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MARTES Ť 11
Ť DICIEMBRE Ť
2001
Ť Proponen crear una comisión de la verdad dotada
de amplias facultades legales
La fiscalía sobre desaparecidos "nació
muerta", señalan familiares de las víctimas y ex guerrilleros
Ť Critican el informe de la CNDH porque no garantiza el
inicio de la acción penal
BLANCHE PETRICH
Un grupo de familiares de desaparecidos y ex militantes
de organizaciones armadas ya disueltas concluyeron ayer que la Fiscalía
Especial para la Investigación de Desapariciones Forzosas -aún
sin un titular designado- "nació muerta". Insistieron en la vía
de crear una comisión de la verdad que cuente con "todas las facultades
legales otorgadas" a la citada fiscalía.
Convocados por la fracción del PRD en la Cámara
de Diputados y algunas organizaciones no gubernamentales, una veintena
de personas asistieron al palacio legislativo de San Lázaro a un
encuentro por la presentación de los desaparecidos y el fin de la
impunidad.
Entre otros participó Aléida Gallangos,
una joven que hasta hace cuatro meses creía llamarse Luz Elba Gorostiola,
hija "desaparecida" de dos guerrilleros, Carmen Vargas y Roberto Gallangos,
detenidos en junio de 1975. Puesta a salvo en una balacera -aún
no esclarecida- por otro militante de la L-23, Carlos Gorostiola, cuando
tenía dos años, fue entregada, sin mayor información,
a un hermano. Gorostiola fue muerto en 1976. "Y el hilo de mi historia
se cortó", dijo Aléida en su presentación.
Fue criada en el seno de la familia Gorostiola-Herrera
como una hija más. Ahora sabe que sus padres son desaparecidos políticos,
lo mismo que otro tío suyo, Francisco Gallangos, y su compañera,
Delia Morales. Y que su hermano, dos años mayor que ella, herido
en una pierna hace 26 años, fue a dar primero al IMAN y después
a una casa cuna. "¿Dónde está mi hermano?", se pregunta.
"¿Dónde están los demás niños de entonces,
hijos de tantos desaparecidos?". Su familia y los convocantes al encuentro
pusieron ayer mismo en marcha una campaña para la localización
de Lucio Antonio Gallangos, quien hoy tiene 30 años y quizá
desconozca su verdadera identidad.
Otro de los testimonios fue el de Jesús Ochoa y
Plácido, hermano mayor de la abogada asesinada Digna Ochoa. "Vemos
cómo se abren los archivos del pasado. Exigimos que del mismo modo
se abran los archivos del presente", dijo. Denunció que la familia
Ochoa Plácido solicitó la coadyuvancia del Centro de Información
de Seguridad Nacional (Cisen) y de la Procuraduría General de la
República (PGR), "y en respuesta sólo entregaron a la agencia
investigadora documentos rasurados y recortes de periódicos".
Más lo que omite que lo que dice
David Cilia Olmos, ex militante de la Liga 23 de Septiembre,
hizo un análisis del "informe Soberanes" sobre las desapariciones
forzosas. Este, dijo, "es más relevante y revelador por lo que omite
que por lo que contiene". Actualmente miembro de la organización
de derechos humanos Yax kin, Cilia analizó que a lo largo de 11
años, dos meses y seis días la CNDH sólo dedicó
46 días a elaborar el informe. Señaló que desde septiembre
de 1990 hasta agosto de 2001 los sucesivos funcionarios de la CNDH giraron
18 mil "oficios" en los que prácticamente indagaban en distintas
instancias "si de casualidad tenían por ahí algún
desaparecido".
Durante 37 días, añadió, entre el
6 de agosto y el 12 de septiembre, los visitadores de la CNDH consultaron
532 fichas de un total de 80 millones de tarjetas existentes. Es decir,
se consultaron 6.6 tarjetas por cada millón existente. En esas cinco
semanas leyeron 113 páginas por día, de las 41 mil páginas
que integran los 150 expedientes. El trabajo en el Archivo General de la
Nación abarcó 14 días durante los cuales de consultaron
13 cajas por día, de las 3,308, sólo 5.5 por ciento del total
de la documentación.
En el encuentro se acordó considerar que el "informe
Soberanes" no conduce a conocer el paradero de los desaparecidos ni garantiza
el inicio de acciones penales en contra de los responsables. Se acordó,
entre otras medidas, demandar que la Contraloría de la Federación
realice una auditoría a los sucesivos titulares de la CNDH, Jorge
Carpizo, Jorge Madrazo y Mireille Rocatti. Asimismo, que se inicie acción
penal en contra de Luis Echeverría y José López Portillo
por responsabilidad en crímenes, y contra Miguel de la Madrid, Carlos
Salinas y Ernesto Zedillo por encubrir a los autores materiales de a desaparición
de personas.
Hirales: "el hambre y las ganas de comer"
Por su parte, otro ex miembro de la L-23 que posteriormente
fue asesor del gobierno de Ernesto Zedillo, Gustavo Hirales, respondió
a las críticas que se formularon al "informe Soberanes": "La CNDH
no pudo llegar más alto porque no puede especular", dijo a este
diario. Reconoció que la comisión, con la que colaboró
en la elaboración de algunos de los casos que se presentan y en
la redacción del capítulo que se refiere al entorno histórico,
"ni siquiera se plantearon" acudir en administraciones anteriores a consultar
los archivos del Cisen. "Hay que recordar que en tiempos del secretario
de Gobernación Patrocinio González Blanco se dijo que esos
archivos estaban sellados. Y que la propia CNDH pasó por un periodo
de letargo. Buscar esa información era algo considerado fuera de
razón."
Para Hirales, "con la alternancia, la nueva autonomía
de la comisión y el renovado auge de las demandas por los desaparecidos
se juntaron el hambre y las ganas de comer", señaló.
Ex miembro de la Liga 23 de Septiembre, preso político
en los años setenta, el sinaloense fue asesor de la comisión
gubernamental en los diálogos de San Andrés Larráinzar,
asesor de Adolfo Orive en la Secretaría de Gobernación y
también participó en un grupo de asesoría contrainsurgente
de la presidencia de Ernesto Zedillo, después del surgimiento del
EPR, en l997. Hoy planea que en los archivos de las corporaciones represivas
"ya no se puede desentrañar mucho más" de lo que se sabe.
"Lo que ahora hace falta es que entre el Ministerio Público, el
único legalmente facultado para dar más pasos. Es de las
cabezas que quedan de quienes puede salir el resto de la información",
concluyó.
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