias del Ministerio Público para contrarrestar el ilícito, los falsificadores, según el diagnóstico de la APDIF, gozan de impunidad.

Decenas de calles inundadas de piratas

El presidente del Consejo Directivo de Productores Nacionales de Fonogramas, Peter Honerlange Jostmeler, denunció la existencia de 14 mil puestos en el Distrito Federal en los que se vende impunemente la mercancía falsificada sin que medie supervisión de autoridad alguna.

Así, calle por calle, las cantidades de discos y videos apócrifos aumentan mientras las ganancias de quienes lucran, al margen de toda ley y en paralelo a las promociones de las novedades discográficas o del video de los distribuidores establecidos, se multiplican.

Un foco de atención es Tepito, cuya puerta de entrada, la calle de Tenochtitlán, pasando por el callejón del mismo nombre, desde el Eje 1 Norte hasta Gorostiza, en siete manzanas presenta un cuadro repetido de venta "hormiga", la que permite abaratar la copia a siete pesos por unidad al mayoreo.

Otro corredor es el que conforman Aztecas y Florida, desde Eje 1 Norte López Rayón hasta Constancia, con cinco calles más, y uno más, característico de las vecindades y minibodegas, es el que tiene como eje Jesús Carranza hasta Granada.

Es un hecho que en el perímetro de las calles antes referidas como en las vialidades de El Peñón hasta Avenida del Trabajo y de Fray Bartolomé de las Casas a Eje 1 Norte, hasta el cruce con Paseo de la Reforma, hay cientos de comerciantes involucrados con el negocio.

Hacia las afueras del circuito tepiteño, en el Centro, el ambulantaje ha hecho de las suyas en la vieja vía de Correo Mayor, así como en calles adyacentes al Palacio Nacional como son El Carmen y San Pablo, y si bien hay mercancías de diverso tipo los puestos de discos y videos son los de mayor número.

¿Desinformación, poco interés o componendas?

El comercio "hormiga" se da en todos los paraderos de autobuses y preferentemente en las estaciones del Metro (Sistema de Transporte Colectivo), y qué decir de las que tocan por alguno de sus puntos en la convergencia al Centro, un total de 18.

Provistos en su mayoría de un equipo de reproducción de música y películas, los puestos tampoco pueden prescindir de la luz y muchos se cuelgan del cable público más cercano; en los alrededores hay policías que poco o nada pueden hacer para impedir el ilícito de cada día, ya sea por falta de información, por el poco interés de los mandos superiores para hacerlo o porque también hay componendas de por medio.

El costo del disco pirata, en efecto, disminuye cada día; de ahí que los promedios de venta van de 4 a 5 pesos al mayoreo y al menudeo de 10 a 30 pesos por unidad, porque los falsificadores se guían por el lucro y han hecho caso omiso del llamado de los productores de la música y las cintas en video organizados.

DE LA REDACCION