JUEVES Ť 29 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť La versión causa controversia pues no fue fusilado, señala el cronista de Atoyac

Las heridas en el cuerpo de Lucio Cabañas revelan que pudo haber recibido tiro de gracia

Ť Las armas levantadas después del enfrentamiento eran rudimentarias, refieren testigos Ť Lo habrían enterrado sin caja, considera Fierro Adame Ť La tumba nunca tuvo flores

MISAEL HABANA DE LOS SANTOS /II CORRESPONSAL

Atoyac de Alvarez, Gro. En un amplio salón del cuartel del Ejército en Atoyac, el 2 de diciembre de 1974, el cuerpo de Lucio Cabañas estaba completamente desnudo, asegura Régulo Fierro Adame, entonces tesorero municipal y ahora cronista de la localidad. Refiere que uno de los militares levantó el cadáver y ''cuando lo soltó le hizo un movimiento del cuello y del rostro que a la profesora Genarita la hizo exclamar 'sí es él, es él', pero lo dijo despacito, sólo a nosotros, los civiles. Tardó no menos de 18 minutos observando todo, todo lo que tiene de él. Entonces estaba completamente segura que era Lucio''. Genarita Reséndiz era la directora de una escuela donde Cabañas Barrientos hizo su servicio social como docente.

De acuerdo con la versión de Fierro, a los civiles que se encontraban allí los invitaron a ver el armamento y otros objetos que se había levantado en El Otatal, después del enfrentamiento contra Lucio y cuatro guerrilleros que lo acompañaban. Allí, en el suelo, estaban unas armas insignificantes, recuerda Fierro Adame.

''Había una máquina de escribir muy sencilla de marca Olivetti, algún radio portátil, todo muy humilde, y unos trinches, como les llamamos en la costa. Estaba una escopeta muy vieja. El armamento era muy rudimentario, muy sencillo, pero nos dijo el general Eliseo Jiménez Ruiz que habían asegurado un arma que el gobierno checoslovaco le regaló a Lucio, hecha a mano, bellísima, fuera de serie, muy buena, que ni el Ejército Mexicano tenía. Esa arma la recogieron y se la llevaron a (la ciudad de) México. El cadáver de Lucio estaba completamente lavado y me dio la impresión de que le habían puesto algún benzal''.

Reconocimiento médico

El reconocimiento médico, realizado por el mayor Rodolfo Guillén del Valle, médico cirujano (6319434) del Ejército Mexicano, comandante del Pelotón de Sanidad del 27 Batallón de Infantería con sede en Atoyac, certificó que el cadáver ''del individuo que llevó en vida el nombre de Lucio Cabañas Barrientos'' presenta:

''Uno. Heridas por proyectil de arma de fuego en región maxilar derecha, en la unión de la rama ascendente del maxilar inferior con el temporal, de aproximadamente 7 centímetros de longitud, en ángulo recto, con lesión de partes blandas y fractura de la rama ascendente del maxilar inferior y lesión de elementos vasculares de dicha región. Sin orificio de salida.

''Dos. Herida por proyectil de arma de fuego, con orificio de entrada en región dorsal a nivel de D-10, oblicua hacia arriba y a la izquierda, de aproximadamente 7 por 3 centímetros, que interesa partes blandas con fractura de quinta, sexta y séptima costillas y fracturas de epífisis distal de manero izquierdo, lesión de arteria axilar izquierda y con orificio de salida de aproximadamente 5 por 3 centímetros en región deltoidea izquierda.''

El certificado que rubricó Guillén del Valle, y que cuenta con sello de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), dice: ''Estas lesiones son mortales por necesidad''. Según el médico Silvestre Hernández Sierra, que fue edil de Atoyac de 1972 a 1975, las heridas tipificadas en el rubro número uno son ''lo que conocemos como tiro de gracia''. También asegura que la revisión médica del cuerpo para el certificado de defunción la realizó el legista Manuel de la O Guillén, y que ''el médico militar sólo firmó el documento''.

También, añade, el cuerpo mostraba heridas de arma de fuego ''con orificio de entrada en la región axilar izquierda, línea axilar posterior, de aproximadamente 3 centímetros de diámetro''.

Por su parte, el cronista Fierro Adame asegura que el cadáver tenía la espina dorsal destrozada, y cree que ''su muerte debió haber sido fulminante; había unacabanas_lucio_cxw herida como un triángulo agudo en el cachete derecho, que las personas que estaban observando dijeron, 'es el tiro de gracia'. Yo pensé que no podría ser un tiro de gracia, porque los tiros se dan en la cabeza y él no fue fusilado, él cayó en combate y para cuando fueron a recoger el cuerpo seguramente ya estaba muerto''.

Excavación a la media noche

El mismo testigo asegura: ''El presidente municipal (Silvestre Hernández Sierra) me habló para pedir que me hiciera cargo de que abrieran una fosa en el panteón. El mencionó que la Sedena había solicitado al ayuntamiento sepultar a Lucio Cabañas. Me recomendó que se hiciera con la discreción requerida. Fui a buscar al que era inspector de Reglamentos, Agustín Hernández Vargas -quien aún vive- y le di instrucciones para que buscara las personas que fueran necesarias, porque urgía enterrar a un anciano que había muerto. Yo camuflajee el hecho. Al fondo de la nueva sección del panteón me enseñaron dos lugares que estaban disponibles; dispuse el lugar que estaba más al fondo. Se hizo la excavación y más o menos a la media noche fui a ver si ya estaba terminada. Lo comuniqué al doctor Silvestre y él me recomendó que no me durmiera. Me volvió a hablar más tarde diciéndome que en cierto lugar de la ciudad, en la calle Prolongación de Hidalgo y Hermenegildo Galeana me esperaban jefes y oficiales para que yo les fuera a enseñar la fosa. Acudí al lugar y los llevé. Ellos vieron el lugar y se retiraron. Yo también me retiré. Al llegar a casa le comuniqué al doctor Silvestre que ya había sido entregada la fosa y él me comentó que tal vez lo sepultarían a las seis de la mañana. Fue un comentario sin ninguna trascendencia''.

Y prosigue su testimonio:

''Poco antes de las seis de la mañana me precipité, porque tenía curiosidad de ver si lo habían sepultado. Llegué minutos antes de la seis y cuando entré al panteón estaba todavía oscuro, pero empezaba el alba; con el auxilio de mi lámpara vi que ya había entrado y salido gente; (había huellas de) botas de militares, de oficiales y de jefes. En ese tiempo se podía distinguir las botas de un jefe militar y las de un soldado de tropa. Estaba ya tapada la fosa, pero el montículo que se hizo casualmente era precisamente de 1.40 metros máximo de altura, y yo creí que ahí no podían haber sepultado a nadie. Creí que (lo podrían haber inhumado) a menos que hubieran pisoneado la tierra, a menos que lo hubieran enterrado sin caja. Busqué por los alrededores y fuera del panteón si había una piedra. No encontré piedras, pero sí vi pisadas que recargaban en el piso para pisonear. Entonces pensé que llevaron un pisón y que por eso es que el montículo era bajo y escasamente de un metro de longitud de oriente a poniente. Sólo había dos varas cruzadas en forma de cruz; las colillas de cigarro todavía estaban calientes. Unos minutos antes me hubiera topado con los soldados. No vi si enterraron o no a alguien; un militar de confianza personalmente me asegura que sí fue sepultado ahí, pero yo no vi que hayan sepultado a nadie y sólo pudieron haber enterrado ahí a alguien sin caja y pisoneando el piso, porque a esa hora la tierra está dura y se esponja. Sólo en esas circunstancias pudieron haber enterrado a alguien.''

Vecinos de sepulcro

Ante la insistencia de los reporteros, el presidente municipal fue al panteón y les mostró la tumba. Se imprimieron placas del edil señalando el lugar donde hacía unas horas había sido sepultado el guerrillero, a ''las 2.30 horas del día 3 de diciembre de 1974, en una fosa normal cavada ex profeso entre dos tumbas, una de ellas con lápida de concreto con dos floreros y una cruz también de concreto, con inscripción que dice: Sr. Ramón Gómez, murió el 3 de agosto de 1971, 27 años. DEP, y la otra con lápida de concreto lisa, solamente con una cruz también de concreto, con inscripción que dice: Sr. Modesto Gómez C., que murió el 4 de marzo de 1974'', señala un documento militar entregado al reportero. El responsable del mencionado sepelio fue el entonces capitán del Ejército Jaime López Ortiz.

El actual responsable del panteón municipal, Félix Rea Castro, dice que donde presuntamente están los restos de Cabañas Barrientos fue colocada una gaveta de cemento mortuoria que guarda los restos de Raúl Gallardo Benítez, quien fue sepultado hace 15 años.

ƑEstán allí los restos de Lucio Cabañas Barrientos? ƑReposan en esa tumba en donde nunca ha alumbrado una veladora y en donde nunca se ha colocado una corona de flores?