JUEVES Ť Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Manifestación contra las expropiaciones, de Atenco a la sede del Ejecutivo

"La tierra es como nuestra madre", dicen ejidatarios frente a Los Pinos

MATILDE PEREZ U.

Llegaron a Los Pinos con la bandera nacional, la Virgen de Guadalupe, el Divino Salvador (patrono del pueblo) y Zapata. Llegaron con las herramientas de labor ?machetes y azadones? entre sus manos, con cañas y mazorcas, y con voz fuerte. ''No venderemos la tierra, porque es como nuestra madre'', advirtieron.
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"Fox ?dijo un orador?, esperamos que recapacites y que cumplas con tu palabra de respetar bienes, usos y costumbres, y no hagas lo mismo que Arturo Montiel (gobernador del estado de México), quien corrió con granaderos a los pueblos que se presentaron al palacio de gobierno para pedir solución al conflicto de sus tierras. Eso fue bochornoso, lo mismo pretendes hacer con tu proyecto del aeropuerto".

A medio kilómetro de una de las dos entradas principales a Los Pinos, resguardada por un centenar de granaderos, los ejidatarios de San Salvador Atenco, Tocuila, Nexquipayac, San Francisco Acuexcomac, San Felipe y Santa Cruz de Abajo reiteraron su mensaje: ''no venimos a negociar, sino a decirles que no vamos a dejar que toquen nuestra tierra''.

Jornada de percances

Desde las cinco de la mañana empezaron a lanzarse cohetones en San Salvador Atenco. Era el aviso para que los campesinos se reunieran en la plaza central a fin de abordar los autobuses que los llevarían a Los Pinos. Llegaron paulatinamente. Aguardaron con paciencia a los demorados. Otros autobuses estaban ya en los sitios acordados un día antes para recoger a los de los ejidos vecinos. El lugar de reunión de los autobuses sería en la caseta de la autopista Texcoco-México. De ahí al Angel de la Independencia y luego, a pie, hacia la residencia oficial de Los Pinos.

Un grupo de 15 agentes judiciales del estado de México detuvo el camión que transportaba a los ejidatarios de Acuexcomac, acompañados por José Gil García, uno de los jóvenes ejidatarios de San Salvador Atenco, quien narró: ''nos bajaron (del camión) y revisaron a cada uno. Primero nos dijeron que íbamos armados y al no encontrar nada nos dejaron ir, pero nos advirtieron que ya nos dejáramos de pendejadas y de defender la tierra. Se llevaron al chofer". Horas después éste fue liberado.

En la entrada de la caseta de cobro de la autopista nadie sabía del incidente. Sólo consultaban los relojes y hablaban del retraso de la caravana de casi 40 autobuses y microbuses. Pero algunos de la decena de agentes de seguridad del estado de México asignados para seguir a los manifestantes comentaron que no llegarían muchos autobuses, porque los ejidatarios "ya estaban negociando".

El atraso provocó un cambio en el recorrido acordado y un acceso caótico a la ciudad de México. Los autobuses arribaron, por distintas vías, en pequeños grupos, a la altura del Museo de Antropología e Historia, en avenida Reforma. Nunca llegaron los contingentes del Congreso Agrario Permanente ni de la UNT, como sus representantes había anunciado.

Los ejidatarios de San Salvador Atenco encabezaron la marcha; atrás, con ejidatarios de Texcoco, el alcalde de ese municipio, Horacio Duarte Olivares, y cuatro regidores.

El primer enojo de los ejidatarios se produjo cuando se toparon con la patrulla 22025, de la policía capitalina, en el cruce de Reforma y el Chivatito. ''¡Queremos llegar frente a Los Pinos!'', gritaban los campesinos, quienes intentaron quitar el vehículo que les impedía el paso, porque ''aquí se hace lo que el pueblo dice''.
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Angustiado y sudoroso, Gerardo Romero, director de Gestión Social del Gobierno del DF, habló con los coordinadores de la marcha. A ellos les aseguró, una y otra vez, que ya todo estaba arreglado; ''¡los van a recibir!''

Finalmente, los manifestantes llegaron cantando el Himno Nacional y con los machetes en alto hasta las redes metálicas que los separaban de los granaderos. ''¡Este machete sí para el fuego, no te me acerques, pinche granadero!'', arengaban.

Los rostros enrojecieron. El coraje y la impotencia retenidos llegaron a la catarsis. Se colocaron en hileras de 20 hombres por tres al fondo, y chocaron los machetes contra las barras metálicas. ''¡No les vamos a dejar la tierra!'', gritaban. Después llegó la orden: ''¡atrás, atrás!''

Las comisiones de Texcoco, encabezada por el munícipe Horacio Duarte, y de San Salvador Atenco, con Jesús Adán Espinosa Rosas al frente, entraron por separado; la primera con un escrito, la segunda sólo con la advertencia: ''¡si no nos hacen caso nos vamos a hacer respetar con el aval del pueblo!''

 En Los Pinos, el trato fue diferente para cada una de ellas. La de Texcoco fue recibida por el director de Concertación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación y el director de audiencias de la Presidencia; a la de San Salvador la atendió un ayudante del director de audiencias de la Presidencia, según versión de los ejidatarios.

Los ejidatarios de San Salvador Atenco dejaron la advertencia: ''que el gobierno no juegue con nosotros, porque lo que nos pretenden quitar es la tierra y nuestra vida; las defenderemos a costa de lo que sea''.

Por la noche informaron que el jurista Ignacio Burgoa Orihuela aceptó encabezar la defensa legal de ese núcleo agrario.

El presidente municipal de Texcoco, Duarte Olivares, se dijo a la espera de la respuesta al escrito de rechazo a la construcción del aeropuerto y manifestó su compromiso de defender el derecho de los campesinos por la vía del amparo y de la controversia constitucional ante la injusta decisión del gobierno federal. CON INFORMACION DE JAVIER SALINAS CESAREO Y RENE RAMON ALVARADO


Secodam vigilará con escrúpulo el proceso

La Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativo vigilará escrupulosamente la legalidad y ejecución de las obras que licite la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) para la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, afirmó Guillermo Haro Bélchez, titular la Unidad de Normatividad de Adquisiciones, Obras Públicas, Servicios y Patrimonio Federal de la Secodam. El funcionario señaló, en referencia a la encuesta de transparencia recientemente publicada, que la corrupción cuesta al país anualmente 30 mil millones de dólares, por lo que es necesario redoblar los esfuerzos para transparentar la administración pública y hacer efectiva la rendición de cuentas.