DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE DE 2001
MAR DE HISTORIAS
Sándalo
CRISTINA PACHECO
-ƑMe disculpas que suba primero? -Lila no espera la respuesta de Tania y sigue adelante. Se detiene en el segundo tramo cuando escucha la queja de su amiga-: ƑQué te pasa?
-Por poquito me caigo: está bien oscuro.
-Porque aquí nadie coopera. Cuando se funden los focos se hacen los muertos para que yo los compre, pero ya me cansé -grita al pasar frente a un departamento.
-ƑFalta mucho?
-Dos pisos. Si quieres, espérame aquí mientras subo por mi lámpara.
-No, gracias. Ya me estoy desencandilando -Tania escucha el golpe del llavero contra la puerta-. Además, creo que ya llegamos.
Lila entra en su vivienda y acciona el botón de la luz:
-Pásale. Aquí tienes tu pobre casa -la anfitriona da tiempo a que su amiga eche un vistazo-: ƑQué te parece?
-šBien padre! -afirma Tania, entusiasmada al ver las telas de colores que cuelgan desde el techo, el fotomural selvático en una pared, la garza de terracota, el gong chino y la sábila adornada con ajos, listones y herraduras.
-Disculpa el desorden. No sabía que íbamos a venirnos para acá, pero šqué bueno! Fue mejor que estarnos allá, como babosas, nomás paradas en la calle.
-En los puentes siempre falla la chamba -Tania deja su bolsa en un sillón-. Oye, Ƒy cuántas piezas tienes?
-Una nomás. ƑQuieres verla? -otra vez Lila no espera la contestación y aparta la cortina de falso bambú que protege la entrada a su recámara.
-šHuele rico! -dice Tania, con los ojos cerrados.
-A sándalo. Todos los días enciendo una pajita, para no sentir el olor a humedad.
El ambiente no es distinto al de la sala: en la cama revuelta hay revistas, muñecos de peluche, prendas íntimas. Sobre el buró una hornilla eléctrica y un envase de sopa instantánea comparten el espacio con una lámpara y un portarretratos con la fotografía de un actor arrancada de una revista.
-ƑQuién es?
-ƑMe creerás que ni sé? Lo metí allí porque se me hizo muy triste ver el portarretratos vacío -Lila descubre la sonrisa maliciosa de su amiga-: ƑDe qué te ríes?
-Yo pensaba que era la más desordenada del mundo, pero después de ver esto creo que me ganas.
-Híjole, qué pena. Te juro que cada que me levanto digo: "Hoy sí arreglo"; pero cuando pienso que vivo sola y que nadie viene, se me van las ganas. Eres la primera visita que recibo en años.
-El quehacer es siempre bien cansado, bien aburrido.
-A mí lo único que me gusta mucho es ordenar mis zapatos. Me paso horas viéndolos, acomodándolos, limpiándolos -en prueba de que no miente señala el mueble donde están ordenados muchos pares de zapatos blancos. Ante esa visión Tania no puede frenar su asombro:
-ƑY eso?
-Es una vitrina. Me la vendió el de la ferretería antes de cerrar su negocio. ƑEn cuánto crees? Ciento sesenta. Primero me pidió trescientos. Le dije: "šEstás loco! Conmigo no te pases de lanza. Acuérdate que yo sé vender".
-No me refería a la vitrina sino a los zapatos: todos son blancos. ƑPor qué?
Lila no da explicaciones. Abandona el cuarto y desde la sala cambia el giro de la conversación.
-Ay, perdóname, soy una pelada: Ƒqué te sirvo? Tengo ron, tequila y rompopito.
-Mejor un tequila -Tania se acomoda en un silloncito tapizado de peluche. Al ver entrar a Lila con la botella y las copas-: ƑTú lo forraste?
-Sí, Ƒtú crees? -Lila vierte la bebida y le ofrece la suya a su amiga-. Cuando no puedo dormir me levanto y me pongo a hacer alguna cosa o a ordenar mis zapatos.
-ƑPuedo quitarme los míos? Ya no los aguanto -Tania se descalza y gime con alivio-. Me admira que siempre andes de tacón. ƑNo te cansas?
-No. Y eso que los traigo desde que me levanto hasta que me acuesto. Sólo así me siento arreglada. Oye, Ƒestás cómoda o quieres que nos pasemos a la sala?
-Aquí está más calientito -Tania bebe. Reconfortada, mira otra vez hacia la vitrina-: Oye canija, hablando en serio, Ƒcuántos pares de zapatos blancos tienes?
-Quince, pero no son los únicos. Otros están guardados. Son los más viejos, pero no me gusta tirarlos: se me figura que van a andar perdidos, rodando como esos loquitos que uno se encuentra en las calles.
-ƑTe gustan de ese color porque te recuerdan cosas? -Tania se aventura-: ƑA poco estuviste casada?
-No, pero casi... -Lila mantiene los labios cerrados, mientras sus ojos se humedecen.
-ƑCómo se llamaba tu novio?
-Efrén. Era soplador de vidrio. Ganaba bien poquito pero con todo y eso su ilusión era regalarme todo el traje de novia. Sólo alcanzó a comprarme los zapatos... Dos tipos entraron a robar en la fábrica. En el relajo hubo disparos. Uno le tocó a Efrén y allí quedó -Lila bebe de golpe el resto del tequila-. ƑSabes? Esa bala también me mató a mí.
-No digas eso, siento feo.
-Es cierto. Se me quitaron todas las ilusiones y todo empezó a parecerme horrible, hasta el pueblo. Conseguí el permiso de mis padres y me viene a trabajar en casas -Lila sonríe emocionada-: Lo único que me traje de allá fue mi ropa y mis zapatos blancos. Nomás me los ponía los domingos.
-ƑEra tu día libre?
-Pero no lo tomaba. Sin dinero y sin conocer a nadie prefería quedarme en la casa, viendo la tele. Siempre era lo mismo: al fin me entraba la tristeza y entonces, para consolarme, me ponía mis zapatos imaginando que Efrén iba a aparecer con el traje de novia completo para llevarme a la iglesia y luego a muchas partes. šPuros sueños de escuincla!
-ƑCuánto tiempo estuviste trabajando en casas?
-Muy poco. Una muchacha que conocí en Observatorio me dijo que en la calle ganaría más. Acepté con la idea de hacerlo sólo mientras juntaba dinero para abrir un negocio -Lila corresponde a la sonrisa de Tania-: Pero ya ves: ni una cosa ni la otra. Llevo siete años en esto y no tengo un centavo. Todo se me ha ido en mandar a la casa, en la renta, en las mordidas, y también, para qué voy a negarlo, en comprarme hartos zapatos blancos.
-Pero ni te los pones, al menos nunca te los he visto -Tania se echa hacia delante y habla casi en secreto-: ƑPara qué los quieres?
-Quién sabe, a lo mejor para imaginarme cosas, para poder seguir adelante...
-No te entiendo, explícame.
-No sé si pueda -Lila se pone de pie-: Es algo así como el sándalo: tapa el olor a humedad, a caño. Las telas que tengo colgadas en la sala Ƒpara qué crees que las puse? Pues para cubrir las grietas en la pared y no ver la casa tan fea cuando vuelva solita en la noche. ƑEntendiste?
-Más o menos.
-Dime: Ƒte parezco muy tonta?
-Amiga, no me preguntes. ƑPor qué mejor no me sirves otra copa?