JUEVES Ť 29 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť La Guardia Nacional y la policía revisan todos los vehículos que llegan a la zona

Continúa el Capitolio en virtual estado de sitio

Ť Las autoridades aún debaten cómo descontaminar de ántrax los edificios del Senado

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington, 28 de noviembre. Las cartas y otro correo empezaron a llegar de nuevo al Congreso de Estados Unidos, a más de un mes de que el servicio postal fue suspendido cuando una misiva con ántrax fue recibida en las oficinas de un senador y se detectó la presencia de estas esporas en varias oficinas legislativas más.

Pero la situación en esta capital sigue lejos de sentirse segura, y el Congreso, por lo menos, continúa bajo un virtual estado de sitio. Unidades de la Guardia Nacional se han unido ahora con las de la policía en la vigilancia de todos los puntos de ingreso al complejo del Poder Legislativo y en los retenes, en un perímetro de cuatro cuadras alrededor del Capitolio. A todo camión y autobús que no tiene permiso especial para permanecer en esta zona se le impide el paso, y la mayoría de las calles frente a los principales edificios del Congreso permanecen cerradas al tránsito, mientras la policía registra todo vehículo que circula en esta zona.

Un edificio del Senado permanece cerrado, mientras las autoridades debaten cómo descontaminar las oficinas alrededor de la del líder de la mayoría, el senador Tom Daschle, donde se recibió la carta con ántrax. El descubrimiento la semana pasada de una segunda carta con suficiente ántrax para matar a 100 mil personas, enviada pero nunca entregada a la oficina del senador Patrick Leahy, provocó una nueva ola de preocupación.

"Mucha gente aquí aún no confía en que estos edificios estén seguros", comentó a La Jornada un asesor legislativo preocupado. "Nos siguen diciendo que las cosas ya están seguras, y después descubrimos que no es así". Otro asesor del Senado, llamando desde un teléfono celular porque su oficina se encuentra dentro del edificio contaminado, dijo que todavía no sabe si podrá regresar a su edificio antes del año entrante.

Todo esto continúa generando ansiedad sobre la seguridad en esta capital. La preocupación es tal que el Servicio Secreto inicialmente tenía la intención de prohibir la asistencia pública al rito anual de prender las luces del árbol de Navidad de la Casa Blanca, en un parque frente a esa residencia presidencial. El gobierno municipal, igualmente preocupado por la muy dañada economía de turismo en esta ciudad, convenció a los funcionarios de seguridad federal de permitir la asistencia de gente que tuvo que someterse a una cuidadosa revisión física. Pero los famosos tours de la Casa Blanca -que atraen a cientos de miles de visitantes cada año- continúan suspendidos y nuevas rejas permanentes han sido instaladas para ampliar el "perímetro de seguridad" alrededor de la residencia más famosa del país.

Por varias partes de esta capital se nota la presencia de los encargados de seguridad, tanto en esquinas como en sitios públicos como estaciones de ferrocarril y en el Metro. A toda persona que no cuenta con por lo menos una licencia de manejar u otra identificación oficial no se le permite el paso a la mayoría de los edificios públicos, y guardias armados vigilan 24 horas al día los cruces más importantes alrededor de los edificios oficiales. Un funcionario del gobierno, entrevistado por La Jornada, describió cómo las personas frecuentemente llaman a sus legisladores para preguntarles si es seguro abrir cualquier carta que les llega desde Washington DC, aun si es correo del propio gobierno. "Jamás regresaremos a lo que existía antes del 11 de septiembre", dijo.