JAZZ
Jazz al desnudo (VI) Magos Herrera
Ť Antonio Malacara
QUINTA FECHA DEL ciclo Jazz al desnudo. Si nos centramos en el patibulario contexto de las cantantes de moda y de novedá en México, no cabe duda de que el surgimiento y la meteórica popularidad de Magos Herrera es una verdadera alternativa para nuestros oídos. Graduada como vocalista en el Musicians Institute of Technology, y con un buen número de tablas internacionales a pesar de su corta edad, sabe cómo pararse en un escenario y cómo hacer vibrar a su público.
EL DIA DE su presentación, el teatro El Granero registró el primer lleno absoluto de este maratónico ciclo de jazz. Todos felices, contentos y emocionados aun antes de iniciar el concierto. Todos sabían a lo que iban: a aplaudir a Magos. "¡Es que tiene un vocerrón!", planteaba con docta sapiencia una fan a la otra, mientras una tercera lo ratificaba con la cabeza y los ojos húmedos de felicidad, saboreando de antemano el inminente manjar.
NOSOTROS NOS SEGUIAMOS preguntando qué hacía Magos Herrera en un festival de jazz. Una educada y muy agradable voz, un dominio casi absoluto del escenario, un buen disco debut (Orquídeas susurrantes), en el que incluía algunas bossa novas y sambas brasileñas... ¿la convertían en jazzista? ¿O sería tal vez su inclusión en el libro Tiempo de solos, 50 jazzistas mexicanos lo que catalizó este convencimiento?
EN DETERMINADO MOMENTO la cantante explicó por el micrófono: "Esta noche se nos convocó para tocar jazz y por eso se diseñó algo expresamente en ese sentido". Así, estábamos ante lo más cercano que Magos puede estar del género. Poco antes del final agregó entre sonrisas: "Lo que están escuchado es un repertorio expresamente de jazz, que aunque no viene en mi disco, cómprenlo, está ahí afuera". Aunque en realidad la primera pieza que cantó, Dennis, una sabrosa bossa compuesta por ella misma, sí viene en el disco.
DESPUES DE LA tercera llamada, el cuarteto que la acompaña (Ken Basma en la guitarra, Gabriel Hernández en el bajo, Antonio Lozoya en el bajo acústico y Alex Kautz en la batería) presentó un swing de primer nivel a manera de introducción, evidenciando el oficio y el feeling que porta cada uno de ellos. Y así, entre swings, sambas de Tom Jobim, baladas impecables y ciertos espacios de improvisación para sus músicos, transcurrió la velada.
LOS MEJORES MOMENTOS llegaron cuando el quinteto ligó Blackbird (de Los Beatles) con Bye bye blackbird (de Henderson y Dixon), para entrar de inmediato con Alice in Wonderland. La voz rayaba en la excelencia, aunque en cierta medida era opacada por la edulcorada actitud que nos recordaba a Doris Day, o por las señas con que Magos convocaba a la gente para aplaudir cada uno de los solos instrumentales, hasta llegar, a la mitad del encore, al dalessiano punto de "les voy a pedir que me ayuden a cantar esta parte"... y a ver esas palmas... y los fans, que aplaudían, silbaban y aullaban después de cada tema, llegaron al clímax, quisieron despedir a la reina haciendo palmas y cantando a todo pulmón Obsesión.
LO QUE SUPONIA iba a ser el último aplauso de la noche fue interrumpido por Nacho Toscano, director del INBA, quien llegó al micrófono para felicitar a Magos y hablar a favor de la paz y del arte como bastión de la vida. Cuando el funcionario se retiró, la gente pedía Aguas de marzo, pero Magos Herrera finalizó con Orquídeas susurrantes, otra excelente composición de la vocalista con la que había que hacer muchos esfuerzos para ubicarla en un festival de jazz.
PERO SI GILBERTO Gil ya estuvo en Montreux, ¿por qué Magos Herrera no iba a estar en Jazz al desnudo?