jueves Ť Ť noviembre Ť 2001

Sami David

Retos y desafíos

La sociedad mexicana sigue apostando al cambio, a la expresión ciudadana vía el sufragio, puesto que la política representa la opción más viable para intentar la transformación por la vía de la legalidad. Etica y política, íntimamente vinculadas para conjuntar acciones en pro del bienestar común y para detener las ambiciones personales de quienes se sienten dueños de vidas y haciendas. La expresión ciudadana como el único camino para hacer frente a las insuficiencias y rezagos. Y más ahora cuando hay incertidumbre, debido al discurso errático, contrapuesto entre la exposición y la realización, que ofrece saldos desafortunados para los mexicanos

Insensibilidad política y social como marcados indicadores de que lo obtenido gracias a la voluntad ciudadana empieza a socavarse porque aún no se concilia una estrategia de gobierno con la realidad del México presente. Las paradojas de la política permiten confrontar la voluntad ciudadana con la indecisión volitiva del gobierno para dinamizar las modificaciones ofrecidas en campaña.

Frente a ello, los procesos democráticos permiten un respiro, amplían la vida política y agilizan la dinámica social. Desde su nueva condición de partido en la oposición, el PRI debe buscar reposicionarse. Y propiciar espacios adicionales para el debate político, con procedimientos transparentes y democráticos para la selección de candidatos y la promoción de sus dirigencias. Reformarse con una ingeniería política a fondo para enarbolar las causas populares, con mayor efectividad y responsabilidad.

En términos generales, frente a los retos en curso, este año es fundamental en la conformación de la organización política que el priísmo desea. Por el arraigo y amplitud del voto a favor del PRI, por su larga historia como partido en el gobierno y por su colaboración para vigorizar el sistema de partidos, el Revolucionario Institucional tiene una responsabilidad central en la consolidación democrática. Reformarse para fortalecerse es la premisa. Cambiar para responder a sentidas demandas de la militancia y de la sociedad. Así estará en posibilidad de enfrentar con éxito la competencia política electoral.

La reforma del PRI no debe reducir la importancia de los sectores ni de sus organizaciones. Validar el compromiso social con la defensa de los intereses de las organizaciones y con las mejores causas de la sociedad. Recoger estas demandas y convertirlas en programa de acción y actos de gobierno. Por supuesto que uno de los sectores que el PRI tiene que recobrar es el de los jóvenes, a través del desarrollo de prácticas que estimulen su participación y de la apertura de espacios para que sus aspiraciones se materialicen. Y, sobre todo, preparar el camino para la natural renovación generacional de los mandos.

El diseño que el PRI dé a su estructura debe responder en todo momento a los imperativos de competitividad democrática y eficacia política con base en una disposición funcional y flexible que responda a las nuevas circunstancias. Ciertamente los órganos de gobierno son espacios de convergencia democrática partidista; por eso resulta de la mayor importancia que se analicen a profundidad su composición actual y sus principales funciones. La consulta y debate tienen que derivar en propuestas para fortalecerlos cualitativa y cuantitativamente.

El PRI requiere no de una reforma burocrática desde la cúpula, sino una en la que prive la democracia interna, que conduzca a la exigencia de la modernización organizativa, como forma superior de enlace entre los órganos deliberativos, consultivos y de operación del partido. El Consejo Político Nacional, como uno de los principales órganos de gobierno, no ha ejercido plenamente sus funciones y, más que constituirse en importante órgano de consulta y deliberación, se ha metamorfoseado en un instrumento que solamente valida y sanciona hechos consumados.

Hoy es el tiempo de las regiones, de los estados, de los municipios, de los militantes. Conviene buscar su voz y su determinación en el diseño de órganos auténticos, democráticos y deliberativos que permitan planear, decidir y actuar en el rumbo que señalen el priísmo y los principios fundamentales.

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