JUEVES Ť 1Ɔ Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Ubicado en el Panteón de la Santa Veracruz, en Querétaro
El Museo de la Muerte reúne la historia de ritos en torno a la fría
DE LA REDACCION
En las afueras de San Juan del Río, en lo que fue un antiguo barrio de indios en el siglo XVIII, se construyó el panteón de la Santa Veracruz, a consecuencia de una serie de epidemias que azotó a la población de aquella época. Dicha construcción, de estructura neoclásica, alberga hoy al Museo de la Muerte, sitio único de su tipo.
El cementerio dejó de utilizarse como tal en 1866. En 1981 fue rescatado y restaurado por el Centro INAH-Querétaro y el municipio, para albergar, originalmente al Museo Histórico y de la Cultura Prehispánica de la localidad; finalmente se inauguró como Museo de la Muerte, el 24 de julio de 1997.
El Museo de la Muerte registra la historia de las costumbres y ceremonias alrededor de la muerte desde la época anterior a la Conquista. "Acerca de los entierros prehispánicos tuvimos polémicas debido al mosaico cultural que existe en nuestro país, sin embargo, decidimos exhibir una muestra sencilla y poner énfasis en los entierros de San Juan del Río, especialmente en el Barrio de la Cruz", comentó la antropóloga Sonia Butze, coordinadora de servicios educativos del Museo Regional de Querétaro.
Agregó que los ritos a los muertos son producto de una ideología dominante, misma que se muestra en el museo mediante la exposición temática sobre la historia de la muerte y sus ritos.
Butze comentó que la idea surgió a raíz de un curso denominado Las caras de la muerte en el mundo, realizado en este recinto, y el guión museográfico estuvo a cargo de la historiadora Elsa Malvido, investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.
Culto mítico y religioso
Explicó que desde que el hombre tiene conciencia, ha rendido culto mítico religioso a sus muertos, que se refleja en las formas de entierro y en manifestaciones rituales diferentes. Cada práctica, costumbre o culto tiene su propia historia y los cambios que se han dado están relacionados con la evolución del hombre.
Así, entre las costumbres funerarias que se aprecian está un entierro radial correspondiente a la cultura Chupícuaro, a la sombra de Otonteutli, dios de la muerte, con restos de varios cuerpos sobre cenizas. De la misma época un bulto funerario empetateado (envuelto en un petate) y un entierro en olla de barro (el regreso al útero y a la tierra), además de diversos objetos funerarios encontrados en excavaciones, como caritas de barro con los ojos cerrados y navajas de obsidiana para el culto, entre otros.
En opinión de Butze, mediante la cerámica se ve reflejado el comercio o los contactos que tuvieron los diferentes grupos indígenas de la región y su apreciación mítica y religiosa.
De la época colonial, la muestra museográfica explica cómo la Iglesia católica impuso su forma de enterrar a los muertos cerca de un altar o en el atrio del templo, según fuera el estatus económico y la raza a la que pertenecía el difunto.
La conquista espiritual de México por parte de los españoles también es ejemplificada mediante la escenificación de una monja muerta coronada. Por otro lado, se exhibe un altar muy primitivo de madera frente al cual, bajo los entarimados, dentro de la nave de los templos se acostumbraba enterrar a los muertos de mayor jerarquía social o religiosa; asimismo se muestran las grandes piras funerarias a los personajes venidos de España.
Sonia Butze asegura que el panteón surgió como un importante factor social referido al cambio de lo que se conoce como la muerte laica, donde los cadáveres no son enterrados dentro de iglesias o en atrios, sino que se les lleva a sitios alejados, debido a las pestes y epidemias.
Otro factor de la muerte laica es que los entierros ya no fueron controlados en su totalidad por la Iglesia y se dio cabida a todos los difuntos sin importar su credo o costumbres.
Este panteón, realmente un museo de sitio, conserva el columnario. La pintura mural que aún se puede apreciar en el osario, probablemente de un mismo artista anónimo, habla del romanticismo de la época que se expresa con versos y loas a la muerte. Algunas paredes presentan problemas de humedad, así como las pinturas murales del techo; sin embargo, se han rescatado del abandono las lápidas.
El Museo de la Muerte se encuentra en la calle 2 de Abril 42, San Juan del Río, Querétaro. Abierto de 9 a 18 horas.