ANDANZAS
Sydney Dance Company
Ť Colombia Moya
INVITADA DE HONOR al 29 Festival Internacional Cervantino de Guanajuato, esta compañía australiana presentó Salomé en el auditorio del estado ante un público atento durante toda la representación. Nadie tosió ni hubo movimientos, pláticas o distracciones. Como un gran animal en atención máxima, devoramos cada ademán y secuencia, respirando apenas para no perder el menor detalle de esta obra prodigiosa de Graeme Murphy y Janet Vernon, con una compañía espléndida compuesta en todos sus aspectos por personalidades de talento y presencia excepcionales.
SALOME, PRINCESA JUDIA del siglo I, hija de Herodes Filipo y Herodías, a instancias de él y con el hechizo de su danza, según la leyenda, obtuvo del tetrarca Herodes Antipas la cabeza de Juan el Bautista, quien había condenado públicamente la unión pecaminosa de Herodías con Antipas. La tragedia de Salomé y el bautista prácticamente no se menciona en la Biblia; sin embargo, la fascinación del personaje femenino se ha hecho presente en la pintura, la literatura y la música, muchos siglos después de la muerte del predicador de la buena nueva del advenimiento del Mesías.
GRAEME MURPHY Y Jean Vernon asumieron desde 1976 la difícil tarea de crear un repertorio con características propias y una compañía de máximo nivel, que ha dado la vuelta al mundo repetidas veces cimentando el gran prestigio de la Sydney Dance Company, que enorgullece a la danza mundial y en especial a Australia. Surgidos de la técnica del ballet clásico, Vernon y Murphy emplean un lenguaje corporal y una gramática coreográfica que nada tiene que ver con sus raíces académicas, pero que a la vez les ha permitido crear con imaginación fecunda e inagotable un sorprendente estilo propio de gran impacto y fluidez que introduce de lleno al público en el tema de la obra. Cada personaje responde a la alquimia portentosa de la sabia mezcla de ingredientes, los cuales, desde que se levanta el telón, como la iluminación, nos deja sin aliento. La luz es cuerpo y textura, forma viviente que construye en el espacio el ámbito de la tragedia envuelta en la fascinante música del Medio Oriente, implacable y voluptuosa, que nos transporta vertiginosamente a las más hondas regiones del inconsciente sin tregua alguna; mientras los bailarines, ataviados con espectacular originalidad y sencillez, dan cuerpo contrastante a la blancura inmaculada de los velos de Salomé y al trozo de tela que cubre el cuero espléndido de Juan el Bautista, interpretado soberbiamente por Josef Brown, animal escénico que se desliza y flexiona sus larguísimas piernas como pantera, serpiente o lagarto y se estira y sublima para mostrarnos la pasión de Dios en la integridad de un hombre hecho para el amor de mujer.
Y UNA REFLEXIONA: ¿cómo no había de amar Salomé hasta la locura a un ser como Juan, en medio del despotismo de la depravada corte de Herodes y la insaciable Herodías? Salomé, pequeña, frágil y solitaria, cubierta de la cabeza a los pies con los larguísimos velos, a la usanza de las mujeres del Medio Oriente. Salomé es interpretada por Tracey Carrodus, bailarina excepcional que se transforma en un personaje gigantesco; tierna y lastimosa, insegura y obstinada, demanda ver al prisionero, la criatura que sus sentidos ya han descubierto para encender la más ciega y fatal pasión, que hace de la danza de Salomé algo inédito. Ella, suspendida por un cable, con la fuerza y sutileza de quienes manejan su cuerpo a la perfección, realiza la más espectacular secuencia aérea con momentáneas secuelas con el apasionado Herodes, interpretado magistralmente por Bradley Chatfield.
MURPHY Y VERNON han tejido una prodigiosa trama danzable inventando personajes y situaciones que dan cuerpo a esta antigua leyenda envuelta en la sensualidad exhaustiva de su lenguaje corporal, apasionado y sin concesiones. La secuencia de amor de Salomé con la cabeza exangüe del Bautista es de sobrecogedora belleza. Horrible y hermosa, casi divina, la joven besa, ama, cubre y pone entre sus piernas la cabeza muerta del bautista hasta saciar su pasión en un sublime orgasmo que desborda su mente enferma. Una cabeza que, por medio de cámara negra y un velo de luz magistral, gira en el suelo y se coloca al capricho de la loca, produciendo el efecto de una cabeza cercenada, aunque naturalmente está unida al cuerpo de Joseph Brown.
ASI, HEMOS PRESENCIADO una Salomé que viró de cabeza a un público que vitoreaba, aplaudía a rabiar y salió casi sudando del auditorio del estado. La música de David Hewitt y de Omar Faruk Tekbilek, el diseño de vestuario de Akira Isogawa y la iluminación de John Rayment, montada por Alejander Budd, así como la interpretación de Janet Vernon, como Herodías; Simon Turner, como el soldado, y Gavin Mitford, como el paje, por mencionar los personajes más notorios de ésta obra soberbia que para muchos ya vale por sí sola el viaje al festival.
UNA NUEVA Y abundante versión del Cervantino bajo la dirección de Ramiro Osorio, y Miguel Angel Quemáin como jefe de prensa, decididos a fomentar una verdadera apertura en los medios y convivencia entre artistas y periodistas, quizá para acercar más el espíritu, la mente, el afecto entre quienes trabajamos por la difusión de la cultura y sus creadores sin distinción de razas, religiones o intereses mafiosos, lo cual celebramos decididamente. Acérquense al Cervantino, hay maravillas que ver.