DOMINGO Ť 18 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
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Ť Eduardo Galeano

Gente de madera

Los dioses mayas andaban queriendo compañía, para matar el aburrimiento, y se les ocurrió inventarnos. La idea no estaba mal. Así fuimos creados de carne de maíz, maíz de todos los colores, y así seguimos siendo. Pero antes hubo otros ensayos de creación, que resultaron más bien desastrosos.

La gente de madera nació de una de esas torpezas de los dioses. Tallando palos, ellos hicieron unos muñecos que parecían perfectos. Pero eran secos. Los hombres y las mujeres de madera hablaban sin decir y vivían sin pasión ni sabor ni dolor. No los atormentaban las dudas, porque sus certezas eran, como ellos, de madera. No tenían pesadillas, porque no tenían sueños. No los derrumbaba el desaliento, porque no tenían aliento. No se les rompía el alma, porque no tenían alma. No se caían, porque no caminaban.

Según la tradición maya, los dioses aniquilaron a los hombres y a las mujeres de madera. Ni uno solo de ellos quedó en el mundo. Me da la impresión de que la tradición se equivoca.