JUEVES Ť 29 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Traemos machetes para decir al gobierno que "no dejaremos que nos quite lo nuestro"
Por segunda vez, campesinos de Texcoco marcharon al Zócalo
RENE RAMON ALVARADO, JAVIER SALINAS CESAREO Y ANGELICA ENCISO
Con machetes en alto, corriendo y coreando "tierra sí, aviones no", centenares de ejidatarios de San Salvador Atenco entraron al anochecer de ayer al Zócalo capitalino. Por segunda ocasión, los campesinos vinieron a esta ciudad para exigir al gobierno la cancelación del decreto expropiatorio de sus tierras para la construcción del nuevo aeropuerto internacional, y advirtieron: "sólo muertos nos sacarán de ellas".
Al término de una larga jornada que, como siempre, empezaron al salir el sol, los campesinos se apostaron frente a Palacio Nacional para dejar un recordatorio más: "El pueblo unido, jamás será vencido".
"Demostraremos al pueblo de México que no somos gente irracional, que tenemos conciencia y que nuestra lucha es justa y se basa sólo en la defensa de la tierra", fue la consigna de cientos de ejidatarios de los pueblos de Atenco y Texcoco en su marcha desde el ex vaso de Texcoco hacia el Zócalo.
A su paso por territorios mexiquense y del Distrito Federal, el contingente de alrededor de mil 500 personas en resistencia recibió la solidaridad y el apoyo moral de miles de habitantes. Con aplausos, vivas y pancartas, los transeúntes, muchos de ellos que salían del Metro o apostados sobre los puentes peatonales, se sumaron al movimiento.
Apenas aparecía el sol, cuando decenas de cohetes fueron detonados para llamar a la población de San Salvador Atenco a concentrarse. Como de costumbre, los campesinos acudieron a la parroquia de El Divino Salvador para recibir la bendición del sacerdote Jorge Cuapio Bautista, quien al arrojarles el agua bendita pidió a unos 80 dirigentes del movimiento no hacer uso de la violencia, tratando de disuadirlos de llevar machetes, palos y tubos a la marcha.
Eran las nueve de la mañana cuando la caravana emprendió su recorrido, esta vez a bordo de 18 autobuses; eran escoltados por una docena de jinetes, quienes enarbolaban la bandera nacional y el estandarte de su santo patrono: El Divino Salvador.
Ignacio del Valle, uno de los dirigentes del movimiento agrario, hizo referencia a las descalificaciones hechas por funcionarios federales y estatales contra el movimiento. "No nos interesa quién descalifique nuestras protestas, nosotros vamos con un solo objetivo: demostrar al pueblo de México que nuestra lucha es justa, porque está basada en la razón".
Denunció que tanto la Procuraduría Agraria (PA) como los gobiernos estatal y federal tratan de provocar a los campesinos, y en los próximos días, añadió, el hostigamiento continuará, pero no vamos a caer en sus provocaciones, ya no nos duelen después de ese decreto genocida.
"No somos gente irracional, tenemos conciencia de lo que estamos haciendo, y específicamente les decimos que nuestra lucha se basa en el derecho que tenemos a la tierra que nuestros padres nos dejaron, y la vamos a defender hasta las últimas consecuencias. El precio no importa, no las vamos a vender".
La caravana de ejidatarios provenientes de Santa Isabel Ixtapa, Nexquipayac, Acuexcomac, San Salvador Atenco, Tocuila, La Magdalena Panoaya, Francisco I Madero y San Felipe Santa Cruz efectuó un recorrido de más de siete horas, a lo largo de 30 kilómetros, para llegar al Angel de la Independencia. Durante el trayecto, por los municipios de Texcoco, San Vicente Chicoloapan, Chimalhuacán y Los Reyes la Paz, en territorio mexiquense, decenas de agentes de la Judicial siguieron la marcha, incluido el subprocurador de Justicia de Nezahualcóyotl, Luis Alberto Contreras Salazar.
Ya en el Distrito Federal, la situación se tensó debido a la presencia de Gabriel Mendoza, funcionario de la oficina de atención ciudadana del Gobierno capitalino, quien fue identificado por los campesinos como uno de los responsables de la agresión de que fueron objeto a manos de los granaderos el pasado miércoles 14. En avenida Río de la Piedad, el funcionario fue amagado y correteado por los ejidatarios, pero éste logró darse a la fuga a bordo de un automóvil.
Sobre avenida Chapultepec, a la altura del número 213, los campesinos bajaron de los autobuses para continuar la marcha a pie hasta arribar a la columna del Angel de la Independencia, lanzando decenas de cohetones. Pasaron corriendo, sin detenerse, por el Angel, para tomar Paseo de la Reforma, y ahí se les unieron contingentes de organizaciones como el Frente Popular Francisco Villa.
Protestaron frente a la embajada de Estados Unidos, y más adelante se detuvieron frente al hotel Sevilla Palace. Ahí, como coreografía ensayada, afilaron simultáneamente los machetes en el suelo, y después, sosteniéndolos en alto, corearon: "esos son, esos son, los que chingan la nación".
Los jornaleros manifestaron su molestia a través de las innumerables consignas que lanzaban a cada paso, arengados en todo momento por La Güera, una mujer de Atenco. Hicieron una escala frente a la Secretaría de Gobernación, donde pretendían entregar una lista de presos políticos para quienes demandan libertad. Nadie los recibió. Esta lista fue integrada por la denominada Comisión Nacional Popular, e incluía, entre otros, a integrantes del Frente Francisco Villa, al general Francisco Gallardo, los ecologistas ya liberados Teodoro Cabrera y Rodolfo Montiel.
El recorrido continuó por avenida Chapultepec para finalmente llegar a 20 de Noviembre. Primero entraron los caballos al Zócalo, y segundos después, en medio de cohetones y con los machetes en alto ingresaron los centenares de ejidatarios. En el mitin, las organizaciones expresaron su apoyo al movimiento de los campesinos, quienes acusaron también al párroco de la iglesia de El Divino Salvador en Atenco de mantener informada a gente de Gobernación sobre las acciones que llevan a cabo.
Al final, luego de anunciar que en esta ciudad permanecerá un contingente de 100 personas que irá a la Cámara de Diputados este jueves, Del Valle explicó por qué portan los machetes. "Los traemos para decir al gobierno que se fije en lo que está haciendo, porque no dejaremos que nos quiten lo que es nuestro. Si tenemos que dar nuestra vida lo haremos".