Realizaron británicos primeras pruebas con ántrax en 1942
Ť En la isla de Gruinard, en Escocia, fue aniquilado un rebaño de ovejas y por 50 años se prohibió acceso al lugar
AFP
Londres, 13 de octubre. En 1942, temiendo un ataque bacteriológico nazi, los británicos efectuaron pruebas sobre la propagación del ántrax en una pequeña isla deshabitada de Escocia, aniquilando a un rebaño de ovejas y prohibiendo el acceso a ese lugar durante casi 50 años.
En febrero de 1934 -pocos años después de la firma, en 1925, del Protocolo de Ginebra, que prohibía el uso de armas químicas y biológicas- Gran Bretaña inició sus experimentos en este campo.
El protocolo no prohibía ni los trabajos con estas armas ni su fabricación.
En octubre de 1940, se creó oficialmente el Departamento (de investigaciones) de Porton Down, y Gran Bretaña centró sus experimentos en armas que pudiesen ser dispersadas en forma de aerosoles, destinadas a destruir principalmente el ganado.
En 1942, cuando la Segunda Guerra Mundial causaba estragos y el rumbo del conflicto era incierto, el primer ministro de la época, Winston Churchill, ordenó que se experimentara con animales.
Para ello se eligió la pequeña isla de Gruinard, en la costa oeste de Escocia, en un escenario magnífico y agreste.
Una pequeña bomba fue cargada en el bombardero Wellington, que la lanzó sobre Gruinard, donde previamente dejaron un rebaño de ovejas.
La bacteria del ántrax se dispersó por la isla, y tres días más tarde la experiencia fue considerada satisfactoria.
Militares e investigadores llegaron a la conclusión de que las municiones portadoras de los gérmenes de la enfermedad del ántrax podrían utilizarse contra poblaciones y hacer a las ciudades inhabitables "durante varias generaciones".
Tras la prueba, la isla fue puesta en cuarentena hasta que en 1986, el gobierno decidió llevar a cabo un complicado y costoso (500 mil libras esterlinas de la época, es decir, 725 mil dólares al cambio actual) proceso de descontaminación.
Gruinard fue regada con 280 toneladas de formaldehído (un potente germicida) diluido en unas dos mil toneladas de agua de mar, mientras que en algunos lugares de la isla se extrajo tierra y se depositó en contenedores sellados.
Para comprobar que la situación era normal nuevamente, se introdujo en la isla un nuevo rebaño de ovejas, bajo vigilancia de un organismo independiente.
El 25 de abril de 1990, un secretario de Estado de Defensa, Michael Neubert, viajó a la isla, y en un gesto simbólico retiró la última señal advirtiendo de la cuarentena.
Sin embargo, no todo el mundo quedó satisfecho con las explicaciones oficiales y un reputado arqueólogo, el profesor Brian Moffat, expresó sus dudas respecto a la eficacia real de la descontaminación.
En una entrevista en el diario escocés Glasgow Herald, Moffat dijo que en sus trabajos había hallado esporas de la bacteria del ántrax que habían sobrevivido varios años.
"Yo no iría a pasear a Gruinard", afirmó. "Es una bacteria muy resistente y mortal".
En los años 50 y 60, en plena guerra fría, los británicos realizaron otros experimentos, inofensivos pero ultrasecretos, para evaluar el impacto de un ataque biológico sobre la población.
El diario Guardian revelaba el pasado viernes que en 1963 y 1964 unos especialistas dispersaron en el metro de Londres unas partículas de polvo parecidas físicamente a las del ántrax, pero inofensivas.
Las conclusiones fueron espectaculares: vertidas en la estación de Tooting Broadway, en el sur de la capital, las esporas microscópicas fueron halladas hasta en la estación de Camden Town, unos 16 kilómetros más al norte.