MIERCOLES Ť 21 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Alejandro Nadal
Día de campo para los misiles
No todo cambió después del 11 de septiembre. La administración de los arsenales nucleares rusos y estadunidenses conserva su patología.
Entre sonrisas y apretones de manos, la cumbre Bush-Putin concluyó el viernes pasado con un "desacuerdo cordial". Bush propuso una reducción importante en los arsenales nucleares estratégicos de Estados Unidos. Estos pasarían de unas 7 mil cabezas nucleares a mil 700 o 2 mil 200 cabezas nucleares en unos diez años. Putin respondió que trataría de responder con reducciones similares, pero sin comprometerse con números específicos.
El principal desacuerdo está en el futuro del Tratado de Prohibición de Defensas Antimisiles (ABM, por sus siglas en inglés). El tratado ABM, firmado en 1972 y piedra angular del sistema de control de armamentos nucleares, preserva el equilibrio del terror nuclear. Por medio del ABM, la antigua Unión Soviética y Estados Unidos se comprometieron a no construir un sistema defensivo contra misiles balísticos lanzados por la otra parte. Rusia asumió el cumplimiento del ABM al desaparecer la Unión Soviética.
Estados Unidos continúa sus planes para llevar a cabo una serie de pruebas en 2002, y estas pruebas significan la muerte del tratado ABM. Rusia ha enviado señales en repetidas ocasiones de que estaría dispuesta a aceptar una versión limitada de las defensas antimisiles de Estados Unidos, más orientada contra un ataque limitado proveniente de países como Irak o Corea del Norte. Pero rechazaría el despliegue de un sistema que pusiera en riesgo la capacidad rusa de responder a un ataque nuclear.
La propuesta de reducir los arsenales nucleares estadunidenses suena interesante. Después de todo, pasar de 7 mil cabezas nucleares estratégicas a mil 700 es bueno. Pero, más allá de que todavía son demasiadas, la oferta tiene tres problemas técnicos.
Primero, la reducción se haría a lo largo de un plazo de diez años. Sin un tratado formal el recorte no está garantizado. Putin dejó claro que los apretones de manos y las bromas no sustituyen un tratado y chocó con las posiciones de Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional bien conocida por sus posiciones belicistas. Segundo, aunque Bush dijo que las cabezas nucleares serían desmanteladas, Condoleezza rápidamente se encargó de aclarar que no serían destruidas. Si no son destruidas pueden volverse a desplegar en vehículos de lanzamiento. Tercero, las reglas para la contabilidad de los sistemas a eliminarse no han sido definidas. En el pasado, las reglas de contabilidad en muchos acuerdos de reducción de armamentos permitieron anunciar grandes recortes para después mantener topes más elevados.
La reducción de cabezas nucleares corresponde más o menos a los límites anunciados al iniciarse las conversaciones para los acuerdos START III. Eso deja los acuerdos START II en un limbo peligroso. Este último ya fue ratificado por ambas partes, pero no ha entrado en vigor porque la Duma rusa condicionó el intercambio de instrumentos (último paso para su entrada en vigor) a que el Senado estadunidense ratifique los acuerdos que sostuvieron Primakov y Madeleine Albright en Nueva York sobre la validez del Tratado ABM. Ahora es claro que el tratado START II no será ratificado por el Senado estadunidense.
Los ataques del 11 de septiembre demuestran que las amenazas a la seguridad de Estados Unidos no provienen de un ataque con misiles. Pero el Pentágono usa los atentados terroristas para acelerar las pruebas que constituyen una violación del ABM. Aunque Estados Unidos está a muchos años de contar con un sistema defensivo, y la tecnología para un escudo eficaz no estará disponible en mucho tiempo, los planes del Pentágono inyectarán nuevo ímpetu a la carrera armamentista. La economía rusa es incapaz de mantener el ritmo de gasto militar que impondrá Estados Unidos en los próximos años. Pero China es otra historia.
En el día de campo texano, lo último que se negoció fue una reducción del peligro nuclear. La oferta a Putin es clara. Reducimos los arsenales ofensivos si ustedes nos dejan construir nuestro sistema defensivo. Además, voltearemos la cara para el otro lado cuando tengan problemas en Chechenia, si ustedes nos dejan saldar cuentas en Afganistán e Irak.
Una semana antes de la cumbre Bush-Putin, Estados Unidos saboteó la conferencia sobre el Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBT), violando sus compromisos en el tratado de no proliferación y enviando una clara señal al mundo. El régimen multilateral de seguridad común no es tan valioso como los nuevos proyectos del Pentágono. El 11 de septiembre envió una señal que no ha sido escuchada en Estados Unidos.