JUEVES Ť 29 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Olga Harmony

Resumen de la Muestra

La versión 22 de la Muestra Nacional de Teatro se llevó a cabo este año en Guadalajara, Jalisco, con la usual saturación de espectáculos y de eventos especiales que se presentaron en el marco de la misma. Lamento confesar que no asistí a todas las escenificaciones, sobre todo las que se dieron casi a la medianoche. Pero de lo visto, casi todo, me quedó la sensación de poco avance en lo que se hace en los estados, de lo que me ocuparé enseguida. Lo que se llevó de la capital, todo ya lo he tratado en artículos anteriores, con dos excepciones. Una, y lamento no haberla visto antes, la impresionante recreación que hace del mundo beckettiano Jorge A. Vargas con su teatro del cuerpo, Galería de moribundos, en que destaca el dotadísimo Roberto Sosa. La otra, la muy buena idea de presentar La paradoja del comediante, de Denis Diderot, en forma de una radionovela de los años cuarenta, dirigida por Luis Rábago: en este caso, y a pesar del excelente reparto, la idea se vio opacada por las acciones de los supuestos actores de la radionovela que daban un foco de atención muy distractor de las teorías diderotianas. Esperemos que Radio Azul afine su desempeño en sucesivas presentaciones.

Para entender lo que ocurre en el teatro de los estados es necesario ubicar las condiciones en que se desarrolla cada uno. Presentaré dos casos extremos. La Universidad de Guadalajara desplegó grandes recursos para presentar Jennifer, una sombra en la oscuridad, un muy débil intento dramatúrgico -que nunca desarrolla las tres posibles vertientes propuestas- en forma de cómic de Luis Rodríguez Leal y Martín Morales y que tuvo como director invitado a Saúl Meléndez. En el otro extremo, un modesto grupo chiapaneco escenificó, con conmovedora honestidad y gran falta de recursos técnicos La muerte, esa bestia negra, de Héctor Carlos Mandujano, bajo la dirección de Jorge A. Zárate Godínez. El despliegue de la una y la rusticidad de la otra dan cuenta cabal de lo que puede ser el mapa teatral del país.

Con pocos recursos también, pero con la excelencia que le es característica, Angel Norzagaray escenificó su emocionante Cartas al pie de un árbol: el teatrista bajacaliforniano ya no nos depara sorpresas y cada vez refrenda su calidad. Tampoco depara muchas sorpresas Rodolfo Arriaga, cuando dirige teatro infantil, aunque en esta ocasión el texto escogido no fue muy afortunado. Graciosa y ágil, Para el amor malabares, escrita y dirigida por el canadiense Robert Dion para un grupo de Aguascalientes (en el marco de Telón Abierto). En cambio, el montaje poblano de Los gallos salvajes, de Hugo Argüelles, dirigido por Amancio Orta obligó al público a retirarse a media función: no se explica -muy aparte del pobre desempeño- que se eligiera un espacio alternativo para una mala puesta a la italiana. Se repuso, también con gran despliegue, Veracruz, Veracruz, de Víctor Hugo Rascón Banda con la Compañía de la Universidad Veracruzana dirigida por Enrique Pineda y se presentaron algunos montajes desalentadores, muy poco profesionales. Entre estas escenificaciones de aficionados, el de la Universidad Autónoma de Sinaloa de Aplausos para Mariana, de Carmina Narro, dirigida por Arturo Díaz de Sandy me desconcertó sobremanera, porque me pareció -por lo menos lo que respecta a la escenografía y al trazo a que ella obliga- muy parecida, si no igual, al del estreno de esta obra dirigida por la propia autora.

Presentaciones de libros y revistas, mesas redondas y conferencias se dieron durante las mañanas de la Muestra. Cabe destacar las dos conferencias magistrales -La una, Panorama del teatro en el mundo al comenzar el siglo XXI y la otra acerca de Peter Brook- que impartió el connotado crítico francés de origen rumano Georges Banu, cuya sabiduría, presencia y trato hemos de agradecer quienes estuvimos presentes.