Ť Durante el motín, los infractores también usaron sus expedientes para hacer fogatas
Tensa calma en el tutelar de Tlalpan; las instalaciones, en estado deplorable
Ť Autoridades evalúan solicitar una ampliación del presupuesto para cubrir las pérdidas
SUSANA GONZALEZ G Y JOSEFINA QUINTERO M.
A tres días de haberse suscitado el motín en el Centro de Tratamiento para Varones (CTV) San Fernando, las autoridades no han cuantificado los daños a las instalaciones, que prácticamente fueron destruidas en su totalidad. "El centro quedó convertido en zona de guerra", según revelaron trabajadores del lugar que pidieron mantener el anonimato.
La destrucción alcanzó todas las áreas de la institución: en la cocina fueron arrancadas las tuberías de agua y gas; en el área administrativa y de gobierno hubo un saqueo generalizado de expedientes de los menores infractores que sirvieron, junto con el mobiliario de oficina y colchones de los dormitorios, para las fogatas en los tres diferentes patios, e incluso una máquina tortilladora quedó inservible.
Cada día de esta semana, la Secretaría de Seguridad Pública federal ha girado cheques con distintos montos para cubrir los requerimientos materiales más necesarios del centro tutelar, tales como alimentos, colchones, cobijas y uniformes, revelaron a su vez fuentes de alto nivel de la dependencia.
Permanecen dentro 150 efectivos
Aunque ya se evalúa la necesidad de solicitar una "ampliación de presupuesto" a la Secretaría de Hacienda para cubrir las pérdidas ocasionadas por el amotinamiento de los menores infractores, hasta ahora las autoridades administrativas de la SSP federal no han podido realizar un recorrido por el centro para hacer una evaluación, debido a que la calma no ha vuelto totalmente al lugar.
Trabajadores del CTV San Fernando confirmaron lo anterior al asegurar que aunque en el lugar permanecen 150 efectivos de la Policía Federal Preventiva (PFP), éstos permanecen alejados de los dormitorios y los patios, donde se concentraron todos los jóvenes desde la noche del domingo, una vez que los uniformados ingresaron al inmueble.
De hecho, agregaron las fuentes, la PFP no se hizo cargo de controlar el centro ni de apaciguar los ánimos de los adolescentes, porque eso corrió a cargo de los "padrinos" de cada patio, quienes también son internos del tutelar y se convierten en coordinadores, "pero ellos fueron también los responsables del motín y querían imponer más condiciones a las autoridades".
Los policías federales sólo formaron cinturones de seguridad en el estacionamiento, la aduana, las azoteas y las canchas "para evitar cualquier fuga". En ningún momento, ni siquiera el domingo, tuvieron que aproximarse a los internos.
En contraste, quienes en los primeros momentos al parecer sí recibieron una orden para intervenir fueron los policías del Distrito Federal.
Según las fuentes, esto ocurrió mucho antes de que la PFP ingresara al CTV e incluso los jefes policiacos David León Méndez y Marco Antonio del Prado, de las policías Sectorial y Metropolitana, seguidos por policías capitalinos, ya habían traspasado la aduana a pesar de que la zona es federal, "pero tuvieron que volver sobre sus pasos porque intervino el delegado en Tlalpan, Gilberto López y Rivas". Luego de eso, todos los jefes policiacos se mantuvieron alejados a una cuadra de la entrada, junto con Francisco Garduño, subsecretario de Gobierno.
Varias reuniones tuvieron las autoridades del CTV San Fernando con los padrinos, a fin de que las cosas se calmaran poco a poco. Una de las principales dificultades que enfrentaron, señalaron los trabajadores, fue que un número no determinado de chavos todavía presentaban signos de intoxicación ?"estaban que babeaban de lo pirados"?, debido a los solventes que inhalaron y las pastillas que ingirieron de los almacenes, talleres y el servicio médico que saquearon.
"Todavía el lunes muchos menores estaban haciendo fogatas afuera de los dormitorios. Un grupo hasta estaba cocinando una cabeza de puerco para comer, como parte de su 'botín de guerra', como le llaman ellos. Agarraban los libros para avivar el fuego. Hicieron una destrucción total: si algo valía diez pesos, ahora sólo vale cincuenta centavos".
Luego sobrevino una "guerrita" entre los integrantes de cada patio, pues "los más grandes iban a robar y golpear a los más chicos, comportándose igual que si estuvieran en la calle con su respectiva banda. De hecho, cuando ingresan por primera vez al CTV o reinciden de inmediato buscan a sus compañeros de fuera para seguir delinquiendo adentro", comentó una trabajadora.