JUEVES Ť 29 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Comienza en Oaxaca el congreso sobre restauración de instrumentos tubulares
Susan Tattershall: se necesitará algo más que magia para preservar los órganos musicales
Ť Desde 1983 se recuperan esos tesoros; el inventario supera en México el medio millar
RAUL DE LA ROSA ESPECIAL PARA LA JORNADA
Sin tubos no hay sonido y sin sonido no hay música. Lo extraño es que gran parte de estos tubos se fabricaron en el siglos XVII, XVIII y XIX, y encontrarlos en buen estado es casi imposible. Hablamos de la tubería que forma parte del instrumento musical más completo y complejo que existe: el órgano. Los hay portátiles y otros que tienen tubos de 60 centímetros de diámetro y doce metros de altura. Pero los tubos de los que vamos a hablar pertenecen al patrimonio artístico más insólito y desconocido de nuestro país.
Oaxaca es posiblemente la región más rica en órganos del siglo XVII, en el mundo.
ƑCómo se llega a esta afirmación? La historia es breve, tan sólo de un año, tiempo que tiene de fundado el Instituto de Organos Históricos de Oaxaca (IOHIO) por Cecilia Winter y Edward Pepe, como medio para proteger y promover este patrimonio no sólo de México sino del mundo. Lo importante de este inventario es que en un año se han agregado diez órganos históricos a la lista de los 41 documentados previamente a la creación del instituto.
Arqueología musical
La labor de recuperar tesoros perdidos comenzó cuando Susan Tattershall, restauradora de órganos, llega en junio de 1983 al ex convento de Tlacochahuaya, situado en uno de los Valles Centrales de Oaxaca, en busca del órgano de ese recinto (registrado en un conocido libro de Pal Keleman, Baroque and Rococó in Latin America), pues era urgente restaurar ese instrumento dadas las condiciones de abandono y deterioro en que estaba, después de cerca de 80 años sin ser tocado. En el verano de 1990, se inicia la restauración con el patrocinio de la Fundación Pichiquequiti, la ayuda de la Asociación de Comerciantes de la Ciudad de Oaxaca y del tequio del pueblo de Tlacochahuaya.
Tattershall narra parte de este proceso: ''El compromiso del pueblo fue inmediato y entusiasta. A diferencia de los demás instrumentos musicales, un órgano casi siempre tiene por dueño a toda una comunidad y la participación del pueblo en una restauración de propiedad comunitaria asegura un mejor mantenimiento y un mejor conocimiento del valor de la pieza. Trabajar con el tequio ayuda a los restauradores para aprender más sobre la historia del instrumento.
''En Tlacochahuaya, por ejemplo, al final del proyecto se presentó un día el maestro que toca el harmonio de la iglesia. Me encontré pasmada cuando tocó el tubular, sin tener problemas con sus características del siglo XVII, su octava corta y su sistema de afinación. Cuando le expresé mi sorpresa, me enseñó un libro antiguo que heredó de su abuelo (que era el organista cuando el instrumento dejó de funcionar) titulado Método de órgano de un autor español del siglo XIX, que enseña cómo tocar órganos con características antiguas. La existencia del libro en una localidad retirada como Tlacochahuaya es un interesante testimonio del nivel cultural del pueblo y sus conexiones con el mundo exterior en el siglo pasado."
La restauración de órganos históricos es un trabajo que podemos calificar de arqueología musical, esto es, documentar el estado en que se encuentran, fotografiarlos, limpiarlos y catalogar qué se tiene y qué no antes de iniciar esa labor. Una parte fundamental de este rescate se encuentra precisamente en los tubos; la mayoría están desaparecidos y cuando se encuentran los originales éstos sirven para poder fabricar los faltantes, cuya aleación se conoce: 67 por ciento de plomo y 33 por ciento de estaño. Con estas proporciones el metal se funde a baja temperatura, por eso se dice: ''Un sinfín de tropas en un sinfín de guerras en un sinfín de países se han robado un sinfín de tubos de órgano para hacer un sinfín de balas".
Estragos de la Revolución Mexicana
La Revolución Mexicana quizá fue el periodo en el que más órganos se perdieron en el país. El inventario actual de esos mecanismos tubulares existentes en la República Mexicana son un poco más de 500 y el cuerpo más antiguo de instrumentos se encuentra en Oaxaca.
Una de las principales preocupaciones del IOHIO es la restauración inadecuada de algunos instrumentos oaxaqueños, y por esta razón organiza un congreso internacional en la ciudad de Oaxaca con el tema La restauración de órganos en Latinoamérica que comienza hoy para concluir el 3 de diciembre. La idea original de este encuentro fue propuesta por Elisa Freixo, que observó en Brasil -al igual que en México- la misma falta de criterios para la restauración de órganos históricos. Posteriormente surgió la idea de organizar de forma paralela al congreso un Festival Internacional de Música para Organos en el que participarán organistas mundialmente conocidos y que están interesados en temas de restauración de esos intrumentos. Esto dará oportunidad a los restauradores invitados de escuchar algunos de los órganos rehabilitados para apreciar su sonido.
El sonido de varios de estos órganos históricos de Oaxaca, se debe destacar, conservan características únicas en el mundo como puede ser el tono conocido como a = 392 (muy común en el siglo XVII), cuando posteriormente en el resto del país y el mundo cambiaron el tono de sus órganos afinándolos en a = 440. Es posible que esto se relacione con la tradición de tocar el órgano con banda, cuyos instrumentos están afinados en Re bemol. También está el registro de los tiples con una gran fuerza en el sonido, necesaria si el órgano toca con banda de vientos.
Susan Tattershall señala que ''el descubrimiento en Oaxaca, de toda una familia de órganos con esas características es de importancia mundial, pues no hay lugar sobre el planeta donde el organista y el musicólogo puedan oír los sonidos que escucharon las personas en los tiempos medievales.
''Es de resaltar también que los datos más antiguos disponibles sobre la organería en el Nuevo Mundo provienen de Oaxaca. En 1553, en el Códice Sierra, se menciona que un cierto Diego Gutiérrez fue a México a traer una caja de flautas, esto significa que había ya en Oaxaca órganos para copiar o un organero de quién aprender. En el libro está pintado también un glifo que representa un órgano, el único que ha salido a la luz hasta la fecha. Un diccionario de náhuatl/español publicado en 1577 incluye la palabra evatlpitzalhuehuetl para órgano: evatl significa cuero o piel. Pitzalli quiere decir flauta y huehuetl, tambor. El sentido de la palabra es que un órgano es una flauta que lleva cuero (los fuelles) y que se golpea.
Participación del flautista Horacio Franco
''Existe una idea errónea respecto a los órganos de Oaxaca -prosigue Tattershall-. Muchos piensan que fueron fabricados en Alemania, pero lo cierto es que en este país, que tiene órganos extraordinarios, no hay ni uno solo con las características de los instrumentos oaxaqueños.''
Una ocasión un periodista publicó, después de la explicación que se le dio sobre el seguro e irrefutable origen oaxaqueño de los órganos, que ''el órgano de Tlacochahuaya era netamente zapoteco".
Con esa afirmación se pretende resaltar dos aspectos. Primero, sería cómo se transforman elementos muy simples, madera, piel, plomo, por el espíritu humano y las manos experimentadas en un instrumento considerado casi mágico. Pero como dice Susan Tattershall,''vamos a necesitar más que magia para preservar" los órganos.
El otro aspecto se refiere de los trabajos del congreso que cuenta con el apoyo de los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes (INBA), la UNESCO y la Asociación Amigos de Oaxaca que preside Alfredo Harp, entre otros. La combinación de la parte académica con la artística es importante, pues se presentarán organistas y músicos renombrados como Cristina García Banegas (Uruguay); Guy Bovet (Suiza), considerado uno de los mejores organistas; Elisa Freixo, organista brasileña, y de México, José Suárez y Horacio Franco.
La presencia de reconocidos restauradores en ese encuentro internacional seguramente redundará en una importante información sobre técnicas de restauración, reglamentaciones, proyectos, etcétera, que permitirá en el futuro establecer un código de ética y procedimientos para la restauración de órganos históricos en el estado de Oaxaca, como ya existen en varios países de Europa y -agregaría- para otros estados de la República, pues en esto también hay charlatanes o simplemente restauradores que no tienen los conocimientos apropiados para realizar una labor tan delicada e importante de rescate de ese invaluable patrimonio artístico.
Es urgente, como sucede con tantos asuntos en nuestro país, informar y preparar a los habitantes de los pueblos poseedores de estos tesoros para que aprendan a preservar sus instrumentos históricos. Oaxaca es sin duda el lugar ideal para este encuentro, debido a su gran concentración de instrumentos barrocos sin restaurar, que están en riesgo, y sus seis órganos, ya restaurados, que además deben ser tocados y escuchados con más frecuencia.
Esta es la herencia de los ancestros, es nuestro privilegio y nuestra obligación conservarlos y utilizarlos para que ocurra el milagro de escuchar las voces del pasado mandadas por un tubo, las notas musicales en los órganos históricos del estado de Oaxaca.