JUEVES Ť Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Javier Oliva Posada Ť

El doble cambio en la estrategia militar

Teniendo como antecedente principal a la Guerra del Golfo Pérsico, los estudios militares, mediante la evaluación de la información, el proceso decisional y la operación iniciaron un cambio sustancial en la historia de la doctrina militar.

En efecto hasta poco antes de las operaciones Escudo del Desierto y después Tormenta del Desierto, el desplazamiento de las tropas precedía siempre al despliegue de la aviación, principalmente. Sin embargo, con la formidable presión de la sociedad y los medios de comunicación para evitar en lo posible bajas mortales entre los soldados, en Estados Unidos la lección de Vietnam echo raíces. Así, gradualmente, la tecnología en la aviación, la artillería y los misiles, comenzó a desempeñar un papel central.

Tal como se observa en Afganistán, los raids o incursiones aéreas acompañadas de intensos bombardeos, tienen por objetivos principales inutilizar los sistemas de información y comunicación, por una parte, y por la otra, destruir la capacidad de respuesta de la artillería antiaérea. La eliminación de los centros de comunicación, de radares y otros sistemas de infraestructura permite a las fuerzas estadunidenses actuar con mucha mayor seguridad en un terreno muy difícil. Básicamente se observan tres etapas en el despliegue.

La primera concierne a la movilización y concentración de tropas de todas las armas, así como el avituallamiento de las mismas. En otras palabras, la pura movilización de los efectivos demuestra y anuncia, en el caso de Estados Unidos, la inminencia de una acción bélica de amplio alcance. La segunda se refiere a la utilización de la tecnología en grado máximo. En esta etapa la aviación, los misiles y la artillería de largo alcance, las que llevan el peso central de la estrategia.

La última, que es la que inició el domingo por la noche, hora local, fue la del despliegue de tropas y comandos especiales. Estas son formaciones con soldados entrenados para el combate en cualquier terreno. Como se observa, es una exacta inversión de los procedimientos militares que acompañaron a los conflictos bélicos durante siglos.

Pero este es el punto relevante desde la perspectiva política y la manutención de la paz. Así como lo afirmó el general Wesley Clark -quien fue jefe de las fuerzas militares de la OTAN- en un artículo publicado en la revista Time, dos semanas después de los atentados del 11 de septiembre, los ejércitos no están entrenados ni es su misión actuar contra individuos específicos. Esto implica, según Clark, un ajuste muy importante en la doctrina militar.

De ser así, estaríamos frente a una restructuración tanto de los servicios de espionaje como de los de inteligencia. Pero además, nos encontramos ante lo que puede ser el inicio en la disolución de los conflictos convencionales (un ejército contra otro ejército), así como en las atribuciones de las fuerzas armadas en varias partes del mundo. Por ejemplo, los comandos y las fuerzas de despliegue rápido desempeñarán un papel crucial en las nuevas misiones.

En ese sentido, el doble cambio en la doctrina militar radica tanto en la aplicación al máximo de la tecnología en el terreno de la prevención y la acción, así como en los ajustes en la percepción de un tema que generará polémica en Estados Unidos: será imposible no tener bajas. Y es este punto el que tendrá mayor impacto en la sociedad de ese país. Habrán de pagarse los costos de las invasiones y será, no obstante, más difícil contar con la aprobación y simpatía mayoritaria en cada incursión.

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ŤProfesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y asesor en el Colegio de Defensa Nacional.