DOMINGO Ť 18 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Aprueban en lo general en San Luis Potosí un código de ética partidaria
Militantes históricos evitan enfrentar a miembros de la base
MIREYA CUELLAR ENVIADA
San Luis Potosi, SLP, 17 de noviembre. Unos 60 priístas pelearon por la presidencia en cada una de las tres mesas que se instalaron en esta capital. Enrique Burgos, Mariano Palacios Alcocer, Carlos Rojas... pasaron casi inadvertidos. Socorro Díaz, encargada de la mesa de Reivindicaciones debió ceder con frecuencia ante un auditorio que expresaba a gritos sus desacuerdos. "Está bien... está bien, retiro la propuesta", se le escuchó una y otra vez.
Cuando Díaz pidió a los no más de 350 asistentes que se pusieran de acuerdo para elegir a la mesa directiva que conduciría el debate, unos empezaron a elaborar planillas y otros discutían a gritos y manotazos el procedimiento. Desconocían el reglamento.
"Propongo a Mariano Palacios", dijo Bonifacio López, del sector agrario, en una de los grupitos que se formaron en el salón del hotel María Dolores, donde sesionaban. "Seamos prácticos, debemos poner a alguien que pueda conducir la asamblea."
Cuando llegó el momento de ratificar las propuestas para estar en la mesa, Palacios declinó. Igual hicieron Juan José Castillo Mota, Carlos Rojas y distinguidos priístas de otras épocas, que evitaron medirse con una larga fila de militantes de base.
Finalmente Tereso Medina ganó al diputado veracruzano Constantino Aguilar. Mariano Palacios y Carlos Rojas votaron por candidatos distintos a los punteros. A la mesa que instaló Socorro Díaz le llegó la hora de la comida sin poder empezar a debatir.
A las otras dos mesas del apartado Principios y valores -Declaración de principios y Código de ética- no les fue mucho mejor a la hora de elegir directiva. Al menos leyeron los predictámenes antes del receso. Cuando finalmente comenzó el debate los priístas no se pudieron sustraer a los temas nacionales. En una de las mesas algunos delegados dejaron caer sobre Francisco Labastida la derrota del 2 de julio. En otra, la delegación de Oaxaca exigió la renuncia de Dulce María Sauri.
Emilio Chuayffet, coordinador de los trabajos en esta sede, encaró a la prensa. Exculpó -a medias- a Labastida de la derrota con el argumento de que las causas no son "inherentes exclusivamente a él... El PRI tuvo un desgaste acumulado".
Dio línea: los priístas deben evitar dos extremos; no abolir el pasado, sino sólo los errores que los condujeron a distanciarse del electorado; retomar los principios originales y adecuarlos a nuestro momento, pero tampoco pretender que inventan a partir de hoy un partido. Ambos extremos serían lamentables.
Justificó los ánimos con que llegaron sus correligionarios a la asamblea, pues "si tuviéramos mudos o sordos o distraídos, que no dijesen a quién prefieren como dirigente, éste no sería un partido de gente viva, sería un partido de zombies".
El mérito de la asamblea será "conservar la unidad sin renunciar a la polémica".
Chuayffet había estado en cada "tribuna" para dar un mensaje a nombre de la dirigencia y hablar de "la vitalidad" de su partido como un tapabocas a quienes le han expedido certificado de defunción; llamar a retomar las banderas de la Revolución mexicana "que son su origen" y a ponerla al día.
Auguró que el PRI recuperará la Presidencia de la República. Anduvo animando a los priístas, que no necesitaban mucho; discutían por todo.
Aunque en algunos de los párrafos se da la impresión de ser más bien el manual del buen priísta, el código de ética partidaria aprobado hoy establece un nuevo sistema para juzgar la actuación de los tricolores. Además de la Comisión de Honor y Justicia, que ya existe, pero casi nunca se usa, se creó una Fiscalía y Tribunales de "ética partidista", y una defensoría de los derechos de los militantes.
En esta mesa se cuestionó que el PRI no haya expulsado a Carlos Salinas de Gortari y casos más recientes, como el de Genovevo Figueroa Zamudio, que sin abandonar el PRI trabajó por Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán. Este tema hizo que reaparecieran varios fantasmas. Hoy serán discutidos en lo particular los dictámenes de las otras dos mesas, que también fueron aprobados, aunque con muchas objeciones.