DOMINGO Ť14 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Tariq Ali
Algunas razones y efectos
Mucho se ha comentado en los días recientes acerca de la inestabilidad de Pakistán. Pero el peligro no yace tanto en la población como conglomerado, de la cual los extremistas religiosos son una pequeña minoría (el voto confesional es más común en Israel que en Pakistán), sino en el Ejército. Los oficiales y otros rangos que han trabajado con el talibán en Afganistán y con el Laskar-i-Tayyaba en Cachemira, están infectados de fanatismo. Al mismo tiempo, los islamistas nativos, conscientes de su debilidad en el país, enfocan sus esfuerzos hacia el ejército. Las estimaciones sitúan su fuerza entre 15 y 30 por ciento: sea cual fuere la cifra exacta, estos hombres no se quedarán callados mientras sus colegas de Afganistán son atacados desde bases dentro de Pakistán. En Cachemira hay ya una abierta oposición al último cese el fuego. Un capitán paquistaní islamista se negó a evacuar un territorio bajo control indio. Un coronel enviado por el alto mando paquistaní para ordenar el retiro inmediato fue acribillado como traidor al Islam. Estando ya parcialmente en la ruina, Pakistán puede ser destruido por una guerra civil.
Los terroristas que ejecutaron las matanzas en Estados Unidos no eran los barbones analfabetas de los pueblos montañeses de Afganistán. Eran profesionales con mucha educación, egipcios de clase media y saudiárabes de la provincia de Hijaz, dos aliados claves de Estados Unidos en la región. ƑQué los convirtió en propagandistas de palabra y obra? El bombardeo de Irak, las sanciones económicas, la presencia de las fuerzas armadas estadunidenses en suelo saudí. Los políticos de Occidente se han vuelto ciegos ante este hecho, como lo son ante la ocupación de Palestina y los crímenes de Israel.
Sin un profundo cambio en Medio Oriente, Osama Bin Laden, vivo o muerto, tiene poca significación. Para Occidente, Arabia Saudita es simplemente una fuente de crudo. Preferimos no notar la escala de la opresión social y religiosa, el abatimiento y la angustia generalizados, el creciente descontento entre los saudís. El Islam wahabita que se practica ahí es de inspiración talibán.
Fue la monarquía saudí la que fundó el fanatismo en Sudasia; fueron ellos (y la CIA) quienes enviaron a Bin Laden a combatir a los rusos en Afganistán. El Islam fue considerado por todos los expertos como el principal bastión en contra del comunismo.
Pero al cerrarse las salidas seculares, los graduados disidentes se han volcado hacia el islamismo radical, acusando a la familia real de hipocresía, corrupción y servilismo ante Estados Unidos. Estos graduados son lúcidos estrategas, admiradores abiertos de Bin Laden y del régimen encabezado por su suegro el mullah Omar, en Kabul.
Cuando hacen estallar bases o extranjeros en el reino, las fuerzas de seguridad apresan a unos cuantos paquistaníes o inmigrantes filipinos y los ejecutan para mostrar a Estados Unidos que se hizo justicia, pero los verdaderos organizadores son intocables. Sus tentáculos van hasta el corazón de la sociedad saudí, y es discutible si será posible que ahora los aíslen, aun si Estados Unidos lo solicitara.
TRADUCCION: RAMON VERA HERRERA