VIERNES Ť 7 Ť DICIEMBRE Ť 2001

Ť En el predio hay unos 700 árboles de 50 especies diferentes, afirma experto

Piden proteger amates milenarios en el Casino de la Selva

 ELIZABETH PALACIOS ESPECIAL PARA LA JORNADA

Mucho se ha hablado de los daños al patrimonio cultural de los morelenses que se han perpetrado en el Casino de la Selva. Sin embargo, una riqueza de valor incalculable, pues da un servicio social y planetario, es el patrimonio ecológico-cultural formado por un conjunto de árboles de gran importancia.

Rafael Monroy, maestro en ciencias, miembro del Centro de Investigaciones Biológicas de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, señaló a La Jornada Morelos que en el Casino de la Selva hay más de 700 árboles y se ha pedido sean protegidos por el gobierno municipal como árboles honorarios en medio de un gran parque público. De éstos, explica, destacan algunos por su robustez y edad calculada: "particularmente dos amates, uno amarillo y uno prieto, son ejemplares con cerca de mil años de vida".
amates
Dentro de este gran jardín, hay unas 50 especies forestales diferentes; la mitad son nativas de Morelos, que tienen gran importancia cultural, comentó.

Con experiencia de más de 30 años estudiando la ecología vegetal y la etnobotánica del estado, Monroy afirma que árboles tan conocidos como el guayabo, originario del trópico seco, es una especie de usos múltiples, es decir, que no sólo se le reconoce el valor nutritivo de su fruto, sino las propiedades curativas de sus hojas y la resistencia de la madera, entre otras virtudes.

En el Casino de la Selva se pueden encontrar especies, cuya importancia cultural y social radica en los usos múltiples y en el servicio ambiental que prestan.

El guaje, el amate, el colorín, los cipreses y algunos frutales introducidos, como el mango y el aguacate, que prácticamente ya han sido adoptados por la región, tienen usos comestibles, combustibles, para la construcción, medicinales y de ornato, por lo que forman parte del patrimonio cultural de los morelenses.

"Juntos, el aguacate y el mango, indican una condición climática particular de Cuernavaca, por lo que se le conoce como la Ciudad de la Eterna Primavera" comentó.

La combinación de frutales como el mango, el nanche, el ciruelo, la anona, el colorín, algunos limones, el aguacate y otros constituyen una mezcla única: "Es así, juntos, como hay que defenderlos, porque son una isla de árboles útiles (...) ejemplo de un sistema agroforestal tradicional de la zona, también conocidos como huertos frutícolas tradicionales, de los cuales ya no quedan muchos en Cuernavaca", dijo.

"Los árboles en grupo tienen la función de amortiguar la temperatura; en Cuernavaca el estado del tiempo diurno ha cambiado y por ello, por la falta de conjuntos arbóreos, ahora se calienta más la ciudad", afirmó, y recalcó que el servicio ambiental de estos árboles es social, no privado, como señalan los actuales dueños de ese predio.

"La empresa maneja que aquello es propiedad privada y que por lo tanto pueden hacer lo que quieran con los jardines, pero no consideran que el servicio ambiental de los árboles es eminentemente social y no únicamente por el cambio de clima, también por la producción de oxígeno y la capacidad del suelo para la filtración del agua y la recarga de los mantos acuíferos", enfatizó. Este servicio, agregó, no se limita a Morelos, ya que estos mantos pasan por varios estados en su camino hacia el Pacífico.

Otro punto por lo que es importante defender esta isla de árboles en Cuernavaca es debido a que permiten la concentración de especies polinizadoras, como aves, tanto residentes como migratorias, y murciélagos. "Estas especies de fauna permiten que la flora conserve sus características reproductivas", concluyó.