DOMINGO Ť 18 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Discuten estrategias para convivir con el gobierno y para recuperar el voto ciudadano
No hay más plan que aquel que nos lleve a ganar: delegados
ROSA ELVIRA VARGAS Y CARLOS CAMACHO
Pachuca, 17 de noviembre. El Partido Revolucionario Institucional empezó una discusión, que apunta para interminable, sobre qué estrategias políticas debe presentar para convivir desde la oposición con el gobierno, y al mismo tiempo para convencer a la sociedad de darle su voto. Pero el pragmatismo se impone, porque para muchos delegados que discuten en los pasillos no hay otro plan a diseñar que aquel que lleve al partido a ganar las elecciones de 2003, y desde ahí, gobernar.
Porque al encontrarse y reconocer quiénes han sido siempre, los priístas que se acreditaron en la mesa de Estrategias políticas cayeron en cuenta de que la pereza sigue siendo su sino, que muchos no habían leído el reglamento de la asamblea y quisieron elegir directiva a manera de planillas de facto. En algunos casos prefirieron llegar a la sofisticación del voto entregando su gafete de acreditación al candidato de su preferencia para, de ese modo, evitar leerse la buenaventura.
"Al final, todos sabemos quiénes somos'', decía divertido un delegado por el "tino" de esa fórmula que, sin embargo, no se les ocurrió en la mesa de Relación con otros partidos políticos, que coordina el ex gobernador poblano Guillermo Jiménez Morales, a a la que el regionalismo y la disputa por las posiciones varias veces convirtió en asamblea, a diferencia de la que conducía la tamaulipeca Laura Alicia Garza Galindo: Relación con órganos de gobierno, cuyo tono admonitorio incluso hacía que algunos le gritaran: šNo se enoje, señora!
La discusión real será a partir de mañana. Hoy, en la lectura de los predictámenes se planteó -y es apenas el eje del análisis- que el PRI debe establecer con el Ejecutivo una relación institucional y respetuosa, pero firme, al margen "de que el gobierno esté ocupado por nuestros opositores o por miembros de nuestro partido".
Indica además que el triunfo de un candidato opositor al tricolor no debe suponer un viraje en el sistema de vida instituido por la Constitución, por lo que el partido está obligado a luchar para que una situación de esa naturaleza "no signifique modificar la ruta histórica sobre la que los mexicanos hemos construido el país".
En aquello que incumbe a una estrategia de alianzas con otros partidos, la polarización entre los representantes va de nada, "porque nos odian", hasta quienes señalan que más allá de si hacer pactos partidistas es signo de modernidad, y advierten que "las alianzas son las que le han dado el triunfo al PRD en el Distrito Federal".
Florentino Castro, quien coordina la tribuna Relaciones con movimientos sociales y organizaciones de la sociedad, admitió que durante muchos años, el PRI se preocupó más por defender los proyectos del Ejecutivo y abandonó a la sociedad, mientras ésta se organizaba a su manera.
"Después vimos pasar frente a nosotros a organizaciones no gubernamentales, de deudores, de jubilados y pensionados que nos demostraron orgullosamente que estaban mejor organizados sin partido que con alguno de ellos", y el PRI les exigía afiliación a cambio de apoyo o, de lo contrario, los consideraba enemigos.
Los próximos días no serán fáciles para obtener posiciones de consenso, pues existen señalamientos que marcan, por ejemplo, que "la deshonestidad de algunos militantes del PRI y la falta de aplicación del código de ética partidista han sido factor fundamental para el deterioro de la imagen del partido y de su militancia".
Además, la heterogénea composición de las tribunas retrata un PRI de variadas épocas y circunstancias; eso que los políticos conocen como la rueda de la fortuna. El madracismo viene sobrado, y hasta se da el lujo de mostrar pancartas en apoyo al ex gobernador, mientras deambulan por ahí los Marcos Bucio, los Luis Maldonado, los Guillermo Tovar y de Teresa y, siempre con más luz propia, Emilio Gamboa.
Traídos para constatar que el ejercicio va en serio, llegaron aquí los observadores internacionales procedentes de una buena cantidad de países, lo mismo del PC chino que de la Copppal.