jueves Ť 29 Ť noviembre Ť 2001
Octavio Rodríguez Araujo
La falta de temas
Pocas veces en casi 35 años como articulista me ha pasado que no sé de qué escribir. Fox cumplirá el próximo sábado un año como Presidente de la República y me hubiera gustado hacer un balance de su gobierno (Ƒgobierno?). Consulto el sistema internet de la Presidencia, concretamente "Los hechos a un año del Gobierno del Cambio", página en la que se supone que los secretarios de Estado nos informan sobre lo realizado en un año, y encuentro sólo dos secretarías registradas: Gobernación y Educación Pública. Hago doble clic y aparece una grabación de menos de 30 segundos de información por cada secretaría. De verdad, 30 segundos. Confirmo mi sospecha: que este gobierno, a un año de haberse constituido, no tiene nada importante que informar.
Leo las declaraciones del próximo rector de la Universidad Autónoma Metropolitana, y me preocupo más porque el señor Luis Mier y Terán Casanueva nos informa que con la edad "decrece la capacidad de los profesores para generar nuevos conocimientos" y que "un profesor de arriba de 60 años (sic) no puede competir en productividad con los profesores jóvenes" (La Jornada, 26/11/01). Picado por la curiosidad y pensando que quizá no se me ocurre sobre qué escribir porque ya he pasado la edad en que mi capacidad está decreciendo, busqué en Google y en Yahoo el nombre de Luis Mier y Terán y sólo encontré referencias a actividades como rector de la UAM Iztapalapa, como físico especialista en líquidos y como calificador de posgrados en Conacyt. Luego me busqué a mí mismo, a Pablo González Casanova, a Víctor Flores Olea, a Adolfo Sánchez Vázquez, entre otros profesores mayores de 60 años, y me dio mucho gusto saber que somos muy productivos. Se me quitó la preocupación y celebré no ser profesor de la universidad que pronto dirigirá el joven Mier y Terán.
Releo el periódico y encuentro una pequeña nota sobre unas declaraciones del cardenal Rivera en las que dice que "todo poder debe estar al servicio de los más pobres y no de privilegios", y no pude evitar el recuerdo -de mis muy antiguas clases de historia- del papel de la Iglesia que representa el cardenal y más recientemente la lucha que dio el embajador del Vaticano junto con el poder de Zedillo (que como todos sabemos estuvo al servicio de los más pobres) para sacar de la diócesis de San Cristóbal al obispo Samuel Ruiz y luego a Raúl Vera. Pero quizá el cardenal Rivera se refiera al poder terrenal, que no es el caso de la Iglesia católica aunque el Vaticano sea propietario de acciones, industrias, fraccionamientos y demás en casi todo el mundo y no sólo en su pequeño Estado.
En días pasados leí sobre el caso de ese gran mexicano llamado general Gallardo (lo digo así puesto que hasta el grado le quieren quitar) que se encuentra en prisión bajo el argumento de malversación de fondos, cuando todos sabemos que está detenido por haber escrito su tesis de maestría en administración pública sobre los derechos humanos en el Ejército. Y de golpe, sin poderlo evitar, me vienen a la memoria cientos de actos ilegales cometidos por miembros de nuestras fuerzas armadas y la impunidad de la que gozan o gozaron sus autores, sólo por ser militares. Y, también sin poderlo evitar, por simple asociación de ideas (diría Freud), me brinca el caso de Digna Ochoa y las posibles razones por las que fue asesinada y, temeroso, apago la luz para que no me vean por la ventana escribiendo estas notas. Y luego reviso los reportajes sobre los desaparecidos y las "soluciones" presentadas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (que en todo el mundo es una instancia independiente del gobierno), y me felicito por estar vivo y no desaparecido a pesar de tener 60 años y ser productivo, para desgracia de los jóvenes que quieren competir con los viejos (en realidad para ocupar nuestras plazas en las universidades).
Y a propósito de universidades, leí también que el presupuesto para su buen funcionamiento deberá aumentarse y que esto probablemente no sucederá porque hay para sueldos de los altos funcionarios públicos, pero no para la educación superior que debe garantizar el Estado (en las universidades públicas).
En fin, confío en que la semana entrante haya más noticias (nuevas) que me inviten a escribir sobre un solo tema. Aunque pensándolo bien, éste es un tema: la falta de temas.