Obra infantil pretende introducir al público en el universo de los sordos
CARLOS PAUL
A fin de que los pequeños conozcan "todas las maneras posibles de comunicarse con los sordos", continúa la puesta en escena El misterio del circo donde nadie oyó nada, con la compañía Seña y Verbo, integrada por actores sordos y oyentes.
Esta obra, destaca el creador escénico Alberto Lomnitz, "fue diseñada de manera específica para el público oyente, no es sólo un espectáculo para sordos. De hecho, el mensaje de la obra es cómo un oyente, poco a poco, aprende el lenguaje de la señas y entra en el universo de los sordos.''
Lomnitz señala que es la primera vez que lleva a la escena una pieza didáctica, "aunque siempre me causa escozor utilizar esa palabra", añade.
''Sí es didáctica, pero muy divertida por la forma en que se ofrecen a los niños y adultos todas la maneras posibles de comunicarse con el sordo.''
La obra, escrita por Carlos Corona y Lomnitz, narra las peripecias de la torpe detective Maraña, cuya clienta (una mujer sorda) le encarga investigue la desaparición de una persona en el circo donde trabaja. Este es muy especial, pues todos los artistas también son sordos.
La anécdota sirve para que el público se divierta aprendiendo junto con la detective el lenguaje de la señas. Magos, payasos y hasta leones son investigados, lo que genera chuscas situaciones que son excusa para la ejecución de distintos actos circenses.
"Jugamos con elementos típicos del teatro de sordos -comenta Lomnitz-, como es el juego de manos o descripciones a señas.
''Como el hilo conductor es la detective -quien para resolver el caso tiene que ir aprendiendo cada vez más el lenguaje de los no oyentes-, niños y adultos se divierten porque acompañan a la investigadora en ese aprendizaje.''
En este montaje, que se presenta sábados y domingos a las 13 horas en el Teatro Isabela Corona (Eje Central Lázaro Cárdenas 445, Tlatelolco), participan tres actores sordos, una actriz oyente y un músico baterista, que durante los nueve años de existencia de la agrupación siempre los ha acompañado.
"La razón es que la batería les atrae mucho tanto a niños oyentes como a sordos. Algunos de éstos alcanzan a veces a escucharla, y si no, pues la ven tocar, lo que les parece muy divertido, ya que es una forma muy visual de la música.
"Los actos circenses, por así decirlo, son realizados en pequeño y en close up. Por ejemplo, sobre una cuerda alguien con los dedos hace el equilibrista, y simultáneamente atrás una actriz lo representa.
"Incluimos una técnica que llamamos de descripción -en este caso de animales- con la que se entusiasman mucho todos los espectadores", quienes participan activamente desde sus asientos, conforme trascurre la obra.
"No hay nadie que salga del teatro sin haber aprendido, por lo menos, más de tres palabras del lenguaje con señas", afirma Lomnitz.