domingo Ť 14 Ť octubre Ť 2001
Antonio Gershenson
Los derechos y las metas
Hace unos días, la cadena de radio La Voz de América, que había sido una arma más durante la guerra fría, transmitió, a pesar de la oposición declarada del Departamento de Estado (relaciones exteriores), una entrevista con el principal líder de los talibán de Afganistán. El director en funciones de la cadena fue sustituido con un funcionario lo suficientemente derechista. Han sido cambiados, en el mismo sentido, otros funcionarios del área de comunicación y difusión del gobierno estadunidense, lo mismo que reporteros de algunos periódicos que se habían atrevido a informar cosas que no embonaban en la política vigente. Sin embargo, el personal de esa misma cadena de estaciones ha insistido en transmitir entrevistas con líderes afganos. La presidenta de la Subcomisión de Operaciones Internacionales y Derechos Humanos de la Cámara de Diputados sintetizó el punto de vista oficial: "Si la convertimos (a La Voz de América) en un documental de la PBS, zigzagueando de un lado al otro y siendo equilibrada, eso no va a impulsar a la democracia". Y sobre estas bases vinieron las "peticiones" de autocensura a los medios de difusión. Los derechos logrados en el país vecino a lo largo de años están en peligro e incluso en proceso de ser limitados de manera creciente.
Nuestro país, claro, es distinto. Allá, el presidente logró unir, en torno de sus posiciones, a las cámaras legislativas, por lo menos por un tiempo. Aquí eso no sucedió, y en especial al secretario de Relaciones Exteriores no le ha ido nada bien en el Senado. Pero ese ambiente tan pesado influye. Si la situación política se mantiene en el golpeteo entre las fuerzas políticas, en un momento en el que ni siquiera hay una elección nacional a la vista, el único resultado, por lo menos por un tiempo, es el desgaste de estas fuerzas, y un clima en el que una provocación puede tener resultados nada alentadores.
Esta es una más de las razones para ver con atención el acuerdo entre los partidos políticos y el gobierno federal. Ni el acuerdo es lo que proyecta la siempre optimista versión oficial, pues se trata sólo de una agenda de discusión, de una agenda de trabajo, ni tampoco puede ser condenado de antemano. Esa agenda deberá tener su curso, sobre todo, en la Cámara de Diputados y en el Senado, donde el partido en el gobierno no tiene mayoría. Las cosas no están definidas de antemano.
En la cantidad de puntos de la agenda hay cuestiones importantes, que requieren solución. Será muy importante qué solución se adopte. Y lo central debe ser la discusión pública de estos puntos. Lo más importante es que busquemos que estos puntos se discutan en todos los lugares posibles, de modo que lo que ocurra en las cámaras esté bajo la lupa del mayor número posible de mexicanos. Eso es lo que podemos hacer para que el resultado sea mejor y para dificultar posibles arreglos en privado en contra del interés nacional.
Entre los puntos importantes está la reforma fiscal, que debe lograr recursos públicos pero no a costa de amolar más a los más amolados. No a costa de comprimir más al ya comprimido mercado interno. Sí, sobre la base de eliminar, o por lo menos reducir, los privilegios fiscales a unos cuantos financieros y a la inversión especulativa.
También están el régimen fiscal de Pemex, que le debe dejar suficientes recursos para invertir y no tener que seguir aumentando sin medida su nivel de endeudamiento, y en general la política petrolera, que debe ser puntal para el desarrollo industrial de nuestro país.
Otro punto es la reforma eléctrica. En este caso, no sólo es importante el respeto a los bienes de la nación, sino también que el desarrollo de la industria se pueda seguir planeando, y con mejores criterios que los que se han seguido. El mercado como tal no resuelve el desarrollo a largo plazo de esta industria, en la que las inversiones sólo rinden al cabo de varios años. Sí es correcto usar el mercado como elemento en este desarrollo, pero en el marco de una planeación de largo plazo.
Así como estos, se deben discutir los otros puntos importantes de la mencionada agenda. Y, claro, tratar de que los resultados, sobre todo en este momento en el ámbito legislativo, se apeguen a los intereses del país.