Ť Se inaugura exposición de la fotógrafa en el Centro de la Imagen
Album recrea en imágenes la complicidad entre Ana Casas Broda y su abuela
Ť Incluye cartas, diarios y objetos de la Segunda Guerra Mundial
MERRY MAC MASTERS
La fotografía nunca fue ajena a la familia de Ana Casas Broda. Su abuela austriaca, de 91 años, se autorretrataba año tras año. Nacida en España y llegada a México a los ocho años, después de una estancia en Viena, Casas Broda (Granada, 1965) sintió que de alguna manera una parte de su historia familiar se había quedado atrás y necesitaba reconstruirla. ''Las fotos de mi abuela ?dice? ejercían enorme atracción sobre mí y cada vez que iba a Viena me sumergía en los álbumes, como si escondieran la clave de un misterio.''
Motivada por las historias que ''siempre se repiten'', pero que ''sentía que se me iban'', en 1988 Casas Broda empezó un trabajo fotográfico sobre su identidad ?se han exhibido ya algunas partes?, que ahora se recoge en Album, una de varias exposiciones que se inaugurarán mañana a las 19:30 horas en el Centro de la Imagen, así como la presentación ?el 13 de diciembre? del libro homónimo que incluye textos de su autoría, publicado en 2000 por la editorial española Mestizo, AC, con el apoyo del Ministerio de Cultura de Austria y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Explica Casas Broda: ''Comencé con las fotos de mi infancia, con los mismos lugares en la casa de Viena, con la misma cámara retomando las fotos de mi abuela. Seguí con los desnudos. Después se vendió la casa. Entonces revisé el material acumulado a lo largo del tiempo que tomé en super 8 y empecé con los textos''.
Respecto del desnudo, también de su abuela, la entrevistada dice retomar el cuerpo y la casa como dos ejes en la construcción de la identidad. Al nombrarse el ''objeto de mi trabajo'', también ha incluido en la muestra unos cuadernos de dieta de cuando pasó un lustro retratándose cada semana y anotando lo que comía. Es un giro de esta necesidad de construirse un cuerpo para ''quizá encontrar una identidad que ahora me sorprende''.
La exhibición se inicia con fotos tomadas por su abuela, quien de hecho es presentada como fotógrafa. Termina con dos videos que Casas Broda realizó, primero mezclando la casona vienesa con su infancia y su casa de México, y de su abuela en el asilo después de sufrir un derrame cerebral. En fin, hay una historia fotográfica de ocho décadas. También incluye cartas y diarios, así como objetos de la Segunda Guerra Mundial.
Mediante este trabajo se creó un lazo ''superfuerte'' entre Ana y su abuela, quien para entonces vivía sola: ''Me di cuenta que nuestra complicidad era por medio de las imágenes y por eso a ella le gustaba tanto participar en mis fotos y jugar conmigo.''