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REPORTAJE
El Charco, Aguas Blancas y El Bosque, en la lista
Pendiente, respuesta a recomendaciones de la ONU sobre
masacres
Respecto a El Charco, la relatora especial, Asma Jahangir,
informó que todas las versiones recogidas, "salvo la del gobierno,
indican de forma convincente que el Ejército hizo uso excesivo de
la fuerza. También parece ser que la acción fue planeada
y que el grupo de campesinos no fue sorprendido en delito flagrante"
ROSA ROJAS /III ENVIADA
Vigentes y pendientes están las recomendaciones
que como resultado de su análisis de los casos de El Charco y otras
masacres, como las ocurridas en Aguas Blancas y El Bosque, hizo la relatora
especial de Ejecuciones Extrajudiciales de la ONU, Asma Jahangir, al gobierno
mexicano, entre ellas lograr "la desmilitarización de la sociedad
y evitar delegar en las fuerzas armadas el mantenimiento del orden público
o la lucha contra el delito, poner fin a la impunidad de que gozan ciertas
clases y categorías privilegiadas, y realizar reformas para que
los tribunales ordinarios puedan juzgar a todas las personas acusadas de
violaciones a los derechos humanos, cualquiera que sea su profesión".
La propia Jahangir, quien estuvo en México del
12 al 24 de julio de 1999, en el informe sobre su visita, de fecha 25 de
noviembre de ese año, pero difundido al público en el país
el 9 de febrero de 2000, señaló respecto a El Charco que
la CNDH le informó, sobre la base de sus observaciones, que se había
producido un enfrentamiento armado entre el Ejército, que realizaba
una "patrulla ordinaria", y elementos del EPR; que el forense concluyó
que se había disparado a los caídos "desde cierta distancia
y con armas de gran velocidad", no halló "indicios de que se hubieran
empleado granadas u otros explosivos", y la comisión coincidía
con la PGR en que el Ejército había sorprendido a un grupo
en "flagrante delito". Acota Jahangir que "sin embargo, la CNDH sostuvo
que el grupo, aunque estuviera armado, dormía cuando lo rodearon
los soldados".
Añade la relatora especial que la CNDH le hizo
ver una cinta de video, al parecer filmada 24 horas después de los
hechos, en la que aparecía "uno de los principales sospechosos,
la estudiante Erika Zamora Pardo, cuando la entrevistaba un investigador
de la comisión. La entrevistada reconoció que había
armas en la escuela en el momento en que el Ejército llevó
a cabo la operación, pero dijo también que los militares
la habían torturado con descargas eléctricas mientras la
interrogaban. Se apreciaban claramente las lesiones que tenía en
los pies, pero según la CNDH, los médicos que la examinaron
dijeron que no había señales físicas que apoyaran
su denuncia de tortura".
Los campesinos se habrían reunido para debatir
cuestiones propias de su trabajo
Jahangir menciona que la información proporcionada
por fuentes no gubernamentales y testigos hace pensar que un grupo de unos
100 campesinos se había reunido en la escuela de El Charco para
debatir cuestiones prácticas de las labores del campo. Debido a
que cuando terminó el encuentro había anochecido, unos 50
de los participantes decidieron quedarse a pasar la noche en la escuela,
"y de hecho dormían cuando los despertaron los disparos. Algunos
testigos dicen que dos personas resultaron muertas por las granadas arrojadas
dentro del edificio, y que otra resultó herida por fuego de arma
automática. Otros lo negaban. A continuación, el Ejército
ordenó a los ocupantes que salieran de uno en uno y abrió
fuego contra los que salían. A los que consiguieron salir vivos
se les ordenó echarse al suelo, y muchos de ellos fueron maltratados.
Los testigos también describieron cómo los soldados ejecutaron
sumariamente a algunos civiles cuando ya estaban en el suelo. La mayoría
de los testigos negó categóricamente que hubiera habido armas
en la escuela cuando se produjo la ofensiva militar".
La relatora especial añade que todas las versiones
recogidas, "salvo la del gobierno, indican de forma convincente que las
fuerzas armadas hicieron uso excesivo de la fuerza. También parece
ser que la acción fue planeada y que el grupo de campesinos no fue
sorprendido en delito flagrante. Los hechos relatados por la CNDH y los
testigos lo confirman. Las denuncias de los testigos, de fuego indiscriminado
por parte de las fuerzas armadas y matanza de los que ya se habían
rendido, fueron rechazadas por las autoridades sin que se procediera a
investigar seriamente el asunto".
Los testimonios recogidos por la relatora especial la
llevaron a la conclusión de que algunas de las personas presentes
en la escuela "realmente estaban armadas; no obstante, todavía no
está claro en qué medida se puede calificar el incidente
de enfrentamiento armado. El hecho de que no hubiera bajas entre los militares
no parece apoyar las afirmaciones del gobierno en ese sentido".
"Asma Jahangir también desea poner de relieve que,
de haber habido realmente un intercambio de fuego, tampoco se justifican
las violaciones de los derechos humanos, incluidas las ejecuciones sumarias,
presuntamente cometidas por los militares. Tampoco es muy pertinente determinar
si hubo resistencia armada desde el interior de la escuela, ya que al parecer
los abusos se produjeron tras la rendición del grupo. La relatora
especial tiene el convencimiento de que hay muy buenas razones para investigar
las ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por las fuerzas armadas
en este incidente", afirma en su informe.
Por otro lado, la presencia en El Charco del general Alfredo
Oropeza Garnica da pie para que algunos defensores de derechos humanos,
como Andrés Rubio, apunten que la operación fue "planeada",
como lo estima también Jahangir, y no un "reconocimiento nocturno"
regular de elementos al mando del coronel de Infantería del Estado
Mayor, Jorge Alberto Guerra Tenorio, como establece la CNDH en su recomendación.
Sobre el particular, el 19 de junio de 1998, la ex alcaldesa
de Atoyac, María de la Luz Núñez Ramos, envió
una carta al entonces presidente Ernesto Zedillo en la que señalaba
que no es creíble la versión de un "enfrentamiento casual,
cuando al mando del mismo estuvo el general Oropeza, cuyo cuartel está
en Atoyac de Alvarez, a más de 100 kilómetros del municipio
de Ayutla de los Libres". La entonces diputada recordaba que Oropeza fue
víctima de una emboscada el 24 de mayo de 1997 en El Guanábano,
un poblado de la sierra de Atoyac, lo que "puede explicar la crueldad y
la saña con la que decidieron exterminar a los sitiados" en El Charco
(informes de prensa indican que dicha emboscada fue el 27 de mayo; resultó
herido Oropeza Garnica y hubo tres soldados muertos, así como dos
de los 25 eperristas que participaron en la misma). Núñez
Ramos, entonces diputada, demandaba a Zedillo "la apertura de una investigación
honesta, cuyos resultados sean conocidos por la sociedad".
Por su parte, la columna Fuerzas Armadas, de El Financiero,
asentó el 10 de junio de 1998: "Reunidas en una escuela para indígenas
guerrerenses, por lo menos 50 personas armadas con fusiles AK-47 fueron
sometidas por los soldados, después de haber sido localizadas por
inteligencia militar. Cuando el contingente militar llegó al lugar,
el general Juan Alfredo Oropeza Garnica, al mando de la tropa, intentó,
durante casi una hora, que los miembros del EPR depusieran las armas. A
cada llamado del general correspondieron insultos de los atrincherados,
hasta que desde el interior de la escuela se hicieron los primeros disparos.
Resultado: 11 guerrilleros muertos, 21 detenidos y un número no
determinado de heridos".
Cuestionado sobre la presencia de Oropeza Garnica en la
acción militar de El Charco, el cuarto visitador de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos, Rodolfo Lara Ponte, mencionó que la
información recabada por los visitadores de la CNDH fue que un coronel
Guerra estaba al mando del operativo. Se le indicó que la
comisión misma informó que abrió su investigación
con base en la nota de La Jornada, que justamente consignaba la
actuación del citado general ahí, y se le insistió
si el organismo nunca indagó por qué dicho general estaba
en El Charco. Lara Ponte contestó que la CNDH se da a la tarea de
"determinar si efectivamente hubo violación de derechos humanos".
Se le planteó que el punto es relevante, dado que
no es lo mismo hablar de un enfrentamiento casual, en el que hay flagrancia,
que de un operativo planeado que finalizó con la muerte de
11 personas que estaban cercadas, ya que en este caso los militares podrían
haber mantenido el cerco hasta que se rindieran los que estaban en la escuela,
aunque fuera por hambre. El funcionario de la CNDH contestó: "no,
yo no digo que no sea relevante, simplemente repito, nosotros somos un
organismo que no tiene funciones jurisdiccionales, es un órgano
cuasi jurisdiccional, pero no corresponde a la CNDH, en ese sentido,
determinar ese tipo de responsabilidades; nosotros nos circunscribimos
ante la violacion de derechos humanos y hacemos recomendaciones cuando
advertimos que se dieron. Creo que esto es tarea concretamente de los órganos
jurisdiccionales".
Se le cuestionó cuál fue el criterio para
que no se hablara de reparación del daño a las víctimas.
Contestó: "tenemos elementos que nos permiten determinar que hubo
un enfrentamiento", y "corresponde al propio órgano jurisdiccional"
determinar al respecto, y por ello la CNDH recomendó que "por las
vías penal y administrativa se decida si hay reparación a
las víctimas".
Respecto a la jurisdicción sobre las violaciones
a los derechos humanos de los civiles en El Charco, que ahora está
en el fuero militar, se planteó a Lara Ponte que al haber civiles
involucrados, la competencia debería ser del fuero civil, como establece
la Constitución. El funcionario contestó: "yo no tengo esa
interpretación en ese sentido".
?¿Hay un problema de interpretación?
?Yo no creo que sea un problema de interpretación,
es una situación que establece la ley de manera categórica,
es decir, los elementos que conforman el Ejército Mexicano o servidores
públicos de la Sedena, quienes forman parte del cuerpo militar,
tienen sus mecanismos, sus normas, sus propios órganos de procuración
de justicia.
La Constitución establece en el artículo
13... Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra
la disciplina militar, pero los tribunales militares en ningún caso
y por ningún motivo podrán extender su jurisdicción
sobre personas que no pertenezcan al Ejército. Cuando en un delito
o falta del orden militar estuviese complicado un paisano, conocerá
del caso la autoridad civil que corresponda.
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