MIERCOLES Ť 21 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Caso Geresta Ƒcrimen de Estado?

Si es cierta la tesis del ex director de la Guardia Civil José Antonio Sáenz de Santa María, José Luis Joselu Geresta se convertirá en la primera víctima mortal de la guerra sucia contra ETA durante el gobierno del conservador José María Aznar, en el poder desde 1996.

El caso Geresta tiene por lo pronto similitudes en las justificaciones vertidas desde el gobierno en otros casos, ya probados, de guerra sucia, como el de los dos jóvenes de 21 y 23 años José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, quienes fueron secuestrados por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), sometidos a varios días de torturas y finalmente ejecutados con tiros en la cabeza, para posteriormente ser enterrados en cal viva en un paraje, donde sus cuerpos fueron descubiertos diez años después.

Joselu Geresta, quien murió a los 29 años y estaba, según el Ministerio del Interior, vinculado al llamado comando Donosti de ETA, apareció muerto en un descampado de Rentería, Gipúskoa, en marzo de 1999.

La versión oficial difundida por el ministerio sostuvo que Geresta se había "suicidado", con base en dos "pruebas". Una fue que se practicó un examen de parafina al cadáver y se encontraron rastros de pólvora en los dedos y la otra que en el lugar donde se encontró su cadáver fue hallado un único casquillo de bala calibre 22, supuestamente de su propia arma.

Incluso, el Ministerio del Interior afirmó que se trataba de la misma arma con la que fue asesinado, en julio de 1997, el concejal del Partido Popular Miguel Angel Blanco.

La familia del presunto etarra, inconforme con la explicación oficial, exigió una segunda autopsia. En su momento, el hermano del occiso, Juan Geresta, llegó a decir que tenía información que descartaba la hipótesis del suicidio, y afirmaba que se ha-bían encontrado tres casquillos de bala, no uno, y que el cadáver mostraba evidencias de que se le habían extraído dos dientes.

El Estado llegó a amenazar a quienes sospechaban de que Geresta fue víctima de tortura y ejecución, en un contexto de guerra sucia, con presentar una querella por difamación. Pero la segunda autopsia confirmó la versión oficial, si bien las dudas sobre esta muerte, al menos en el entorno de la izquierda separatista vasca, jamás se han disipado. ARMANDO G. TEJEDA, CORRESPONSAL