Admite EU la muerte de un oficial de la CIA; heridos, cinco soldados
Ť Hubo dureza desproporcionada porque se reprimió a sublevados con tanques y aviones, dice AI
Ť "No fue una matanza, fue una batalla campal", justifica vocero de la coalición contra el talibán
DPA, AFP Y REUTERS
Kabul, 28 de noviembre. Luego de la masacre de combatientes extranjeros pro talibán en una prisión de Mazar-e-Sharif, en que participaron fuerzas de elite estadunidenses y británicas cuando sofocaban un motín, Estados Unidos admitió este miércoles la muerte de uno de sus oficiales de la CIA y heridas a otros cinco de sus soldados durante los incidentes.
Mientras comenzaban a conocerse las masacres y ejecuciones
cometidas por la Alianza del Norte, a veces con la participación
u omisión de las llamadas fuerzas occidentales, Amnistía
Internacional exigió desde Londres una in-vestigación sobre
lo sucedido en la prisión-fortaleza de Qalae Jangi, en los suburbios
de la norteña ciudad de Mazar e-Sharif.
Amnistía Internacional señaló que
es necesario verificar los su-cesos del domingo, cuando se de-sató
una revuelta de prisioneros árabes, paquistaníes, chechenos
y uzbekos, a fin de deslindar lo antes posible si la Alianza del Norte,
Estados Unidos y los británicos actuaron con "una dureza desproporcionada",
pues bajo el alegato de que los combatientes se rearmaron los atacaron
con tanques, granadas y un masivo bombardeo de la aviación estadunidense.
"Tiene que abrirse inmediatamente una investigación para de-terminar lo que provocó este incidente violento, especialmente so-bre las carencias en la manera en que los prisioneros fueron detenidos y tratados, así como para establecer si la respuesta aliancista y las fuerzas británicas y estadunidenses fue desproporcionada", indicó el organismo humanitario.
"Total", la destrucción: BBC
Cuando aún se manejaban cifras de entre 400 y 600 muertos tras la masacre, un corresponsal de la BBC británica logró ingresar este día por primera vez a la prisión donde se desató la rebelión de los extranjeros y reportó haber visto centenares de cadáveres en un escenario de "destrucción total".
Al anunciar la Alianza del Norte que había recuperado totalmente hoy el control de Qalae Jangi, uno de los comandantes que dirigieron el asalto, general Abdulatif, afirmó que "redujimos a los últimos ex-tranjeros que esta mañana resistían", unos 30 o 40 combatientes presos, pues "en total matamos a 450. Ninguno aceptó rendirse".
El portavoz de la coalición occidental encabezada por Washington, Kenton Keith, admitió que la represión del motín dejó cientos de muertos, y a pesar de ello negó que se trate de una masacre.
"No fue una masacre, fue una batalla campal", sostuvo ante la prensa en Islamabad. "La gente dentro del fuerte-prisión tomó las armas. Mataron a quienes quisieron matar", agregó.
Al insistir en que no fue una matanza, sino una "batalla reñida", Keith alegó que una vez que los prisioneros arrebataron las armas a sus vigilantes "se convirtieron en combatientes e iniciaron una ac-ción ofensiva", por tanto "tratar de presentarlo como matanza no concuerda con los hechos".
Además defendió a sus aliados al apuntar que "no tenemos razones para concluir que la Alianza del Norte actuó sin control", en respuesta a las denuncias de que las fuerzas contrarias al talibán (etnias minoritarias de tadjikos, uzbekos y hazaras) están aprovechando la ocasión para cometer una oleada de asesinatos en masa en afanes de venganzas.
El Comité Internacional de la Cruz Roja, que dijo haber establecido contacto con los aliancistas para retirar los cientos de cadáveres de la prisión, después de que se inició la debacle talibán con la toma de Mazar-e-Sharif por las fuerzas de la etnia uzbeka del ge-neral Abdul Rashid Dostam, había encontrado entonces los cadáveres de unos 600 talibanes, muchos atados de pies, que se presume habrían sido ejecutados.
Naciones Unidas, Estados Unidos y Gran Bretaña se negaron en varias ocasiones a hacerse cargo de los combatientes voluntarios extranjeros, e incluso Washington alegó en su momento que prefería ver prisioneros o muertos a los extranjeros para que luego no fueran a cometer atentados terroristas.
Pero además este día un comandante de alto
rango de la etnia mayoritaria pashtún denunció que hubo otra
matanza el viernes pa-sado de 160 combatientes del talibán, que
eran prisioneros y fueron ejecutados tras la ocupación de Takteh
Pol, poblado ubicado entre el bastión talibán de Kandahar
y la frontera con Pakistán.
"Tratamos de hacer lo máximo para persuadir (al
talibán) para que se rindiera antes de que atacáramos. Se
lo pedimos varias veces, citamos el Corán y les ofrecimos dinero",
dijo el comandante, que no quiso ser identificado pero es leal a las fuerzas
de Gul Agha, ex gobernador mujaidin de Kandahar.
Explicó que "ellos respondieron con violencia y por eso no tuvimos otra opción. Ejecutamos alrededor de 160 talibanes que fueron capturados. Los hicimos pararse en una larga fila y cinco o seis de nuestros combatientes usaron ametralladoras contra ellos", y señaló que va-rios ejecutados eran paquistaníes.
Agregó que siete u ocho militares estadunidenses, que habían es-tado filmando los enfrentamientos, trataron infructuosamente de evitar las ejecuciones, y que helicópteros estadunidenses habían dejado caer armas, uniformes y medicinas a los aliancistas antes de la batalla de Takteh Pol.
En Washington el jefe de la CIA, George Tenet, admitió que en Qalae Jangi murió uno de sus agentes de nombre Johnny Spann, de 32 años y conocido como Mike, quien se convierte así en la primera víctima moral estadunidense oficialmente confirmada.
Hubo además cinco soldados heridos, mientras que otras cinco muertes de militares estadunidenses habían ocurrido fuera de Afganistán, en acciones de apoyo
En tanto que Estados Unidos se-guía desplegando unos 700 marines cerca de Kandahar, en preparación para el asalto final del último bastión talibán, fuentes de la milicia islámica señalaron que la aviación estadunidense bombardeó ayer dos edificios administrativos de gobierno en la ciudad.
De este modo negó la afirmación de Washington de que se trataba de un campamento de la dirigencia del talibán o de Al Qaeda, en cuya acción los estadunidenses buscaban aniquilar al máximo lí-der talibán, Mohammad Omar.
Por su parte, el ex embajador afgano en Pakistán, Abdul Salam Zaeef, afirmó que el mullah Omar se mantiene en Kandahar, pero que Osama Bin Laden no está ya entre sus filas.
En tanto que Omar llamaba a sus fuerzas a resistir en los bastiones que aún conserva, un líder afgano identificado como Haji Jamal dijo a The Daily Telegraph que Bin Laden estaría refugiado con unos 400 partidarios en una base subterránea muy protegida de Tora Bora, en las montañas del este de Afganistán, cerca de Jalalabad, y que tendría un corredor de escape hacia Pakistán.
Otros reportes señalaron que el nuevo gobierno de Jalalabad permitió hoy la liberación de 49 pa-quistaníes que se habían unido a la lucha del régimen talibán.
Por otra parte, en un recuento de datos se informó que los aviones estadunidenses que bombardearon Kabul, del 7 de octubre al 13 de noviembre, podrían haber lanzado más de 300 bombas sobre la capital afgana.
Por último, bultos con ayuda hu-manitaria lanzados desde el aire en el norte afgano cayeron sobre una vivienda, lo que provocó la muerte de una mujer y un niño.