Cristina Rivera recrea, desde la ficción, al siquiátrico La Castañeda
Ť Vivir fuera de México provoca que uno se aferre con más urgencia al castellano, expresa
Ť El realizador Gustavo Garzón prepara la versión cinematográfica del volumen
CESAR GÜEMES
Luego de darse a conocer el resultado del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que entrega anualmente la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la ganadora, Cristina Rivera Garza, lo percibe como ''una respuesta de doble cara: por una parte me da mucho gusto que sea una novela reconocida porque me implicó mucho trabajo, pero por otro lado me genera la responsabilidad de mantener la calidad para libros futuros".
El galardón para la escritora mexicana por su novela Nadie me verá llorar (Tusquets), le fue conferido por Margaret Sayers, Iride Rossi de Fiori, Miriam Sessarego y Hernán Lara Zavala, quienes integraron el jurado. Rivera Garza reside en San Diego, California, e imparte clase de historia de México en la universidad estatal de esa ciudad. Desde ahí, responde a la entrevista.
-Curiosamente el Premio Sor Juana puede provocarte obstáculos más que abrirte el camino.
-Puede ser, sin embargo espero que no ocurra. Además es algo que no me ha preocupado. Continúo trabajando en otros proyectos. Escribo sin ningún tipo de bloqueo mental. Cuento con varios manuscritos y laboro en muy distintos proyectos, si bien sé que nadie puede vaticinar el porvenir.
Hacer literatura fantástica
-¿Cómo recuerdas la investigación para Nadie me verá llorar?
-Fue muy larga. Como historiadora me correspondió llegar un día a los expedientes médicos del manicomio de La Castañeda. Esa era la base de mi disertación para recibir el doctorado en historia, pero por la riqueza de los documentos decidí hacer una novela. Claro, trabajaba en la literatura desde antes de convertirme en historiadora, por eso se me despertó el interés de narrar lo que encontré en los documentos de manera fiel a su complejidad.
-De ti se esperan otras novelas basadas en investigaciones históricas. ¿Continúas por ese camino?
-Las cosas cambiaron un poco. Decía que he seguido con otros proyectos de escritura y de manera muy significativa he entrado a mundos distintos, que tienen menos contacto con referentes de la ''realidad"; ya no hay por el momento textos históricos. Quiero incursionar en esto que se llama literatura fantástica. Trato de no encasillarme bajo la etiqueta de novela histórica. Hice Nadie me verá llorar en el momento justo, cuando necesitaba escribirla y ahora me estoy saliendo de ese ámbito.
-¿Qué noticia tienes de la versión cinematográfica de la obra que prepara Gustavo Garzón?
-Creo que va muy bien. Gustavo tiene enorme talento, gran energía y pone mucho empeño en traducir la novela a imágenes. La historia que narra la novela se adecua muy bien al cine.
Respeto por la poesía
-¿Cómo asumes el Premio Sor Juana?
-Llega en el mejor periodo posible, sobre todo por lo que implica que son las traducciones. Era algo que me preocupaba y con este reconocimiento se solucionan varias de mis interrogantes. Además, me motiva para el trabajo que sigo haciendo.
-La Cristina Rivera Garza que conocemos como poeta, ¿sigue trabajando?
-Fíjate que sí. De manera usual me defino como novelista, es el oficio en el que me siento mejor, porque veo al de la poesía mucho más alto, le tengo un enorme respeto. Sin embargo me mantengo en la línea de escribir poesía y hace poco, mediante una beca, completé un poemario que aún requiere un poco de trabajo de revisión pero en cuanto tenga tiempo estará listo para la imprenta.
-¿Qué tan compatible te parece tu labor académica con la de escritora?
-Antes me quejaba porque trabajar en las universidades de Estados Unidos es agotador, implica mucho tiempo y aparte de las clases las actividades son cuantiosas. Pero conversando con otros escritores que viven en México y se dedican a otros trabajos para subsidiar sus propios libros, me di cuenta que no debería quejarme tanto. Finalmente el desempeño dentro de la academia es muy estructurado, cuento con el verano libre y después de todo la escritura no sólo crece con el tiempo que le dediques sino con el diálogo y la constante investigación. Por supuesto, si tuviera que elegir, me quedaría con el oficio de novelista de tiempo completo.
-Por último, ¿de qué manera influye estar fuera del país de origen para hacer literatura?
-Estar en la periferia permite respirar mejor; el anonimato ayuda también y, por otro lado, hay una relación con la lengua natal que se vuelve urgente. Al vivir fuera de México se tiene la sensación de que se pierde habilidad con el lenguaje, y eso provoca que uno se aferre al castellano con más urgencia que cuando escucha y habla todos los días el propio idioma.