JUEVES Ť Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Pierluigi Sullo ŤŤ

Los nazis de Illinois Ť

Esperábamos ver en los noticieros de las pasadas noches abundantes datos, consultas con expertos, encendidos debates, reportajes desde Estados Unidos y otros tipos de análisis sobre la sorprendente noticia, revelada por Bob Woodward en The Washington Post, según la cual la CIA y la FBI consideran sospechosos de las cartas contaminadas con ántrax no a Osama Bin Laden o, como se ha dicho repetidas veces en estos días, a Irak y Saddam Hussein, sino a grupos nazis estadunidenses, "arios" y/o fundamentalistas cristianos. Nada de eso. Lo que vimos fueron reportajes sobre Halloween, el acto de conmemoración de la matanza en las Torres Gemelas, listas de objetivos alcanzados en Afganistán y, de pasada, no más de diez segundos, la noticia en cuestión.

La cortedad de los medios tiene algunas razones. Mencionemos dos. Primero que todo, necesitarían admitir que en Estados Unidos existe, y ha sido notoriamente difundido (véase el excelente filme American history X) un fenómeno entre el racismo, el neonazismo y el fundamentalismo cristiano que, por ejemplo, ha provocado las agresiones a médicos y clínicas que realizan abortos y, naturalmente, el terrible atentado al edificio federal de Oklahoma City, en el cual murieron centenares de personas. En resumen, habría que admitir que el fundamentalismo, esto es, la interpretación intolerante y fanática de una religión, no es exclusivo del Islam, puesto bajo acusación en decenas de transmisiones, con musulmanes e imanes llamados a disculparse (incluso mostrando como prueba del delito versículos aislados del Corán). Por ejemplo, en el gobierno de India encontramos una formación política integrista (hindú). Y en Estados Unidos desaparece de las escuelas la teoría de la evolución, para enseñar a los niños que Adán y Eva.... etcétera.

Pero además, si el fundamentalismo cristiano, al enviar por correo la bacteria del ántrax, actúa de manera igualmente indiscriminada que el islámico cuyos kamikazes pilotean aviones comerciales para estrellarlos contra rascacielos (si bien el ántrax ha cobrado, por fortuna, menos víctimas que las Torres Gemelas), entonces habría que concluir que contra este tipo de terrorismo se debe actuar de la misma manera que contra el otro. Esto es, declarando la guerra a una parte de la misma sociedad estadunidense y bombardeando también, indiscriminadamente, las ciudades donde este fenómeno es tolerado y protegido. Lo que es claramente absurdo. Como, en efecto, es absurda la guerra contra Afganistán.

Ya lo había entendido John Belushi, en Blues Brothers, cuando decía: "Odio a los nazis de Illinois".

ŤEditorial publicado en el semanario italiano Carta

ŤŤPeriodista italiano

Traducción: Alejandra Dupuy