DOMINGO Ť 18 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
ANDANZAS
El show debe seguir
Ť Colombia Moya
DESPUÉS DEL APARATOSO accidente que sufrió en escena la heroína del musical Chicago, the show must go on. De hecho, las presentaciones han continuado desde el mismo instante del accidente, en que una profesional de primera línea, María Filipini, cambió sus ropas por las de Sandra Guida y terminó la función con gran reconocimiento del público, empresa y artistas.
DESDE AQUEL 8 de noviembre, la Filipini continúa supliendo a Sandra mientras ésta se repone de la ruptura de los ligamentos de uno de sus codos, lastimadura que, además de dolorosa, requiere una lenta y cuidadosa atención para que la joven pueda continuar su carrera sin dificultad alguna, lo que deseamos de todo corazón.
ESTA COMEDIA MUSICAL de gran éxito en los últimos tiempos en el afligido Broadway, que por fin ha reiniciado sus actividades, se inspiró originalmente en hechos de la vida cotidiana, durante los años veinte, época en que aún causaba gran impresión que una joven y bella mujer fuera capaz de asesinar a su marido o a su amante, con todo el encanto y desparpajo del mundo; capaz de sorprender a jueces y autoridades, más aún cuando la criminal se suponía embarazada; cuando la gente parecía más humana y sensible a semejante situación, cosas que hoy amenazan convertirse en quema de brujas en la hoguera, ante el morbo y la codicia desatada de quienes hacen todo lo posible por reinstalar la Inquisición en México; energías que mejor debían dirigirse hacia violadores de bebés, asesinos de mujeres, saqueadores y torturadores, que hay de a montón en este país.
PERO EL SHOW debe proseguir. Así, la historia de reclusas y sus peripecias en la cárcel, escrita por la periodista de nota roja estadunidense Maurine Fallas Wallace, fue adaptada a la pantalla en la época dorada de Hollywood para realizar la película encabezada por Ginger Rogers y Phil Rogers, ambientada en la época original: los años 20, la recesión, muertes y balazos, juicios sensacionalistas y finales asombrosos. Tiempo después, el gran coreógrafo Bob Fosse, junto con John Kander y Fred Ebb, desarrollaron un musical con el mismo tema y época, pleno de bailes jazz, ragtime y dixieland para contar la historia de Velma Kelly, acusada de asesinato y llevada a juicio, personaje que ahora, como mencionamos arriba, es interpretado por la mexicana María Filipini. Póngase a pensar por un minuto la calidad y la fuerza que debe desarrollar una o un intérprete para suplir, en menos de cinco minutos y en pleno desarrollo de la obra, con público y todo, a otro personaje cuya rutina quizás apenas conoce.
PERO ENTRE LA aguerrida gente del teatro, la danza, el canto, la música, esto sucede frecuentemente y el show debe seguir, lo que no pocas veces ha sido la gran oportunidad de sacar a relucir nuevos talentos de gran envergadura, nuevas estrellas, pero sobre todo, un reto maravilloso, una actitud verdaderamente de gente de lucha. La obra Chicago, que se presenta de jueves a domingo en el Teatro Alameda II, por allá en la avenida Cuauhtémoc, casi esquina con Av. Chapultepec, contiene la serie de ritmos más originales y pegajosos del mundo; como lo mencioné antes, usted puede escuchar la simiente del posterior desarrollo del rock y toda esa nueva música que hoy invade de mil formas el mundo, pero cuyos orígenes siguen siendo aquellos ritmos juguetones de los negros estadunidenses meciéndose en las melodías que se enrollaban en el viento y hacían mover los huesos y los pies inquietos de los grandes bailarines negros de tap.
EL JAZZ ES, pues, una de las expresiones más elocuentes de la sociedad estadunidense de aquella época de recesión en que una nueva guerra se preparaba, los comunistas eran perseguidos y las grandes estrellas de Hollywood, artistas e intelectuales, sometidos a los más humillantes interrogatorios, persecuciones o expulsiones de sus fuentes de trabajo por la más mínima sospecha de ser rojillo, progresista o librepensador: Sacco y Vanzetti, los esposos Rosemberg, Chaplin prácticamente refugiado en Londres, etcétera, etcétera. Nos dan una idea de lo que fue el preámbulo de la locura tan bien aprovechado por gángsters y negociantes de armamentos y el dolor humano.
SIN EMBARGO, ESA es una sociedad que ha dado no pocas obras de cine, teatro y literatura, en que sabe retratarse a sí misma y exponer el problema. Pero mientras surgen las nuevas versiones de la historia presente en el nuevo rumbo del mundo, asómese a ver Chicago, un espectáculo que nos hace conocer un poco más la idiosincracia de una época del pueblo más poderoso del mundo: conocer es saber... El show sigue.