JUEVES Ť 29 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Primer ponente en un debate realizado en la FIL
La experiencia chicana es ''un rito de pasaje'', afirma Monsiváis
CESAR GÜEMES ENVIADO
Guadalajara, Jal., 28 de noviembre. Más allá de las presentaciones de libros o charlas literarias, el ámbito social también cuenta con un amplio espacio en la Feria Internacional del Libro. La mañana de este miércoles, por ejemplo, Carlos Monsiváis inauguró dentro del Programa Académico, el esperado ciclo Encuentro chicano.
Monsiváis, primer ponente, entró en materia a partir de la indisoluble relación entre nuestro país y el vecino del norte: ''Casi no hay familias (mexicanas) sin parientes en Estados Unidos. Ahora, el gringo es el otro que no vive tan lejos de mi primo, y porque en el medio mexicano el método para globalizarse es la americanización y la experiencia chicana resulta, como se ve, un rito de pasaje: 'hasta la vista, baby'. Es inevitable la transfiguración tecnológica del país, esa asimilación de la modernidad que depende de la informática, de la alta tecnología, de los flujos de capital, de los gadgets, de las industrias culturales. Desde hace años la tecnología es el espacio excepcional que evalúa las tradiciones y el sentido de patria, con todas las distorsiones y las injusticias previsibles".
Respecto de la imposición del desarrollo tecnológico al que no resta al parecer sino apegarse, dijo Monsiváis: ''Un criterio se agrega a los existentes y los desplaza. La eficacia es sinónimo de tecnología, y sólo a unas cuantas tradiciones se les exime de responsabilidad: no hay manera de tecnologizar a la Virgen de Guadalupe, por ejemplo. A la patria, a la nación, a la totalidad demográfica, el neoliberalismo las actualiza con instrumentos implacables, entre ellos la fragilidad económica de México, el dominio de la industria cultural de Norteamérica; no está lejana la fecha en que se considere a Godzila una deidad prehispánica y a Star wars el verdadero relato del libro de génesis: 'y la tierra estaba desordenada y vacía porque se habían marchado las tropas intergalácticas".
De hazañas y récords
El libro de los récords Guinness es, señaló el ensayista, la nueva forma de la historia mundial, y es por ello que ''las hazañas recientes de la patria se expresan a través de los 'récords'. Aquí hubo batallas y héroes y mártires, pero hoy, compatriotas, la nación demanda, debidamente certificados: el taco más grande del mundo, León, Guanajuato; el sope más grande del mundo, Toluca; la quesadilla más grande del mundo, Querétaro; el nacho más grande del mundo, Matamoros; el pastel más grande del mundo, Monterrey; la bandera más grande del mundo, ciudad de México; la rosca de reyes más grande del mundo, ciudad de México. La tecnología hace tabla rasa del lenguaje público. Hace unos días vi un letrero en una iglesia: 'recicla tu espiritualidad'. ƑPor qué no? Si el alma no tiene hardware y software, que no se le ocurra aspirar a lo sublime".
Del racismo, comentó: ''A propósito de la americanización, la hispanización durante el Virreinato fue en México un procedimiento más brutal y con menos posibilidades de ver a Los Simpson a no ser bajo la forma de santos. Pero si la americanización es la influencia avasallante, no arrasa por entero, ni con mucho, a la cultura nacional, ni el nivel de internacionalización alcanzada. Ningún avasallamiento triunfará del todo mientras persista la desigual distribución del ingreso, el desastre educativo y el racismo, el de México y el de Estados Unidos. Nada mexicaniza tanto como las vivencias de la discriminación, y por eso el término 'la raza' es todo menos racista, es sí, muy descriptivo: no viene de la raza hispánica, sino de su opuesto, la raza de bronce, el color moreno, la apariencia indígena, la pertenencia fisonómica a una razón. Por eso no es tan exacto agregar que al llegar a Norteamérica los migrantes se ven obligados a interiorizar el racismo, porque si su tez es morena, ya lo traen bien asimilado.
La conclusión de Monsiváis sobre el trato a los migrantes nacionales no es halagüeña: "A los gobiernos de México no les ha preocupado en demasía, sinónimo de casi nada, la suerte de los mexicanos en Estados Unidos. Están sujetos a otras leyes y las autoridades, ya de por sí objeto de las presiones estadunidenses, la piensan antes de protestar. A los compatriotas se les ayuda con trámites, se les reúne en las fiestas patrias, se les defiende de a poquito y no mucho más: esa es la tradición".