MIERCOLES Ť 21 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Se recordó al autor de Los signos del zodiaco en la Muestra Nacional de Teatro
La dramaturgia de Sergio Magaña floreció en la contradicción y el desafío, dicen investigadores
Ť Cartas al pie de un árbol y Divino Pastor Góngora, dos de las obras más ovacionadas
CARLOS PAUL ENVIADO
Guadalajara, Jal., 20 de noviembre. Dos de las obras más aplaudidas por el público en la 22 Muestra Nacional de Teatro resultaron ser Cartas al pie de un árbol, dirigida por Angel Norzagaray (de Baja California), en la que se abordan las dificultades a las que se enfrenta un grupo de indocumentados mexicanos al tratar de cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos, y el monólogo Divino Pastor Góngora (del DF), de Jaime Chabaud, interpretado por Carlos Cobos, con dirección de Miguel Angel Rivera.
Cruces de madera, para representar a los desaparecidos o muertos en la frontera y una banda negra de hule que cruza el escenario como carretera son los únicos elementos en los que se apoyan los actores de Cartas..., obra en la que la incertidumbre de una madre campesina por no saber si su hijo está vivo o muerto provoca que con su petate a cuestas vaya en su búsqueda.
En su viaje, la madre narra las condiciones de vida en que vive y cuánto extraña a su hijo; paralelamente, por el escenario desfilan polleros, policías, ladrones y campesinos de distintos estados del país, los que con la ilusión de cruzar la frontera se hacinan en la cajuela de un automóvil que sufre un accidente mortal, circunstancia que da pie para conocer -mediante otro narrador- los anhelos de esos indocumentados y las dramáticas formas (insolación, ahogamiento) en que han muerto otros.
El hijo, luego del accidente, queda ciego y sin memoria, y en compañía de su amigo Tarzán se dedica a cantar corridos que hablan de los sinsabores y peligros de cruzar la línea. Y cada vez que le llega un recuerdo de su identidad, ambos escriben una carta, hasta que por fin recuerda su tierra de origen. Decide regresar y, sin saberlo, en el camino se cruza con su madre, quien va rumbo a la frontera.
En Divino Pastor Góngora, que ofrece temporada en el Distrito Federal, se escenifica de manera tragicómica la vida de un actor de la Nueva España del siglo XVIII, que huye perseguido por un inquisidor, Diego Fernández y de Zevallos, que lo acusa de haber embarazado a su sobrina y de conspirar por la independencia.
Dramaturgo mayor
En el Instituto Cultural Cabañas se efectuó una conferencia especial acerca de la vida y la obra de uno de los mayores dramaturgos mexicanos de la segunda mitad del siglo XX, Sergio Magaña, para dar a conocer la ''extensa investigación" que realizaron Imelda Lobato, Leslie Celaya y Julio César López, cuya publicación se encuentra en la revista Documenta y en la página de Internet del Centro de Investigación y Documentación Teatral Rodolfo Usigli.
Magaña, señalaron dichos investigadores, ''fue el autor de nuestra primera gran obra muralista (Los signos del zodiaco, 1950), de las primeras comedias musicales modernas (Rentas congeladas, 1960, y El mundo que tú heredas, 1970), de la primera obra dramática con trama policiaca (El pequeño caso de Jorge Lívido, 1958), y de los primeros textos del llamado teatro documental (Los motivos del lobo, 1965).
La investigación es una aproximación a la trayectoria estética y estilística de su escritura, apuntes biográficos/cronológicos de sus diversas actividades artísticas, académicas, periodísticas e institucionales del escritor, reflexiones sobre su propia obra y "testimonios publicados e inéditos".
Magaña, finalizaron los investigadores, ''floreció en la contradicción y el desafío", y dejó este testimonio: ''De todas mis obras, la única que tuvo seguidores fue Los signos del zodiaco. Luego vino el éxito de Rosalba, de Emilio Carballido, y conocí a quien debía decidir la suerte de mi carrera, a uno de los hombres má inteligentes y de más calidad que tiene México, el maestro Salvador Novo. Desde el primer momento tuvo y demostró confianza en mí. El éxito de Rosalba me estimuló, y empecé a escribir Los signos... Cuatro meses de trabajo duro, de día y de noche. El resultado deberán juzgarlo los demás. La obra está llena de ambición y pienso que deberá revolucionar todo el teatro mexicano. Lleva el mensaje que yo quise y las palabras que siento. Es realista pero no verista, es mexicana, pero no local, y si como creo logré mis intenciones, no será una obra temporal, sino que se colocará más allá de nuestros días. Aspira también, por pretensión muy comprensible a mis años, a colocarse entre las obras representativas del teatro universal".
El dramaturgo Sergio Magaña murió el 23 de agosto de1990.