jueves Ť 29 Ť noviembre Ť 2001
Luis Javier Garrido
La 18
El PRI perdió en 2001 la oportunidad de transformarse en una organización democrática de ciudadanos y no ha hecho más que confirmar que su proceso de descomposición va a tener graves consecuencias para el país.
1. La 18 asamblea nacional priísta (17-20 de noviembre) mostró algo que todo mundo sabe y es que quienes aún controlan el partido, lejos de tener voluntad de cambio, siguen viéndolo en función de intereses privados. "La asamblea", que nunca sesionó como tal, pues ante una posible revuelta de los cuadros medios se evitó una discusión democrática, no sirvió a fin de cuentas más que para legitimar cambios insustanciales a los documentos básicos, pero no pudo impedir que se evidenciara el desfase existente entre los militantes, que exigían cambios, y los grupos de Madrazo y de Labastida, que ante el desastre foxista se disputan el control del PRI con el sueño de ganar las legislativas de 2003 y de regresar al poder en 2006.
2. El PRI está muerto como partido de Estado y como proyecto histórico, y en 2001 no tenía más alternativa que la de transformarse en una organización democrática de ciudadanos o decretar su autodisolución, pero lejos de eso el grupo de ex funcionarios que toman las decisiones en su nombre lograron en acuerdos cupulares mantener lo que queda del viejo proyecto político, pues los "cambios" aprobados son irrisorios: supuestas "reglas claras" para la elección de dirigentes, 50 por ciento de candidaturas para mujeres y 30 por ciento para los jóvenes, y un candado que busca impedir que los legisladores ocupen cargos partidistas, mismo que el grupo labastidista pretende ya desde ahora desconocer.
3. Lo acontecido es significativo, sobre todo si se considera que el PRI todavía pretende ser el partido más importante de México, pues los priístas parecieron ignorar la realidad y se refugiaron en sus prácticas de siempre. En los momentos en que Washington libra una guerra genocida en Afganistán y amenaza con llevarla a otras naciones acusándolas de proteger al "terrorismo", y ante la inminencia de un agravamiento de la crítica situación económica consecuencia del fracaso del modelo neoliberal, el PRI no sólo no tiene una propuesta sino que se refugia en las mismas prácticas de antaño: el doble discurso, la línea y del "acarreo".
4. La percepción que los priístas tienen del sentir de los mexicanos no parece ser muy distinta de la de Fox, pues los mil 400 delegados no supieron entender el mensaje que culminó el 2 de julio de 2000 cuando más de 60 por ciento de electores sufragaron contra el PRI y por el cambio. Y sin embargo los priístas creen que perdieron la Presidencia, más de diez gubernaturas y la mayoría absoluta en las Cámaras sólo por "algunos errores", de la misma manera que Fox sigue asumiendo que votaron por él para que siguiese imponiendo las mismas políticas neoliberales de Salinas y de Zedillo.
5. El PRI tuvo en su reunión un discurso en apariencia crítico al monetarismo, pero no cuestiona el hecho de que sus legisladores estén avalando al gobierno; pretende defender los derechos humanos, aunque no es capaz de exigirle una rendición de cuentas a los últimos presidentes priístas y de hacer su autocrítica por su complicidad con ellos; sostiene que hay que respetar la legalidad mas se opone a que Carlos Salinas y sus cómplices sean traducidos ante los tribunales; preconiza la lucha contra las drogas, pero llevó a la consolidación de un verdadero narcoEstado en México; habla del reconocimiento de pueblos y comunidades indígenas como sujetos de derecho público, pero sirvió como cómplice del foxismo para sabotear los acuerdos de San Andrés.
6. Y para documentar el optimismo de algunos, Ƒqué acaso se puede desconocer que en aquellas entidades en donde el gobernador es aún priísta, el PRI sigue fungiendo como un organismo de Estado?
7. El PRI ha sido en estos años, tanto como el PAN, el partido del neoliberalismo, del desmantelamiento de la nación y de la sumisión a Estados Unidos, y no es por lo mismo de llamar la atención que se identifique tanto con las iniciativas de Fox, y que a su vez éste lo vea como un aliado y pretenda soslayar lo que es en realidad. Luego del 2 de julio, el Ejecutivo no ha escatimado los guiños al PRI, señalando en varias ocasiones que México necesita de "un PRI fuerte", y a nadie se oculta ya que les ha ofrecido tanto a Salinas y a Zedillo como a los principales priístas que no se procedería en su contra. No es de extrañar por ello que el principal publicista de la asamblea haya sido el propio Fox, quien aún antes de que concluyese saludó nada menos que "la reconversión del PRI" (18 de noviembre) como si realmente se hubiese producido.
8. Los mexicanos creyeron en el 2000 en un cambio que llevara al respeto de sus derechos fundamentales e hiciese posible nuevas formas de vida democrática, y lo que se está produciendo es la consolidación de un nuevo autoritarismo y un mayor deterioro de la vida política y social.
9. Los actuales partidos son cada vez menos una opción para las sociedades del siglo xxi. Entre el PAN, alineado en la Internacional Demócrata de Centro (IDC), como se rebautizó a la pro neoliberal Democracia Cristiana (21 de noviembre), y el PRI y el PRD, miembros de la Internacional Socialista (IS), también pro neoliberal, no parece haber muchas diferencias, por más que sus dirigentes pretendan crearlas de manera artificial.
10. La lección de estos meses, que fueron de esperanza para muchos y ya no lo son, es clara. Ni lo que queda del PRI, ni el PAN, como tampoco el actual PRD o las otras pequeñas formaciones de interés, pueden sacar adelante a México, y ésta debe ser una tarea que se lleve a cabo desde lo más profundo de la sociedad.