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Ť Cumple el sueño europeo de viajar y poder
pagar con una moneda común, dijo Schroeder
Llega el euro en medio de temores de efectos inflacionarios
en la UE
Ť Se espera que sea el camino a una mayor estabilidad
macroeconómica para los países que lo adopten Ť No opacará
al dólar estadunidense ni será una amenaza, estiman especialistas
de EU
El primero de enero el euro comenzará a ser parte
de las transacciones cotidianas de más de 300 millones de personas
en 12 países europeos; para ello, desde julio de 1999 se han impreso
14.5 mil millones de billetes y se han acuñado más de 56
mil millones de monedas.
Su recibimiento, que ha sido considerado por líderes
europeos y analistas un hecho histórico, será festejado en
Bruselas, la capital de la Unión Europea (UE), y en otras ciudades,
con espectáculos de luz y sonido y con fuegos artificiales.
La moneda única llega rodeada por temores de efectos
inflacionarios, por dificultades antes de su circulación y por el
hecho, digno de destacarse, de que las monedas nacionales cobrarán
importancia sólo para los coleccionistas.
Las desapariciones
El marco alemán, orgullo desde hace más
de cien años de la nación más desarrollada de Europa,
y otras monedas de España, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia,
Grecia, Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo y Portugal desaparecerán
paulatinamente.
El nacimiento formal de esta moneda se remonta a 1991,
cuando los 15 miembros de la Unión Europea acordaron en la reunión
en la holandesa ciudad de Maastricht una iniciativa para lograr la unión
económica y monetaria.
Los criterios para unirse a esta iniciativa fueron estrictos:
fijar índices de inflación, tasas de interés y déficit
presupuestarios. Se creó también el Banco Central Europeo
para fijar las tasas de interés, mientras Gran Bretaña y
Dinamarca decidieron alejarse del proyecto.
El euro fue lanzado en 1999 como una divisa electrónica
usada por bancos, casas de cambio, grandes compañías y bolsas
de valores, pero la incertidumbre sobre su política y los desacuerdos
entre los distintos gobiernos debilitaron su valor en los mercados de cambio.
Tras los atentados en Nueva York, la confianza de los
mercados se transfirió, por primera vez, del dólar estadunidense
al euro, en un acontecimiento que analistas consideraron como el momento
que marcó la madurez de la moneda como divisa internacional.
Sin embargo, expertos en Estados Unidos advierten que
el euro no opacará al dólar estadunidense, ni será
fuerte en el corto plazo ni una amenaza para el billete verde. Un responsable
de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, señaló
que el euro ''es una buena cosa para las empresas'' europeas y estadunidenses,
puesto que va a facilitar los intercambios mundiales.
Expertos de Wall Street, por su parte, estiman que habrá
riesgos con la entrada en vigor de la moneda, pero su desempeño
podría mejorar en el mercado cambiario si se profundiza la recesión
en Estados Unidos. Asimismo, descartan un desaforado apetito por euroinversiones.
Incluso es probable que los inversionistas a corto plazo
traten de desembarazarse de sus euros para no correr riesgos si algo va
mal debido a la debilidad con la que nace. Entre los factores que debilitan
al euro están la falta de confianza en la política fiscal
y monetaria de la zona euro y en la reforma del mercado financiero.
Las 12 economías que integran la zona euro llegan
con distintos balances a la cita del primero de enero, conocido como ''Día
E''.
Alemania corre el riesgo de entrar en recesión
luego de que en el tercer trimestre de este año registró
un crecimiento negativo. El gobierno alemán se encuentra atascado
entre objetivos de control de gastos y la imposibilidad de aumentar los
impuestos para no perjudicar el consumo. De acuerdo con las previsiones
del Fondo Monetario Internacional, Alemania no debería registrar
más de 0.7 por ciento de crecimiento para 2002.
Francia podría empezar pronto a tener problemas
porque los hogares comienzan a perder confianza ante el aumento del desempleo,
aunque el gobierno confía en que el euro entrará en circulación
venciendo las dificultades, que incluyeron amenazas de huelga por parte
trabajadores de la única fábrica de monedas que existe en
el país.
Al igual que su vecina Alemania, Francia no puede gastar
más y se niega a compensar su pérdida de ingresos fiscales
por un aumento de los impuestos, perjudicial para el consumo. En general
se espera que el euro sea el camino hacia una mayor estabilidad macroeconómica
para los países que lo adopten.
En Argentina, antes de la crisis que derivó en
la renuncia de Fernando de la Rúa, se habló de adoptar al
euro como una salida a la insostenible paridad peso-dólar que mantiene
la nación sudamericana.
Con todo este tipo de adversidades, jefes de Estado y
de gobierno europeos no dudaron en calificar la llegada de las monedas
y los billetes como el ''punto culminante de un proceso histórico
de una importancia decisiva para la construcción europea.
''Experimentaremos el inicio de una nueva era, con la
que nosotros los europeos estuvimos soñando durante decenios, es
decir, la posibilidad de viajar sin el obstáculo de las fronteras
y pagar con una sola moneda común'', declaró el canciller
federal alemán, Gerhard Schroeder, en su mensaje de Año Nuevo.
Puente monetario en Europa
El primero de enero, los europeos llenarán sus
monederos con ocho tipos de monedas y siete billetes en euros, adornados
con dibujos arquitectónicos en lugar de las tradicionales personalidades
y símbolos nacionales en una sola cara de la moneda. Habrá
billetes de 5, 10, 20, 50, 100, 200 y 500 euros, cada uno con particulares
motivos gráficos, color dominante y diferentes tamaños.
En el dorso de cada billete está representado un
puente, que simboliza la comunicación entre los pueblos de Europa
y entre Europa y el resto del mundo. Los siete puentes elegidos corresponden
a otros tantos estilos de diferentes periodos de la cultura europea: clásico,
romano, gótico, renacentista, barroco y rococó, arquitectura
de hierro y cristal y arquitectura moderna del siglo XX.
En el anverso están representadas ventanas y portales
imaginarios y las 12 estrellas que simbolizan ''el dinamismo y la armonía
de Europa".
Las monedas serán de 1, 5, 10, 20 y 50 céntimos
de euro, así como de 1 y 2 euros. Todas tendrán una cara
común en la que se leerá el valor, con un mapa del continente
rodeado de 12 estrellas, y habrá una cara con un símbolo
"nacional" que cada país escogerá. En España, por
ejemplo, estarán las figuras del rey Juan Carlos y del escritor
Miguel de Cervantes; en Francia serán la Mariana (símbolo
de la República), el roble y la sembradora.
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