MIERCOLES Ť 21 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

COSAS DE FUTBOL

Josetxo Zaldúa

El adiós de Blanco

La tocata y fuga de Cuauhtémoc Blanco mueve a pena más que a risa. El hombre de Tepito no resistió el éxito y, queriendo golpear a los directivos del futbol nacional -asunto comprensible-, se coloca en el campo del capricho y del tirar piedras sobre el tejado propio. Si a alguien perjudica no acudir al Mundial de 2002 es, antes que a nadie, a él. Esa competición, y todos lo saben, es la vitrina máxima del futbol.

Las razones esgrimidas por Blanco, a quien pretendieron hacer viajar de España al DF para jugar contra Honduras como si de un bulto se tratara, en plan guajolotero, son atendibles. Pero de ahí a que el señor culpe del desaguisado a la afición media un abismo. La actitud de Blanco es propia de un adolescente. Ciertamente no merece integrar la selección nacional de futbol profesional.

Otra cosa es exigir a los directivos que hablen sobre lo dicho por Blanco respecto a sus boletos de avión, o sobre el pago de su curación tras lesionarse con el Tricolor.

En este país, como en muy pocos, a los futbolistas se les trata como si fueran ganado. La responsabilidad no es únicamente de los de pantalón largo. El drama toca también a los de corto, gente desgraciadamente acostumbrada al maltrato, tanto que les parece natural que así sea.

El futbol nacional huele a podrido desde los cimientos. Es un coto donde las reglas nada tienen que ver con el pulso nacional. En el campo de las patadas vivimos en la Edad Media. Y como los señores de la esférica tienen fuertes inversiones en los medios electrónicos de comunicación más fuertes, el resultado es de consulta siquiátrica.

Es patético que los futbolistas no sean capaces de organizarse para defenderse de sus patrones. Si ellos no generan respeto tampoco están en condiciones de exigirlo. Se entiende que los dueños de la pelota no quieran que sus asalariados se organicen. Lo incomprensible es que los jugadores se dejen ningunear de esa forma. Dan pena.

Por cierto, no deja de ser sospechoso que Blanco le haya dado en exclusiva su renuncia a Televisa. Hubiera sido más lógico convocar a todos los medios mexicanos, más allá de empatías o antipatías, y hacer así un gran ruido.Y debió hacerlo aquí, en México. Pero no. La exclusiva fue para los de Chapultepec y prefirió esconderse y hacerlo en España. También eso huele a podrido.

Por supuesto, ni en Tepito se toman en serio la espantada de Blanco. Todos sabemos lo que viene; el rosario de cartas pidiendo al señor que no nos deje en la miseria; también llegarán las mentadas de madre exigiendo la renuncia de los directivos del futbol nacional, o cuando menos de algunos.

En suma, nos espera el culebrón Blanco, o lo que es lo mismo, opio para hacernos sentir que nuestra opinión, que en los próximos días, semanas y meses será bombardeada con sesudas encuestas mediáticas, sí cuenta. Y cuenta tanto que será tomada en ídem, valga la idiota redundancia.

Así nos va en ese circo de quinta que es el futbol nacional. Uno lo siente por los futbolistas, a pesar de su ausencia de carácter y de autoestima, y lo siente sobre todo por un deporte bello, como casi todos, pero herido de muerte por la chusma que hace parte de él.